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El mayor de todos los Sacramentos

Redacción (Miércoles, 04-09-2019, Gaudium Press) Después de haber lavado los pies de los Apóstoles, inclusive los de Judas Iscariote, el Redentor instituyó el Sacramento de la Eucaristía.

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Fundamento de nuestra Fe en la Eucaristía

La Eucaristía es el mayor de todos los sacramentos, pues en ella está Nuestro Señor Jesucristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Narra San Marcos:

«Mientras comían, Jesús tomó el pan y, habiendo pronunciado la bendición, lo partió y les entregó, diciendo: ‘Tomad, esto es mi Cuerpo’.

«En seguida, tomó el cáliz, dio gracias, les entregó y todos bebieron de él. Jesús les dijo: ‘Esto es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que es derramada en favor de muchos. En verdad os digo, no beberé más del fruto de la vid, hasta el día en que beberé el vino nuevo en el Reino de Dios.'» (Mc 14, 22-25)

Esas palabras son repetidas casi sin variaciones por San Mateo, San Lucas y San Pablo (cf. Mt 26, 26-29; Lc 22, 17-20; I Cor 11, 23-25), y constituyen el fundamento de nuestra Fe en la Eucaristía.

La palabra de Nuestro Señor es creadora

Explica Monseñor João Clá:

«Todo lo que es revelado por Dios es misterio de la Fe, pero la Eucaristía lo es por excelencia. Cuando el sacerdote profiere la fórmula de la Consagración, tenemos que creer que el pan y el vino que vemos, probamos, olemos y hasta tocamos con la lengua, y cuya apariencia no cambió en nada, pasaron a ser Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

«Los sentidos nos engañan – ¡y no solo en asuntos de Fe! -, pues ellos perciben apenas los accidentes y no captan la substancia. Pero, gracias a la Fe que ilumina la inteligencia, sabemos que allí está Jesús Sacramentado.

«¿Cuál es la razón que nos lleva a aceptar esta verdad?

«La afirmación de Nuestro Señor: ‘Esto es mi Cuerpo… Este es el cáliz de mi Sangre…’. Porque la palabra de Él es divina; luego, es creadora, es ley, es ‘viva, eficaz’ (Hb 4, 12), produce aquello que significa y ‘permanece eternamente’ (Is 40, 8).»

Primera comunión de la Santísima Virgen

Comenta el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira que, mientras el Salvador «era traicionado y los judíos planeaban matarlo, Él instituía un modo de quedarse con los hombres ininterrumpidamente.

«Es un hecho muy bonito: Nuestro Señor, después de la institución de la Sagrada Eucaristía, no dejó más de estar en la Tierra por un instante siquiera. En el momento en que los judíos pensaban armar una trampa para expulsarlo de la Tierra, el Redentor preparaba una sacratísima ‘trampa’ contra ellos. Instituyó la Eucaristía y, cuando murió, se quedó bajo la forma eucarística en Nuestra Señora; así no abandonó al mundo en ningún momento».

Nuestra Señora hizo su primera Comunión cuando Jesús instituyó la Sagrada Eucaristía. Afirma Jourdain:

«Fue principalmente para su Santísima y Beatísima Madre que Nuestro Señor Jesucristo instituyó el Sacramento de la Eucaristía. Sin duda, Él lo instituyó para toda la Iglesia, pero, después de Jesús, María es la parte principal de la Iglesia».

La Sagrada Hostia nos asume y transforma

Escribe Monseñor João Clá:

«El alimento material fue creado para el desarrollo y sustento orgánico del hombre, con vistas también a servir de símbolo para la institución de la Eucaristía.

«Hay, entretanto, una distinción entre el alimento material y el espiritual. El primero produce en nosotros sus efectos, convirtiéndose en substancia de nuestro organismo, al ser por él asimilado. Con el segundo pasa exactamente lo contrario, pues nosotros somos asumidos por él, como dice San Agustín: ‘La fuerza que en él se simboliza es la unidad, para que agregados a su Cuerpo, hechos miembros suyos, seamos lo que recibimos’.

«En la Sagrada Hostia, el Creador se dona a la criatura y, al mismo tiempo, la asume y transforma, tornándola más semejante a Él. Y, si ella corresponde a su amor, establece con ella una ‘comunión de voluntad’ que, conforme enseña el Papa Benedicto XVI, ‘crece en comunión de pensamiento y sentimiento’.»

«Christianus alter Christus – El cristiano es otro Cristo, pues, en realidad, por el Bautismo pasamos a ser otros Cristianos, y la Eucaristía va paulatinamente reproduciendo en nosotros los mismos sentimientos y virtudes propios al Hombre-Dios.

«Con el tiempo, y por la asidua frecuencia a este Sacramento, pensaremos, amaremos y actuaremos tal como Él. Nuestra caridad, humildad, obediencia y demás virtudes serán semejantes a las de Él».

Símbolo de la esclavitud

El hecho de Dios «¡ofrecerse a los hombres como alimento, es inimaginable! ¡Ni siquiera los ángeles podrían pensar algo tan osado!

«Vemos en esta osadía cuánto Dios nos ama a cada uno de nosotros. Él promovió el orden del universo con vistas a la Eucaristía, porque quiere unirnos a Él de una forma extraordinaria y tornarse nuestro esclavo. Sí, pues cuando el sacerdote pronuncia la fórmula de la Consagración, Él obedece a su voz, opera la transubstanciación y se renueva de forma incruenta el Sacrificio del Calvario.

«¡La Eucaristía es, por tanto, símbolo de la esclavitud de Dios a nosotros, pero, sobre todo, de nuestra esclavitud a Él, pues si Él así se entrega a nosotros, también es preciso nosotros entregarnos a Él sin reservas!»

Que esas consideraciones nos ayuden a compenetrarnos mejor de la sublimidad de este inmenso don de Dios a la humanidad, y del papel de Nuestra Señora en la devoción eucarística.
 
Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» – 207)

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CLÁ DIAS, João Scognamiglio. EP. O inédito sobre os Evangelhos. Vaticano: Libreria Editrice Vaticana; São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2014, v. III, p. 429-430.

CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Como corresponder com gratidão ao infinito dom da Eucaristia? In revista Dr. Plinio, São Paulo. Ano XII, n. 136 (julho 2009), p. 13.

Idem. O sepulcro do Senhor. In revista Dr. Plinio. Ano XIII, n. 145 (abril 2010), p. 22.

JOURDAIN, Zéphyr-Clément. Somme des grandeurs de Marie. 2.ed. Paris: Hippolyte Walzer, 1900, t. IV, p.561.

CLÁ DIAS, João Scognamiglio. EP. O inédito sobre os Evangelhos. Vaticano: Libreria Editrice Vaticana; São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2014, v. IV, p. 318.

Deus caritas est. N. 18.

CLÁ DIAS, op. cit., 2013, v. VII, p. 325-326. 

Idem, ibidem, 2014, v. IV, p. 319.

Idem, ibidem, 2014, v. III, p. 431.

 

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