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El envidioso no conoce la felicidad

Redacción (Viernes, 01-03-2019, Gaudium Press) Después de descender del Monte Tabor y haber exorcizado, delante de gran multitud, a un niño poseído, Nuestro Señor se dirigió a Galilea, acompañado tan solo de sus Apóstoles.

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Un trazo de la divina pedagogía de Nuestro Señor

Narra San Marcos:

«Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea. Él no quería que nadie supiese de eso, pues estaba enseñando a sus discípulos. Y les decía: ‘El Hijo del Hombre será entregado en las manos de los hombres, y ellos lo matarán. Pero, tres días después de su Muerte, Él resucitará’. Los discípulos, sin embargo, no comprendían estas palabras y tenían miedo de preguntar.

«Ellos llegaron a Cafarnaúm. Estando en casa, Jesús les preguntó: ‘¿Qué discutíais por el camino?’ Ellos, sin embargo, quedaron callados, pues por el camino habían discutido quién era el mayor.

«Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: ‘¡Si alguien quiere ser el primero, que sea el último de todos y aquel que sirve a todos!’ (Mc 9, 30-35).

Comenta Monseñor João Clá:

El Divino Maestro «quiso hacer el viaje discretamente, solo con los más próximos, porque a lo largo del camino enseñaba a sus discípulos. El evangelista deja aquí trasparecer la divina pedagogía de Nuestro Señor. Él instruía a los discípulos durante el trayecto por medio de la convivencia.

«No les enseñaba la filosofía de los griegos, ni la doctrina de los maestros de Israel. Les abría los secretos de su Divino Corazón, les daba a conocer todo cuanto oyera del Padre (cf. Jo 15, 15).

Visualización mundana y materialista respecto al Reino de Dios

«Del sublime episodio ocurrido en el Tabor – al cual solo asistieron Pedro, Santiago y Juan -, nada había transpirado. Entretanto, los otros Apóstoles, viendo aquellos tres tan radiantes y llenos de luz, muy probablemente percibían que algo de grandioso debía haber ocurrido. Sin duda estaban curiosos, tal vez afligidos, para saber lo que sucedería.

«Quizá pensasen, según sus criterios mundanos, que el Maestro hubiese revelado algún osado plan para la conquista del poder y había, por eso, necesidad de guardarse riguroso secreto.

«La idea de la restauración de un reino temporal, que diese a los israelíes un dominio sobre los demás pueblos, estaba tan arraigada en los judíos de aquel tiempo – y también en los seguidores de Jesús -, que después de la Resurrección todavía hubo quien le preguntase: ‘¿Señor, es por ventura ahora que irás instaurar el reino de Israel?’ (At 1, 6).

«De a poco, Nuestro Señor iba rectificando esta visualización mundana y materialista de sus discípulos. El propio hecho de desplazarse con ellos sin que nadie lo supiese correspondía a este objetivo. Jesús deseaba estar a solas con los Apóstoles para formarlos y prepararlos para las difíciles pruebas futuras. […]

«Anunciando su Pasión y Muerte, Él ponía delante de los Doce el amargor de la prueba y la persecución.

Rivalidades entre los Apóstoles

«Se daban cuenta los Apóstoles, de seguro, que Jesús estaba creando una institución para dar continuidad a su obra. Percibían, también, que Él los iba formando para, en determinado momento, cada cual ejercer un importante papel.

«Continuaban, entretanto, tomados por la idea equivocada de un reino terreno, y su preocupación era precisamente saber quién ocuparía los altos cargos en esta nueva organización.»

Esa mentalidad mundana y materialista de los Apóstoles hacía que surgiesen rivalidades entre ellos, sobre las cuales comenta el Padre Didon:

«Pedro había sido designado como jefe; Santiago y Juan parecían beneficiarse de cierta predilección. Ahora, estas preferencias acentuadas no dejaban de despertar en los otros algún celo y envidia. […] De ahí las disputas ácidas, las competiciones, las ofensas, el amor-propio herido.»

Ilusiones de los israelíes respecto al Mesías

Continúa Monseñor João Clá:

«En ese clima de ambición y de delirio de mando de sus discípulos, Nuestro Senñor los está pacientemente preparando para no sucumbir a la terrible prueba que se aproximaba. […]

«¿Cuál el motivo de tener miedo de preguntar?

«Jesús siempre los trataba con una bondad inefable y la ocasión no podía ser más propicia, estando ellos a solas con su Maestro. ¡Era tan fácil, sobre todo en aquel momento de intimidad, pedirle una aclaración!

«Había para eso una profunda razón psicológica. La perspectiva de aquella Muerte iba contra todos los planes de proyección social, de solución política y económica que ellos deseaban. Significaba la destrucción del castillo de ilusiones que los israelíes montaron respecto al Mesías: el de un hombre muy capaz, lleno de dones para liberar del dominio romano al pueblo electo y proyectarlo por encima de los otros pueblos.»

Debemos alegrarnos con la superioridad de otros

Los Apóstoles «por el camino habían discutido quién era el mayor» (Mc 9, 34).

Tal discusión muestra que ellos estaban picados por la envidia, que es «uno de los vicios más perniciosos. Quien por ella se deja llevar no conoce la felicidad.

«El envidioso está siempre comparándose con los otros, y cuando se depara con quien lo supera en cualquier punto, luego se pregunta: ‘¿Por qué él es más y yo menos? ¿Por qué él tiene y yo no?’ Esta actitud torna ácida y amargada su vida, causando toda especie de sinsabores y, a veces, hasta de malestar físico.

«De este ‘¿por qué?’ – proveniente en último análisis del orgullo – vienen todos los males.»

Al notar que una persona es superior a nosotros, debemos tener, no envidia, sino alegría, como afirma el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira:

«Precisamos ser almas hambrientas de admirar esa superioridad. Viendo que una persona tiene más que yo, digo: «¡Pero qué bueno!» Y si posee una cosa que no tengo: ‘¡Pero qué óptimo! ¡Qué satisfacción!’ Y si es más virtuosa: ‘¡Lamento no ser tan virtuoso cuanto deba, pero me alegro que tal persona sea más virtuosa que yo!’ «.

Por medio de Nuestra Señora, pidamos a Dios que nos conceda la gracia de jamás consentir en cualquier tentación de envidia, y tener una admiración humilde y desinteresada por las personas superiores a nosotros.

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» – 183)

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CLÁ DIAS, João Scognamiglio. EP. O inédito sobre os Evangelhos. Vaticano: Libreria Editrice Vaticana; São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2014, v. IV.
DIDON, OP, Henri-Louis. Jésus-Christ. Paris: Plon, Nourrit et Cie, 1891, p.484.

 

 

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