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El oficio de tinieblas

Redacción (Miércoles, 04-04-2012, Gaudium Press) El oficio de tinieblas (matutina tenebrarum) es el oficio de las ‘maitines’ y ‘laudes’ de jueves, viernes y sábado santo que se anticipa a la víspera correspondiente, al acercarse a las tinieblas de la noche, para que pueda asistir el pueblo.

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Las 15 velas son encendidas al inicio de la ceremonia

El oficio del miércoles recorre la Pasión entera del Señor; el del jueves insiste sobre su Muerte y su larga Agonía; y el del viernes celebra sus Exequias y su Sepultura.

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El oficio es cantado al caer la noche

El nombre se deriva de tres situaciones de tinieblas:

1 – Las tinieblas naturales de medianoche al anochecer, o sea, las horas destinadas a la recitación del oficio, recordando las palabras de Cristo preso en las tinieblas de la noche: «Haec est hora vestra et potestas tenebrarum» (Esta es vuestra hora y del poder de las tinieblas), (Lc 22, 53).

2 – Las tinieblas litúrgicas, cuando durante las ceremonias de la pasión se apagan todas las luces en la iglesia, excepto una.

3 – Las tinieblas simbólicas de la pasión.

Quince velas

Se canta este oficio al caer la noche. Por este motivo el auxilio de las luces de velas se torna indispensable.
En el coro es colocado un candelabro de quince velas. Una de ellas es de color blanca y todas las otras son hechas de cera amarilla y común, como señal de luto y pesar.

Al final de cada uno de los Salmos que van siendo cantados, el celebrante apaga una de las velas. Al mismo tiempo, las luces de la iglesia van siendo apagadas también. Las velas van siendo apagadas sucesivamente, hasta restar solo una, la blanca.

Esta vela no será apagada. Continuará encendida y será llevada atrás del altar.

Al término del oficio, el oficiante y los que lo siguen, cierran el libro con estrépito.

Explicación

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Las velas son apagadas al final de cada salmo

Las velas que se van apagando representan a los discípulos, que poco a poco abandonaron a Nuestro Señor Jesucristo durante la Pasión.

La vela blanca escondida atrás del altar y, más tarde, otra vez visible, significa Nuestro Señor que, por breve tiempo, se retira de en medio de los hombres y baja a la tumba, para reaparecer, poco después, fulgurante de luz y de gloria.

Al final, se apagan las luces para simbolizar el luto de la Iglesia y la oscuridad que bajó sobre la tierra cuando Nuestro Señor murió.

El ruido al final del oficio de tinieblas significa el terremoto y la perturbación de los enemigos y recuerdan el desorden que sucedió en la naturaleza, con la muerte de Nuestro Señor.

La razón histórica del rito de apagar poco a poco las velas del tenebrario probablemente es un recuerdo. Semejantemente se apagaba una vela después de cada salmo, para constar cuántos fueron recitados. Este rito remonta, por tanto, al tiempo en que todavía no había oficios metódicamente organizados o cuando había, conforme la estación del año, cambio en el número de salmos.

Por Emílio Portugal Coutinho

(Fotos: Diocese de Frederico Westphalen)

 

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