viernes, 19 de abril de 2024
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El Rosario es el arma de los últimos tiempos, aseguró Hermana Lucía

Redacción (Lunes, 06-05-2019, Gaudium Press) Lucía dos Santos fue una pequeña pastora portuguesa que, juntamente con sus dos primos Francisco y Jacinta Marto, vio a Nuestra Señora en Fátima, en el año 1917.

Francisco y Jacinta murieron muy niños.

Lucía continuó viva por muchos años más y se tornó religiosa.

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En una entrevista que concedió al Padre Agostinho Fuentes, entonces postulador de la causa de beatificación de Francisco y Jacinta, el 26 de diciembre de 1957, la vidente de las apariciones de Fátima, ahora Hermana Lucía de Jesús, aseguró que «el Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los últimos tiempos».

El Padre Agostinho entrevistó a Hermana Lucía en el Convento de las Religiosas Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, en Coimbra, Portugal. La entrevista fue asistida por algunos miembros del alto clero.

Hermana Lucía afirmó que la Santísima Virgen dijo que daría a ella y a sus pequeños primos «los dos últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María».

La religiosa, quien falleció en 2005, aseguró al sacerdote: «con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas». Y advirtió que «Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos colocará muchos pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario».

La entonces última de las videntes vivas resaltó que el programa de salvación transmitido por Nuestra Señora era «brevísimo y fácil», porque con el Santo Rosario «practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, buscaremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros».

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La Hermana Lucía no se detuvo. Continuó hablando con seguridad sobre las recomendaciones de Nuestra Señora:

«No hay problema por más difícil que parezca: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea referente a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias, del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con la oración del Santo Rosario».

No es solo por el énfasis con que Lucía colocó en sus afirmaciones que estas recomendaciones continúan actuales.

Nuestra Señora no hablaba solo para ellos, hablaba a través de ellos. No hablaba solo para aquellos días, hablaba para los tiempos futuros.

Estos ‘tiempos futuros’ no se extinguieron porque una de las promesas de la Virgen de Fátima está todavía para acontecer:
«¡Por último, mi Inmaculado Corazón triunfará!»

Hasta allá, por la bondad de la Madre de Fátima, todavía tenemos oportunidad y tiempo para rezar muchos Santos Rosarios y aumentar en cantidad y calidad nuestra devoción al Inmaculado Corazón de María.

(JSG)

 

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