viernes, 29 de marzo de 2024
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La Fiesta de la Madre de todas las iglesias del mundo

Redacción (Martes, 09-11-201, Gaudium Press) El día 9 de noviembre la Santa Iglesia, en todo el orbe católico, conmemora la Fiesta de dedicación de la Archibasílica del Santísimo Salvador y los Santos Juan Bautista y Evangelista, comúnmente llamada Basílica de San Juan de Letrán o Lateranense.
Este templo sagrado, histórico e imponente, es de gran significado para los fieles de todo el mundo, pues es la más importante de las cuatro basílicas papales, sede de la diócesis de Roma y Catedral del Papa, en la cual está la Cathedra romana, el trono papal, símbolo de su poder e infalibilidad.

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San Juan de Letrán

Foto: Abin Anwar

Su historia se inicia alrededor del año 65. En esta época el área de la actual basílica pertenecía a la noble familia de los Laterani. Según los anales de Tácito, Nerón la habría confiscado de su cónsul Plauzio Laterano, debido a la conspiración que este movió contra el emperador. Descubierta la conspiración, Plauzio fue muerto y sus tierras pasaron a ser propiedad del Imperio.

En el 201 el emperador Sétimo Severo utilizó parte del terreno para la construcción de un edificio militar, donde pretendía abrigar a los caballeros celtas que componían su guardia personal. Esta nueva edificación llevó el nombre de «Nueva Caserna de los Guardias Celtas».

En ese mismo período Sétimo Severo donó la otra parte del terreno a su amigo y valeroso comandante Tito Sextio Laterano. Se considera la posibilidad de que este fuese pariente del conspirador Plauzio Laterano. El hecho es que hasta la Edad Media las construcciones que allá se hacían llevaban el nombre de ‘iuxta Lateranis’ (próximo al Letrán).

El terreno con el tiempo pasó a pertenecer a una mujer llamada Fausta, que se cree era segunda esposa de Constantino (280-337). Como dote ella dio al emperador la casa llamada Domus Faustae y la Nueva Caserna de los Guardias Celtas.

Antes de la batalla de Puente Milvia, el emperador Constantino tuvo el famoso sueño en el cual veía una cruz y las palabras IN HOC SIGNO VINCES (con esta señal vencerás). Corriendo a marcar el escudo de todos sus soldados con una cruz, obtuvo gran victoria.

Después de este milagroso triunfo Constantino proclamó un edicto (313) dando libertad de culto al Cristianismo, hasta entonces blanco de persecución de muchos emperadores. Tiempos después quiso ofrecer a la Iglesia un lugar para el ejercicio del culto católico. Escogió la Caserna de los Caballeros Celtas, ofreciéndola al Papa Melquíades a fin de que en aquel terreno se edificase una iglesia, la primera de Occidente.

Poco tiempo después la basílica seria consagrada por el Papa Silvestre I y dedicada al Santísimo Salvador. Posteriormente, en el siglo IX, Sergio III la dedicó también a San Juan Bautista, y en el siglo XII Lucio II agregó al título el nombre de San Juan Evangelista.

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Interior de la Archibasílica

Foto: Lawrence OP

La Basílica Lateranense, hasta el siglo XIV, fue la sede del papado y residencia papal durante toda la Edad Media. En este período fue objeto de lamentables depredaciones por parte de visigodos y vándalos, pero también de significativas reformas y perfeccionamientos.

En el año 1309, por diversos motivos, Clemente V fue residir en Aviñón, donde los papas permanecieron hasta 1377, cuando por fin Gregorio XI pudo volver a Roma. Entretanto durante este período Letrán quedó casi abandonado y sus lamentables condiciones hicieron que el Papa, retornando a Roma, fuese a vivir en el Vaticano.

Desde entonces la Basílica y sus dependencias pasaron por diversas restauraciones y reconstrucciones de ciertas partes, alcanzando el indescriptible esplendor y grandeza que hoy en ella se contemplan.

La Archibasílica del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Evangelista, por encima de todo, es un símbolo de la unidad de la Iglesia y la Primacía del Obispo de Roma, como también una prueba de la inmortalidad de la Iglesia.

Con efecto, así como «los torrentes dieron contra la casa [la Iglesia] y no la pudieron abalar» (Lc 6, 48), del mismo modo la basílica a pesar de todas las tempestades no fue destruida, al contrario creció y pobló el mundo todo con sus hijas, las millares de iglesias esparcidas por la tierra, correspondiendo a su glorioso título de Omnium Urbis et Orbis Ecclesiarum Mater et Caput, Madre y Cabeza de todas las Iglesias de la ciudad (de Roma) y el Mundo.

Es con la alegría de una hija que celebra un año más de la larga existencia de su bondadosa, santa y querida Madre, que las iglesias de todo el orbe deben conmemorar la fiesta de la dedicación de la Basílica Lateranense.

Por Renán Freitas

 

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