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Jerusalén (Jueves, 12-09-2019, Gaudium Press) Al recordar la Natividad de María, fiesta que la Iglesia católica celebró el 8 de septiembre, nos dirigimos al lugar vinculado con este acontecimiento: la Basílica de Santa Ana en Jerusalén.
Esta iglesia acogió el pasado domingo una celebración Eucarística que contó con la presencia de los Franciscanos, que son los custodios de Tierra Santa, y de los Padres Blancos, custodios de la Basílica.
La Misa fue presidida por Fray Stéphane Milovitch, vice ecónomo custodial y responsable de la Oficina de Bienes Culturales de la Custodia de Tierra Santa, quien durante la homilía destacó el lugar que María ocupa en el Plan de Salvación de Dios.
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| En la misa estuvieron presentes los Franciscanos de Tierra Santa y los Padres Blancos, custodios de la Basílica de Santa Ana en Jerusalén / Foto: Nadim Asfour – CTS. |
Dijo que Nuestra Señora «está en el corazón de todos», y elevó a Ella una acción de gracias por su protección. Además subrayó que la Virgen es «la estrella de la nueva evangelización», ya que de Ella se aprende «cómo transmitir a Cristo a los hombres y mujeres de nuestra generación».
La Misa también contó con la presencia de fieles franceses, ya que la Basílica se halla dentro de los Territorios Franceses de Jerusalén, razón por la cual antes de la bendición final de la Eucaristía, se rezó la tradicional oración por la República Francesa pidiendo por la justicia y la paz sólida en el país europeo.
Sobre el rol de Francia en las celebraciones de la Basílica se refirió también Fray Stéphane en entrevista con Christian Media Center, medio de comunicación de la Custodia de Tierra Santa:
«El ciclo litúrgico de los franciscanos se encuentra con el ciclo de las liturgias del Consulado de Francia, y estamos contentos de ver en este lugar, que es territorio francés, diferentes comunidades presentes en Jerusalén. Los franciscanos celebran aquí desde hace mucho tiempo. A finales del siglo XIX, este lugar fue donado a los Padres Blancos y los franciscanos continuaron celebrando esta liturgia como antes».
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| Gruta del nacimiento de la Virgen / Foto: Nadim Asfour – CTS. |
Esta celebración es una de las más tradiciones de la Custodia Franciscana en Tierra Santa, que se celebra desde siglos atrás. Incluso durante la ocupación musulmana los frailes menores intentaron por varios medios acceder al templo para celebrar la Natividad de María. La historia señala que en una ocasión lograron ingresar a la iglesia a través de una ventana que aún hoy es visible desde la cripta. La autorización oficial para la celebración del 8 de septiembre la obtuvieron en el siglo XV.
Con los años, más exactamente en 1856, luego de la Guerra de Crimea, el templo fue donado por el sultán Abdul Majid a Napoleón III. Tras la Guerra de 1967 el templo sufrió daños considerables, siendo necesario un proceso de restauración, trabajo que fue confiado a los Padres Misioneros de África.
La Basílica de Santa Ana en Jerusalén tiene su origen en el protoevangelio de Santiago, donde se indica que la casa de los padres de María – los santos Joaquín y Ana – se hallaba «no muy lejos del Templo». En este lugar se edificó una pequeña iglesia donde se encuentra la gruta del nacimiento de la Virgen. Desde la dedicación del templo en el siglo IV, la celebración de la solemnidad se extendió por Occidente.
La iglesia fue edificada por los cruzados, y es una de las construcciones que se mantuvieron intactas gracias al rey Saladino, que en su tiempo la convirtió en escuela coránica.
Con información de Custodia de Tierra Santa y Christian Media Center.
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