jueves, 25 de abril de 2024
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Cardenal alienta el revivir por el Sacramento de la Confesión

Ciudad del Vaticano (Lunes, 23-12-2019, Gaudium Press) «Dios se hizo hombre para darnos vida y todo confesor es realmente un ministro de la vida, sobretodo en este tiempo de Navidad, en que, por la gracia de Dios, en muchos lugares, tantos fieles se aproximan al Sacramento de la Reconciliación».

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Este es un trecho de una carta escrita por el cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario-Mayor de la Iglesia, en la cual el purpurado exhorta a los sacerdotes confesores a la escucha humilde y atenta de las confesiones sacramentales en estos últimos días de la novena que nos prepara para la gran Solemnidad de la Navidad.

El cardenal invita a los sacerdotes a la escucha, la prudencia de juicio y la alegría y recuerda que los confesores son «ministros de la vida, ministros de la misericordia, ministros del único amor que, todavía y siempre, se dona a nosotros para que podamos abrirnos a Él».

Características del buen confesor

Para el cardenal Piacenza, el buen confesor nunca debe negar la atención a la escucha.

Y él explica: «Una única palabra, el tono de la voz, un detalle, una inquietud indirecta pueden revelar los secretos del alma y permitir el consejo correcto, la palabra precisa, la auténtica indicación del camino. Al contrario, palabras imprudentes o desatentas pueden bloquear, incluso por años, una consciencia que tiene dificultad de abrirse a Dios».

En su carta, otra característica indispensable que el purpurado destaca en el buen confesor es la prudencia en el juicio, para no desalentar al penitente en el camino de fe o en la lucha contra el pecado, y para introducir siempre en la alegría de la vida, que el sacramento de la reconciliación es continuamente llamado a restaurar.

Todavía en su carta, el Penitenciario-Mayor estimula que sea preservada la característica de la alegría en la confesión. Y él recuerda que «para todos, ministros y penitentes, el Sacramento de la Reconciliación debería ser siempre una «Fiesta de la fe»: un momento de feliz celebración de la renovada comunión con Dios y con la Iglesia».

La Navidad del Señor es la «Fiesta de la vida»

El cardenal Piacenza recuerda a los confesores que la vida recibida de Cristo crucificado y resucitado es sacramentalmente donada a los hombres en cada confesión:

«Es esta, en el fondo la propia esencia del cristianismo: es una opción para la vida, contra el dominio del pecado y de la muerte. Y la vida que encontramos en el Sacramento de la Confesión consiste en el encuentro con el Amor.

Encontrar la vida es encontrar el amor; el amor misericordioso de Dios que perdona, crea y recrea siempre, abriendo el hombre a la caridad.

Quien encontró el amor encontró la vida; el encuentro con el amor es un encuentro con la vida.

Por ese motivo, la Navidad del Señor es, por excelencia, la «Fiesta de la vida» y, por eso, la fiesta del amor, del amor hecho carne».

(JSG)

 

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