jueves, 18 de abril de 2024
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"No hay Pentecostés sin la Madre de Jesús", dice el Papa en la Audiencia General

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 14-03-2012, Gaudium Press) «La vida humana atraviesa diversas fases de pasaje, muchas veces difíciles y que requieren empeño, que requieren elecciones inalienables, renuncias y sacrificios», por eso, como modelo y ayuda «la Madre de Jesús fue colocada por el Señor en momentos decisivos de la historia de la salvación y supo responder siempre con plena disponibilidad, fruto de un lazo profundo con Dios madurado en la oración asidua e intensa». El Santo Padre hoy de mañana, en la audiencia general en la Plaza San Pedro, en presencia de 10 mil personas, comenzó un nuevo capítulo del ciclo de las catequesis sobre la oración, dedicado a los Hechos de los Apóstoles y a las Epístolas de San Pablo. Hoy él habló sobre la presencia orante de María.

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«María invita a abrir las dimensiones de la oración», dice el Papa

María, Madre de Dios está presente en los escritos de San Lucas, en el Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles, desde el inicio hasta el fin. Su oración junto a la oración de Jesús es «uno de los elementos recurrentes». Por el hecho de que San Lucas hizo las últimas alusiones a María en los dos escritos en el día de sábado, se desarrolló la tradición que el Sábado sea un día mariano.

María está presente en la Última Cena en el momento de Pentecostés. Su presencia es señalada «por la capacidad de mantener un perseverante clima de recogimiento, para meditar sobre cada acontecimiento en el silencio de su corazón, delante de Dios» en la espera del «don del Espíritu Santo, sin el cual no es posible tornarse testigos». Por tanto, «si no hay Iglesia sin Pentecostés – afirmó el Papa – no hay tampoco Pentecostés sin la Madre de Jesús, porque Ella vivió de modo único aquello que la Iglesia experimenta todos los días bajo la acción del Espíritu Santo».

El lugar privilegiado de María es la Iglesia, para la cual Ella es modelo y figura excelentísima. «Venerar a la Madre de Jesús en la Iglesia – continuó el Papa – significa entonces aprender con Ella a ser comunidad que reza». Frecuentemente nuestra «oración es dictada por situaciones de dificultad, por problemas personales que llevan a dirigirnos al Señor para tener luz, conforto y ayuda. María invita a abrir las dimensiones de la oración, a dirigirnos a Dios no solamente en la necesidad y no solo por nosotros mismos, sino de modo unánime, perseverante, fiel, con un «solo corazón y una sola alma», continuó el Santo Padre.

 

 

 

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