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Serravalle (Lunes, 20-06-2011, Gaudium Press) «En el mundo existe el mal, existe el egoísmo, existe maldad y Dios podría venir a juzgar este mundo, para destruir el mal, para castigar a aquellos que operan en las tinieblas. Al contrario Él demuestra amar al mundo, amar al hombre, a pesar de su pecado», afirmó Benedicto XVI en su visita a San Marino, alentando a los ciudadanos de la menor república del mundo a desarrollar «el precioso depósito» de la fe a pesar de las «profundas y rápidas transformaciones culturales, sociales, económicas, políticas, que determinaron nuevas orientaciones y modificaron mentalidades, costumbres y sensibilidad».
El Santo Padre ayer en visita a la diócesis de San Marino – Montefeltro, una diócesis particular porque en sus circunstancias eclesiales comprende dos países, la República de San Marino y el territorio italiano. Los fieles se prepararon para la visita del Papa con una peregrinación de un ícono de Nuestra Señora.
Benedicto XVI llegó a la República de San Marino a las 9:30 al helipuerto de Torraccia recibido por un sonido difundido por las campanas y aplausos de más de 22 mil fieles presentes en el estadio y alrededor de él que asistieron a la misa en vivo por las pantallas. Las calles por las cuales el Papa recorrió en el Papamóvil fueron decoradas con banderas del Vaticano y de San Marino, así como grandes posters. El afecto al Papa fue demostrado también por las parroquias de San Marino que colocaron pancartas con escritos como aquella de la parroquia de Borgo Maggiore, «Nuestro corazón exulta», o de la comunidad cristiana de la «Madre de la Consolación», «Benedicto XVI confirma nuestra fe». No faltaron también las felicitaciones por el próximo aniversario de sacerdocio: «Al Santo Padre Benedicto XVI felicitaciones por los 60 años de oración», decía un cartel en el recorrido de la calle principal.
«Tampoco aquí faltan dificultades, problemas y preocupaciones», observó el Santo Padre al inicio de la homilía agregando las palabras de esperanza y de «estímulo para perseverar en el testimonio de los valores humanos y cristianos, tan profundamente radicados en la fe y la historia de este territorio y de su población».
En la homilía del Papa no faltaron las alusiones a la difícil situación económica y a los desafíos actuales de la República y la región, pero Benedicto XVI recordó principalmente la importancia de la custodia de la larga historia desde el inicio profundamente cristiano. «Queridos sanmarinenses, fue y es la fe, y esta fe creó una civilización verdaderamente única», recordó el Pontífice.
Las figuras que fundaron la primera comunidad cristiana en el territorio de la actual diócesis de San Marino – Montefeltro fueron los dos santos del siglo III, el diácono Marino y León. Y ahora la Iglesia católica debe «enfrentarse con profundas y rápidas transformaciones culturales, sociales, económicas, políticas, que determinaron nuevas orientaciones y modificaron mentalidades, costumbres y sensibilidades» que traen también dificultades y obstáculos, principalmente como los «modelos hedonísticos que oscurecen la mente y corren el riesgo de anular cualquier moralidad».
«Se insinuó -continuó el Santo Padre- la tentación de creer que la riqueza del hombre no sea la fe, sino su poder personal y social, su inteligencia, su cultura y su capacidad de manipulación científica, tecnológica y social de la realidad. Así, también en estas tierras, se comenzó a sustituir la fe y los valores cristianos con supuestas riquezas, que se revelan, por último, inconsistentes e incapaces de mantener la gran promesa de lo verdadero, del bien, de lo bello y lo justo que por siglos sus antepasados identificaron con la experiencia de la fe».
La misa en Serravalle terminó con la recitación del Ángelus. En esta ocasión el Papa aludió a algunos eventos: la beatificación de hermana Marguerite Rutan, una hija de la caridad de Dax, en Francia, «condenada a la muerte por su fe católica y su fidelidad a la Iglesia». Benedicto XVI recordó también que mañana es la Jornada Mundial del Refugiado. Por ocasión del 60° aniversario de adopción de la Convención Internacional, el Pontífice pidió a las autoridades civiles «garantizar el acogimiento y dignas condiciones de vida a los refugiados, en la espera de que puedan retornar a la patria libremente y en seguridad».
Ayer en la mañana en el estadio de Serravalle el Papa fue recibido por un bonito sol, cielo azul y una leve brisa, mientras el sábado el viento causó la caída de algunas barreras preparadas en el centro histórico y colocando en riesgo el desarrollo de la visita. Para el almuerzo y una parada de descanso, el Papa fue hasta la Casa San Giuseppe, en la localidad Valdragone.
San Marino se preparó con el corazón para el evento. Para los peregrinos fueron dados quepis y chales con el logotipo de la visita, los libretos para la misa y una botella de agua de la visita. Para los periodistas el Centro de Prensa fue organizado arriba de la piscina a lado del estadio, donde, como bienvenidas, se situaron rosas en el cable de internet.
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