miércoles, 24 de abril de 2024
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El grito de Jesús en la cruz nos enseña a salir de nuestro "yo" y a orar por lo sufrimientos de los otros, dice el Papa en la audiencia general

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 08-02-2012, Gaudium Press) El grito de Jesús en la cruz justo antes de su muerte «nos recuerda como en la oración tenemos que superar las barreras de nuestro ‘yo’ y de nuestros problemas y abrirnos a las necesidades y sufrimientos de los demás», dijo el Santo Padre al final de la catequesis sobre el último grito de la oración de Jesús en la audiencia general de esta mañana, dirigida a 4.000 personas presentes en el Aula Pablo VI.

2012-02-08T121915Z_948266485_GM1E8281KOL01_RTRMADP_2_POPE.jpgLa oración en la cruz fue narrada en los Evangelios de San Marcos y San Mateo, en griego, hebreo y arameo. Los evangelistas también describen la reacción de la gente y de la naturaleza al grito de Jesús que hace parte de su muerte. «En la escena de la crucifixión de Jesús las tinieblas rodean la tierra y son tinieblas de muerte de las que el Hijo de Dios surge para dar vida, con su acto de amor», observó el Papa.

El grito de «¡Elì, Elì, lemà sabactàni» (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) son las palabras del Salmo 22, en el que «el salmista expresa a Dios la tensión entre el sentirse dejado solo y la conciencia cierta de la presencia de Dios entre su pueblo». Es la oración «delante de las situaciones más difíciles y dolorosas, cuando parece que Dios no siente, no hay que tener miedo de confiar en él todo el peso que llevamos en el corazón, no hay que tener miedo de gritarle nuestro sufrimiento». Con estas palabras, Jesús no expresa la «desesperación de la muerte» ni incluso la sensación de abandono, sino que confirma la proximidad de su Padre y ora por el pueblo.

Jesús «de esta manera – el Papa subrayó – no sólo toma para sí mismo la pena de su pueblo, sino también la de todos los hombres que sufren por la opresión del mal y, al mismo tiempo, lleva todo esto al corazón de Dios precisamente en la certeza de que su grito será escuchado en la resurrección». En su oración «están comprendidas la confianza extrema y el abandono en las manos de Dios, incluso cuando parece ausente, incluso cuando parece permanecer en silencio, siguiendo un designio para nosotros incomprensible». Él en la cruz escoge «el sufrir en comunión con y por nosotros, que proviene del amor y trae ya en sí la redención, la victoria del amor».

Al final de la catequesis, el Santo Padre hizo hincapié en que también debemos enfrentar el «hoy del sufrimiento, del silencio de Dios – expresado con tanta frecuencia en nuestras oraciones – pero estamos delante del ‘hoy’ de la Resurrección», para cargar con nuestros sufrimientos. «La oración de Jesús cuando murió en la cruz nos enseña a orar con amor por tantos hermanos y hermanas que sienten el peso de la vida cotidiana, viviendo momentos difíciles, que están en el dolor, que no tienen una palabra de consuelo», dijo el Papa .

El tema y las palabras de la catequesis de Benedicto XVI fueron dichas también en el contexto de su llamado a la solidaridad por las víctimas de la fuerte ola de frío e hielo que paraliza Europa desde hace dos semanas. En su apelo el Santo Padre expresó su «cercanía a las poblaciones afectadas por el mal tiempo tan intenso», invitando a «la oración por las víctimas y sus familias» y pidiendo «solidaridad para que sean socorridas con generosidad las personas que sufren de estos trágicos acontecimientos».

En la audiencia general de esta mañana asistieron los miembros de la comunidad del Colegio sacerdotal argentino de Roma, los participantes del curso promovido por el centro internacional de animación misionera de Roma para la lengua española, y un grupo de 13 fieles de la parroquia de Porto Alegre, Brasil, y 80 fieles de la parroquia de Monte Tabor de Managua, Nicaragua.

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