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Huesca (Lunes, 09-09-2019, Gaudium Press) El Obispo de Huesca, Mons. Julián Ruiz Martorell, emitió el pasado 2 de septiembre el Decreto 034/2019, mediante el cual regula en toda la diócesis española la celebración litúrgica de las exequias.
El prelado ha decretado que a partir del próximo 1 de octubre, en todas las parroquias y comunidades de la jurisdicción eclesial se evite: Leer cartas de despedida o escritos de agradecimiento a los difuntos; pronunciar alocuciones laudatorias o biográficas sobre el fallecido, así como elegías o elogios; añadir lecturas u oraciones que no se encuentren en el ritual de exequias; e interpretar música o cantos que no sean los adecuados para este ritual.
En el documento, Mons. Ruiz Martorell recuerda, según dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que las exequias cristianas son una celebración litúrgica de la Iglesia por medio de las cuales se busca expresar «la comunión eficaz con el difunto, y hacer participar en esa comunión a la asamblea reunida», anunciándole así la vida eterna.
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| El prelado ha decretado que a partir del próximo 1 de octubre, en todas las parroquias y comunidades de la jurisdicción eclesial se evite interpretar música o cantos que no sean los adecuados para el ritual de exequias / Foto: Il Ragazzo por Cathopic. |
Refiriéndose a la Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la Sagrada Liturgia, el prelado señala que el Concilio Vaticano II pidió que las exequias cristianas manifestasen de manera clara «el sentido pascual de la muerte del cristiano», y que el rito respondiese «a las circunstancias y tradiciones de cada país».
«Este deseo expresaba el fuerte interés en que la liturgia resplandezca en su ser más genuino y profundo y que los fieles puedan vivir con una participación activa, consciente y fructuosa», añade el Obispo de Huesca citando la mencionada Constitución sobre la Sagrada Liturgia, que en el numeral 11 indica:
«Para asegurar esta plena eficacia es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada Liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en vano. Por esta razón, los pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita, sino también para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente».
No en vano el ritual de las exequias es la manera de recomendar los difuntos a Dios. Como bien señala el Catecismo de la Iglesia en su numeral 1690:
«El adiós (‘a Dios’) al difunto es ‘su recomendación a Dios’ por la Iglesia. Es el ‘último adiós […] por el que la comunidad cristiana despide a uno de sus miembros antes que su cuerpo sea llevado a su sepulcro'».
Mons. Ruiz Martorell dice, además, que el ritual para las exequias, el publicado en el año 1969, que tuvo su versión en español en 1971, salió a la luz justamente para mostrar que «la fe cristiana confiere un profundo sentido a la muerte y que, lejos de una concepción desgarradora, vacía o nihilista, puede llegar a ser vivida como un anuncio gozoso y confiado de la vida eterna y de la esperanza en la resurrección propias de nuestra fe».
Es así que, teniendo en cuenta los cambios que ha vivido la sociedad desde que se publicó la edición típica del ritual de exequias, y para una mayor comprensión del mismo, dándole un mayor sentido litúrgico «que muestre el anuncio gozoso y confiado de la vida eterna y de la esperanza en la resurrección propias de nuestra fe», el Obispo de Huesca ha emitido el presente decreto.
Con información de SIC.
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