miércoles, 24 de abril de 2024
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Violación de la privacidad del Santo Padre es "un acto criminal", afirma Padre Lombardi

Ciudad del Vaticano (Sábado, 19-05-2012, Gaudium Press) «Un acto criminal» que viola «derechos personales de privacidad y de libertad de correspondencia» del Santo Padre y de sus colaboradores, comentó el sabado el Padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, de la publicación del libro de un periodista italiano, Gianluigi Nuzzi, «Su Santidad» que contiene un dossier de los documentos privados reservados que llegaron al Pontífice, una iniciativa que viola también el artículo 15 de la Constitución italiana. «La Santa Sede continuará profundizando las diversas implicaciones de estos actos de violación de la privacidad y la dignidad del Santo Padre» y «dará los pasos oportunos, para que los actores del hurto respondan por él delante de la justicia», continúa el portavoz vaticano.

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Al Papa le fueron violados los «derechos personales de privacidad y de libertad de correspondencia», aseguró el P. Lombardi

«La nueva publicación de documentos de la Santa Sede y de documentos privados del Santo Padre no se presenta más como una discutible – y objetivamente difamatoria – iniciativa periodística, sino asume claramente el carácter de un acto criminal», inicia el comunicado «a propósito de la nueva publicación de documentos reservados». El dossier presentado por el periodista comprende una bella cantidad de documentos sobre temas varios: el caso Boffo, el ex-director de L’Avvenire; Mons. Viganò y la corrupción de la Gobernación vaticana; Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, lefebvrianos.

Tal iniciativa viola los derechos personales del Pontífice, como resalta en el comunicado padre Lombardi: «El Santo Padre, pero también diversos de sus colaboradores y de los remitentes de mensajes a él dirigidos, fueron violados sus derechos personales de privacidad y de libertad de correspondencia». El libro, que salió en Italia y dice respecto a un italiano, aunque haga referencia a la «oficina de Benedicto XVI», en sí viola los derechos de Italia, así como del Estado de la Ciudad del Vaticano y de la Santa Sede, porque dice respecto a la correspondencia enviada del territorio italiano. «La libertad y el secreto de la correspondencia y de cualquier otra forma de comunicación son inviolables» recita el artículo 15 de la Constitución italiana. El Estado vaticano hará que el autor responda en la justicia por tal violación.

«La Santa Sede -se lee en el comunicado- continuará profundizando las diversas implicaciones de estos actos de violación de la privacidad y la dignidad del Santo Padre -como persona y como Suprema Autoridad de la Iglesia y del Estado de la Ciudad del Vaticano- y dará los pasos oportunos, para que los autores del hurto, de la receptación y la divulgación de noticias secretas, además del uso también comercial de documentos privados, ilegítimamente aprehendidos y detenidos, respondan por sus actos delante de la justicia. Si necesario se pedirá para tal fin la colaboración internacional».

Ya hace algunos meses fue encargada por el Papa una comisión bajo la dirección de un cardenal español, Julián Herranz, especialista en derecho, para aclarar la fuga de documentos reservados de las oficinas. «En seguida a la reciente divulgación en televisión, en los diarios y otros medios de comunicación de documentos cubiertos por el secreto de oficina, el Santo Padre dispuso la constitución de una Comisión Cardenalicia, para una investigación respetable que haga plena luz sobre tales episodios», se lee en la notificación de la Secretaría de Estado divulgada por la Sala de Prensa de la Santa Sede el pasado día 24 de abril.

Expresiones inexactas

El tema de los escándalos en los Sagrados Palacios, como es presentado el Vaticano con frecuencia en una sombra oscura y mala, ciertamente suscita un gran interés. Por eso el libro naturalmente encontrará un interés difuso y numerosas traducciones, como ocurrió con el libro precedente de Nuzzi, «Vaticano Spa», que hablaba sobre los escándalos dentro del Ior, el llamado banco vaticano. El autor, que se presenta como alguien que consiguió llegar «al escritorio de Benedicto XVI», afirma que «leyendo este libro significa que ni el Vaticano ni otros consiguieron bloquear la publicación». Trabajando en los «papeles secretos» sin embargo no tuvo tiempo de aprender el lenguaje eclesial y controlar públicas informaciones que son también aquellas de base. Como aquellas que las cuatro mujeres que trabajan para el Papa en el Palacio Apostólico no son «las monjas Memores Domini de Comunión y Liberación», sino las laicas consagradas.

Un gran error también es encontrado en la biografía de Mons. Georg Gänswein, secretario personal de Su Santidad. «Presbítero y teólogo alemán, con 55 años, Mons. Georg Gänswein es la sombra de Benedicto XVI desde cuando este último subió al trono de Pedro. Ordenado obispo en Friburgo en 1984, Padre Georg ejerció las funciones de capellán en la propia diócesis, para después tornarse vicario de la Catedral y secretario personal del arzobispo de Friburgo en 1994. Al año siguiente llegó al Vaticano, primero como colaborador de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, después en la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida, estamos en 1996, por Joseph Ratzinger». Es poco probable que un hombre sea ordenado obispo en la tierna edad de 28 años, antes de ser ordenado sacerdote. Es poco probable que también un obispo sea solo un «vicario de la Catedral» en vez de párroco, y solamente «colaborador» de los Dicasterios de la Curia Romana, mientras los obispos generalmente son miembros o consultores.

Es bien verdad que la palabra «monseñor» en italiano genera confusión, principalmente el propio doble uso, sea para un simple monseñor prelado que un obispo o arzobispo. Pero para un italiano eso no debería crear confusiones. Hasta ahora en la historia de los secretarios privados de los recientes Pontífices, solamente el actual cardenal Stanislao Dziwisz, arzobispo de Cracovia, en Polonia, fue nombrado obispo durante la función de secretario del Papa Juan Pablo II, esto es, antes de la muerte del Pontífice. Son pequeños detalles, pero la presencia de ellos, pone un poco en duda la calidad del trabajo del periodista en el libro.

 

 

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