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Transhumanismo y deificación

Redacción (Lunes, 04-02-2019, Gaudium Press) ¿Hacia dónde se dirige el progreso científico y tecnológico de la humanidad? ¿Cuál es su objetivo final? ¿Cómo modificará la sociedad la tecno-dependencia y la hiper-conectividad, de que ya somos parte y cada vez más? Preguntas a las cuales rara vez encontramos respuestas satisfactorias.

Una pseudo-religión está por detrás

Detrás de cada hecho histórico existe una idea, que a su vez siempre está vinculada en su núcleo a un principio religioso. Por eso es que al analizar ciertas realidades de la modernidad, las comprenderemos mejor si buscamos la pseudo-religión que está por detrás.

Quizás son muy pocos los que han escuchado hablar del «Transhumanismo», pero todo el mundo conoce muy bien sus ideas en la práctica y sus objetivos en la ciencia-ficción, de gran cantidad de utopías futuristas que encontramos en la literatura, cine, tv, etc… Fantasías de hombres que «vencen los umbrales de la muerte» mudando su cerebro hacia una maquina «inmortal», una especie de «androide» o «post-humano». El «perfeccionamiento» de la especie humana otorgándole «super-poderes», por medio de la genética o robótica. La inteligencia artificial, clonación, etc, etc.

Asuntos que la mayoría de la opinión pública observa sin darle mucha importancia, como mera fantasía, pero que no pocos tienen por objetivos verdaderos. Objetivos muchas veces irrealizables del todo, pero que algunos añoran alcanzar, sin importarse de las consecuencias negativas que de allí deriven.

Sí, podemos llamar el transhumanismo de pseudo-religión, porque pretende por medio de la tecnología dar respuesta a las preguntas trascendentales: ¿Alguien me ha creado? ¿Puedo transcender la muerte? ¿Siempre dependeré de otro ser?

El experto en la materia Albert Cortina , al explicar el porqué podemos entender el tranhumanismo como una cultura o ideología propia de una «hiper-modernidad» decía:

La modernidad significó que los hombres se volvieron autónomos respecto a Dios, en la posmodernidad respecto a nosotros mismos, la hiper-modernidad pretende que nos hagamos autónomos del mismo ser humano como ser biológico (…) El transhumanismo propugna que el ser humano, gracias a la tecnología, se volverá autónomo de la naturaleza y llegará a diseñarse a sí mismo como quiera.1

Ser como dioses

El demonio para destruir la humanidad siempre ha utilizado la misma vieja estrategia. Lo que dijo a Eva en el paraíso la serpiente, lo repite constantemente ofreciendo distintos frutos putrefactos con el mismo veneno: ¡Seréis como dioses!

El orgullo, la soberbia, ese gran pecado que hizo que nuestros primeros padres fueran expulsados del paraíso, es el mismo motor que impulsa al hombre moderno a querer independizarse de Dios por medio de la tecnología, pero también del dinero, el poder, el pseudo-mistisísmo gnóstico, etc… ¡Querer quitar de su trono al propio Creador! ¡Qué suicidio! El mismo pecado que cometió el demonio…

Pero lo más increíble y paradójico de este asunto es que nuestra Fe Católica nos enseña que nuestra vocación es llegar a ser dioses, con «d» minúscula, claro está. Nos enseña que eso es lo que Dios desea para nosotros, ¿pero cómo?: siendo obra de la gracia santificadora, de la filiación adoptiva, de la inhabilitación de la Santísima Trinidad en cada uno de los bautizados, y que alcanzará su plenitud en la eternidad.

El propio Cardenal Siri explicando cierta vez la principal razón de la Encarnación del Verbo en el Orden de la Creación, nos habla de esta divinización del ser humano:

El prólogo de San Juan nos proporciona una clara indicación. En él se dice que el Verbo se hizo hombre: «Ex Deo nati sunt», para que nosotros también nos convirtiéramos en hijos de Dios, para que tuviéramos en nosotros algo de la vida divina. El prólogo de San Juan no habla en absoluto de redención; ¡eso es lo impresionante! ¿Se trata de un grave olvido? No. San Juan quiso presentar la razón absoluta y no la relativa. De la relativa hablaría más tarde un su prólogo. La razón absoluta es esta: «Ex Deo nati sunt» y hubiera sido igualmente válida incluso si el hombre no hubiera pecado. Por lo tanto, la razón absoluta se convierte en la primera, porque lo absoluto incluye siempre lo relativo: Jesucristo vino para que nosotros fuéramos hijos de Dios; es decir, para darnos a nosotros esa porción de vida gracias a la que podemos ser hijos de Dios. (…) El orden divino no ha sido determinado por el orden humano, ni por ese aspecto execrable suyo que es la culpa. El orden divino ha sido determinado por el amor de Dios que ha querido extenderse a los hombres, dando a los hombres algo de la vida divina. 2

