jueves, 25 de abril de 2024
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Consejos de San Francisco de Sales para usuarios de redes sociales

Washington (Sábado, 25-01-2020, Gaudium Press) ¿Puede un Santo del Siglo XVI guiar a los católicos en materias tan recientes como el uso de las redes sociales? Para el redactor Philip Kosloski de la plataforma católica Aleteia, la respuesta es un sí rotundo. Aunque las formas de la comunicación hayan cambiado en los últimos años – y radicalmente gracias a los avances de la técnica – el alma humana, sus limitaciones y necesidades siguen inalteradas y se expresan a veces lamentablemente en el anonimato de las redes en aspectos como la difamación, la murmuración o el juicio temerario de otros. «San Francisco de Sales, aunque vivió en el siglo XVI, escribió una profunda obra espiritual titulada Introducción a la Vida Devota que contiene una gran cantidad de sabiduría que todavía se puede aplicar hoy, en el siglo XXI», expuso el redactor.

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San Francisco de Sales.

Uno de los principios puestos como ejemplo por Kosloski es la frase del Santo: «No declares a un hombre como un borracho, aunque es posible que lo hayas visto borracho o como adúltero, porque sabes que ha pecado; un solo acto no lo estampa para siempre». El Santo tomó de la Sagrada Escritura ejemplos de grandes figuras que cometieron errores pero demostraron superarlos de manera ejemplar, como San Pablo, a quien se podría haber acusado de sanguinario o blasfemo por su persecución a los cristianos antes de su conversión. «¿Qué seguridad tenemos de que el que ayer fue pecador es el mismo hoy?», cuestionó San Francisco de Sales.

Esta tendencia a juzgar, a veces con el fundamento de una única publicación, es frecuente en las redes sociales, cuando los usuarios expresan conclusiones inmediatas. «Todos cometemos errores y, a veces, lo que publicamos dará una imagen negativa de quiénes somos. Sin embargo, no podemos emitir un juicio basado en lo que vemos en las redes sociales», invitó Kosloski. En su lugar propuso otro consejo del Santo francés: «Cuando escuche el mal de alguien, arroje cualquier duda que pueda sobre la acusación; o si eso es imposible, ponga una excusa disponible para el culpable; e incluso cuando eso no sea posible, sea compasivo y compasivo, y recuerde a aquellos con quienes está hablando que quienes se mantienen erguidos lo hacen únicamente a través de la Gracia de Dios».

«No nos sirve de nada señalar con el dedo a otra persona, cuando no hemos hecho ningún esfuerzo por corregir las fallas en nuestras propias vidas», recordó el redactor. «No podemos ver el corazón de otra persona, pero sí podemos ver dentro de nuestro propio corazón». Otros consejos útiles de San Francisco de Sales involucran el estilo personal de comunicación que no sólo permitirán un buen uso de las redes, sino que tendrán un buen impacto sobre la propia imagen. «Deje que sus palabras sean amables, francas, sinceras, directas, simples y verdaderas; evite todo artificio, duplicidad y simulación, recordando que, aunque no siempre es bueno publicar en el extranjero todo lo que puede ser cierto, nunca puede oponerse a la verdad», aconsejó el Santo Obispo. » Convierta en una regla nunca decir a sabiendas lo que no es estrictamente cierto, ya sea acusando o excusando, siempre recordando que Dios es el Dios de la Verdad».

«Cuando sea necesario contradecir a alguien o afirmar la propia opinión, debe hacerse con gentileza y consideración , sin irritación ni vehemencia», propuso el Santo en otro de sus apartes. «De hecho, no ganamos nada por la agudeza o la petulancia». Puede ser evidente para muchos lectores la diferencia que marcaría la aplicación de este consejo en las redes sociales especialmente marcadas por la confrontación y el debate. Finalmente, el Santo propuso recordar la importancia del silencio para aumentar la calidad de la comunicación, especialmente valioso en una era de ruido. «El silencio, tan elogiado por los sabios de la antigüedad, no se refiere tanto al uso literal de pocas palabras, como a no usar muchas palabras inútiles», aclaró San Francisco de Sales. «En este sentido, debemos mirar menos a la cantidad que a la calidad y, como me parece, nuestro objetivo debe ser evitar ambos extremos.»

Con información de Aleteia.

 

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