viernes, 29 de marzo de 2024
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"Todos los bautizados tienen el deber de anunciar a Jesucristo", afirma el Arzobispo de Puerto Alegre, Brasil

Puerto Alegre (Miércoles, 09-07-2014, Gaudium Press) Mons. Jaime Spengler, Arzobispo de la Arquidiócesis de Puerto Alegre, en el estado de Río Grande del Sur, Brasil, escribió un artículo con el título «La obra de la evangelización». En su análisis, el Prelado recuerda que el Papa Francisco, recientemente, publicó la Exhortación Apostólica «La Alegría del Evangelio». Según él, a través de ese texto el Pontífice expresa sus preocupaciones en este momento concreto de la obra evangelizadora de la Iglesia.

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Mons. Spengler

Para el Arzobispo, se trata de un texto rico en sugerencias, en indicaciones; trae directrices que puedan alentar y orientar una nueva etapa evangelizadora, llena de ardor y dinamismo. Él además explica que la publicación de esa Exhortación Apostólica suscitó alegría, interés, entusiasmo, atención y también preocupaciones en algunos sectores de la sociedad civil, como también en sectores de la Iglesia. Conforme el Prelado, los temas abordados por el Papa son reflejo de las conclusiones del Sínodo de 2012 sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», y están basados en la Constitución Dogmática Lumem Gentium del Concilio Vaticano II.

«La obra de la evangelización interpela a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y sucede fundamentalmente en tres ámbitos: el de la pastoral ordinaria; el de las personas bautizadas que no viven las exigencias del Bautismo; y está relacionada con la proclamación del Evangelio a aquellos que no conocen a Jesucristo o que siempre lo rechazaron», agrega.

Todos los bautizados tienen el deber y la alegría de anunciar a Jesucristo

Mons. Jaime aclara también que todos los bautizados tienen el deber de anunciar a Jesucristo, sin excluir a nadie; lo hacen no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, indica un horizonte estupendo, ofrece un banquete apetecible. Él destaca que la Iglesia sobre todo por la experiencia existencial del encuentro con la persona de Jesús. ¡Para el Arzobispo, tal experiencia presupone la familiarización con la persona de Jesús!

Además, el Prelado afirma que cuando, después de una larga convivencia, proximidad e intimidad, nos familiarizamos con cosas o personas, estas se tornan próximas de nosotros; nosotros las conocemos, nosotros las tocamos, pero también esas personas nos conocen, nos tocan, se tornan a nosotros inmediatas. Él evalúa que las personas que se tornaron familiares presuponen de nosotros una decisión de acogerlas, de asumirlas; y en la medida en que se van tornando siempre más próximas y familiares, exigen también de nosotros mayor determinación en acogerlas y asumirlas. «Ese envolvimiento recíproco va transformando nuestro modo de ser, nos va empeñando y, al mismo tiempo, eleva nuestro ser a una calificación hasta entonces desconocida».

«Convivir» con Jesús

De acuerdo con el Arzobispo, la obra de la nueva evangelización requiere proximidad, convivencia e intimidad con la persona de Jesús; pero también de las personas que se sienten tocadas, alcanzadas por las palabras del Señor, capaces de hacer nuevas todas las cosas. Mons. Jaime recuerda que Benedicto XVI afirmó que eso sucede porque, al inicio del ser cristiano, no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da a la vida un nuevo horizonte y, de esta forma, el rumbo decisivo.

«La experiencia del encuentro con la persona de Jesús, la proximidad cultivada con Él en la vida de lo cotidiano, la intimidad con su Evangelio, la disposición de querer seguirlo, hacerse su discípulo, su discípula, todo eso va forjando un modo de pensar, de vivir y de convivir; va calificando de forma distinta nuestra vida y la vida de las personas con quien convivimos», afirma.

Por último, el Arzobispo de Puerto Alegre enfatiza que la obra de la evangelización ciertamente requiere planeamiento, método, personas dispuestas; entretanto, requiere antes que nada, auténticos testigos del crucificado-resucitado. Para él, esa obra presupone personas verdaderamente apasionadas por Jesucristo y su Evangelio; personas que se dejaron tocar por la persona de Jesús; hombres y mujeres que se dejan orientar por la Palabra que salva y concede vida.

«Cuando, hoy, se habla en Evangelizar con nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas expresiones, cual camino para construir la Comunidad de comunidades, precisamos todos, con coraje y determinación, orientados por el Espíritu Santo de Dios, dejarnos formar por la gracia del Encuentro con la persona de Jesús y su Evangelio», concluye. (FB)

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