Y no es el primero que nos habla de esto, si no que muchas veces se pronunciaron al respecto los doctores de la iglesia:

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San Ambrosio bautiza a San Agustín

Catedral de San Vicente Mártir – Roda de Isábena , España

San Agustín, obispo de Hipona: «Para hacer dioses a los que eran hombres, el que era Dios se hizo hombre.» 3

Santo Tomás de Aguino: «Si factus est homo ut hominen faceret Deum» 4
«El verbo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, quien por su inmenso amor se hizo lo que nosotros somos, a fin de elevarnos a lo que Él es.»5

Papa Benedicto XVI: «Tratemos de ser como Cristo, pues también Cristo se hizo como nosotros: ser dioses por medio de Él, pues Él mismo se hizo hombre por nosotros, Cargó con lo peor para darnos lo mejor.» 6

El buscar un supuesto perfeccionamiento conformándose con aquello que es más bajo en el orden de la creación, es decir la materia inerte, es el absurdo más grande en que puede caer un ser racional y la forma más radical de autodestrucción.

La verdadera perfección está en buscar lo sobrenatural y hacerse uno con Cristo, como lo han hecho los santos en toda la historia. Y por eso han sido premiados con dones magníficos naturales y sobrenaturales, los cuales el hombre nunca podrá alcanzar por medio de ese camino perverso que propone el transhumanismo.

«El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» Mateo 23:12

Conclusiones

Antes de finalizar es bueno aclarar que nada de malo hay en el progreso en sí. El problema está en pensar que cada «juguete» nuevo que nos ofrece este mundo, que está en el poder del príncipe de las tinieblas, es inofensivo, un verdadero progreso, por el hecho de ser novedad o porque simple y sencillamente nos facilita la vida. Creer que en un mundo donde Dios no es prioridad, todos los «avances tecnológicos» son sinónimo de bien para la humanidad, es haber caído en el materialismo más irracional.

El Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi con claridad desenvolvió esta problemática:

La ambigüedad del progreso se hace evidente. Sin duda, ofrece nuevas posibilidades para el bien, pero también abre abrumadoras posibilidades de posibilidades malignas que antes no existían. Todos hemos sido testigos de la manera en que el progreso, en manos equivocadas, puede llegar a ser y se ha convertido en un aterrador progreso en el mal. Si el progreso técnico no se corresponde con el progreso correspondiente en la formación ética del hombre, en el crecimiento interno del hombre (Ef 3:16, 2 Cor 4:16), entonces no es un progreso, sino una amenaza para el hombre y para el mundo. 7

Recordamos la cita de Jonh Muir, publicada también en el artículo «El Mito del progreso» donde se desenvolvió con más amplitud esta problemática: «No debemos tener una oposición ciega al progreso, pero si una oposición al progreso ciego», y tener cuidado de no dejarnos llevar por una visón estúpidamente optimista del futuro, sino más bien prevenirnos contra las asechanzas del padre de la mentira que siempre busca engañarnos con promesas de inmortalidad, bienestar, confort, placer, poder, etc… Pues recordemos que nunca da lo que promete, sino todo lo contrario…

Estemos vigilantes, pues ya nos enfrentamos a esta dicotomía de falsos y verdaderos «dioses», falsos y verdaderos profetas en nuestra sociedad y si no tenemos claros los principios que vienen de la fe, corremos el riesgo de caer a los pocos en esta gran mentira de nuestro tiempo.

Solo seremos sabios si buscamos la deificación por el verdadero y único camino que nos enseña la Santa Iglesia: el camino de la santidad.

«Yo soy el camino, la verdad y la vida» Juan 14:6

Por Santiago Vieto

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CITAS

1- Entrevista a Albert Cortina, » Ante la ideología del transhumanismo tenemos que redescubrir al ser humano»
2- Giuseppe Siri, Esercizi Sipirituali, pp. 112 -113.
3- San Agustín, Sermón 192,1.
4- S. Thomae, Expos. In Symb.,a3, 906
5- Contra los Herejes, libro V, prólogo.
6- Benedicto XVI, Audiencia general del miércoles 22 de agosto del 2007.
7- Pope Benedict XVI, in Encyclical Letter Spe Salvi, 30 November 2007, Chapter 22

 

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