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"Nuestra meta es el Cielo y no las pequeñeces de la vida", afirma el Papa

Ciudad del Vaticano (Viernes, 16-08-2019, Gaudium Press) Este jueves 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de María, fue también una oportunidad para el Papa Francisco estar con los fieles y peregrinos que se reunieron en la Plaza San Pedro a rezar con él la oración mariana del Ángelus.

«Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador»(Lc. 1,46-47). Estas palabras de la Santísima Virgen narradas en el Evangelio de San Lucas sirvieron de inspiración para la reflexión que el Pontífice hizo, antes de la oración del Ángelus.

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Engrandecer y alegrarse

María exulta por causa de Dios: «Quizás si también a nosotros sucedió de exultar por el Señor: exultamos por el resultado obtenido, por una bella noticia recibida, pero hoy María nos enseña a exultar en Dios, porque Él hace ‘grandes cosas'», dijo el Papa.

Francisco resaltó que las «grandes cosas» son evocadas también por otro verbo: engrandecer, que significa exaltar una realidad por su grandeza. María exalta la grandeza del Señor.

El Papa resaltó que es importante buscar cosas grandes en la vida. Si no es así, nosotros nos perdemos en medio de las pequeñeces de las cosas que nos rodean.

Solamente Dios es grande. Si nosotros queremos felicidad en la vida, debemos comenzar por colocar a Dios en primer lugar. Es esto lo que Nuestra Señora nos enseña:

«Cuántas veces, al contrario, vivimos buscando cosas de poco valor: preconceptos, rencores, rivalidades, envidias, ilusiones, bienes materiales superfluos… ¡Cuántas mezquindades en la vida!

María hoy invita a elevar la mirada para las ‘grandes cosas’ que el Señor realizó en ella. También en nosotros, en cada uno de nosotros, el Señor hace tantas grandes cosas. Es preciso reconocerlas y exultar».

Asunción: solemnidad de las grandes cosas

La solemnidad de la Asunción festeja las «grandes cosas».

María fue asumida en el cielo: pequeña y humilde, recibe primero la gloria mayor. Ella, que es una criatura humana, una de nosotros, alcanza la eternidad en cuerpo y alma. En el Cielo ella nos espera como una madre que espera que los hijos vuelvan a casa. El Cielo es nuestra casa, María es nuestra Madre, es la puerta para entrar en el gozo celeste.

«Nosotros estamos en camino, peregrinos rumbo a la casa allá arriba. Hoy, miramos para María y vemos la línea de llegada. Vemos que en el paraíso, con Cristo, el Nuevo Adán, está también ella, María, la nueva Eva, y eso nos da confort y esperanza en nuestra peregrinación aquí abajo», dijo Francisco al recordar que el pueblo de Dios llama a María de Puerta del Cielo.

«Miremos a lo alto, el cielo está abierto»

El Papa comentó que la fiesta de la Asunción de María es un llamado para todos, especialmente es un llamado para los que son afligidos por dudas, tristezas, aflicciones. Y exhortó para que «Miremos a lo alto, el cielo está abierto».

No temer: nuestra Madre es la puerta del Cielo

María, «como toda madre, quiere lo mejor para sus hijos y nos dice:

‘Ustedes son preciosos a los ojos de Dios; no son hechos para los pequeños placeres del mundo, sino para las grandes alegrías del cielo’. Sí, porque Dios es alegría, no tedio.

Dejemos que Nuestra Señora nos tome de la mano. Toda vez que agarramos el Rosario y rezamos, damos un paso adelante rumbo a la gran meta de la vida», concluye el Pontífice. (JSG)

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