miércoles, 24 de abril de 2024
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Cuando a Jesús y a la Virgen les gustó la bofetada que propinó un obispo

1.jpgRedacción (Jueves, 03-05-2018, Gaudium Press) No debe ser el católico un sentimental, un bobo fundamentalmente mole, que a todo insulto o infamia debe responder con una sonrisa, o disculpando al agresor. Cuando el ataque es a la persona, a ‘mi persona’, y para evitar males mayores, va la otra mejilla, siguiendo el dictamen evangélico. Pero cuando están en juego valores más altos, o la propia fidelidad a la Iglesia, o de la Iglesia, la respuesta con frecuencia debe evidenciar la fortaleza del soldado de Cristo.

Es lo que ocurrió con el gran obispo San Nicolás, el cuál vio su gesto de coraje obsequiado con un bello premio del cielo.

Narra la tradición que San Nicolás de Myra estaba asistiendo, durante el concilio de Nicea, a una exposición de Arrio y su doctrina herética negatoria de la divinidad del Señor. Todos los más de 300 obispos presentes escuchaban con relativa calma, pero en un momento dado el Santo obispo no aguantó más el surto de afrentas a Jesús-Dios, se acercó al obispo hereje y le propinó una nada bonachona bofetada (la imagen -deformada- de San Nicolás, se dice, fue la inspiradora del actual Papá Noel…).

Constantino, emperador que había promovido el Concilio, manda prender al Santo, a quien le retiran los paramentos episcopales, y va a parar en la cárcel.

Pero, allí, le llega a San Nicolás la augusta visita de Jesús Dios y Rey del Universo y de su Inmaculada Madre. El Señor le pregunta: -¿Por qué estás aquí?, a lo que responde el Obispo: -Porque te amo, mi Dios y mi Señor. Es entonces cuando el Señor le entrega un ejemplar de los Evangelios, y la Virgen lo reviste nuevamente de sus paramentos.

Constantino, al enterarse de los hechos, restituye al obispo en su dignidad de Padre conciliar, y finalmente Nicea condena las doctrinas de Arrio y establece el Credo en el que se proclama que Jesús es consubstancial al Padre, es decir, no solo que es de la misma naturaleza que el Padre, sino que es de la misma substancia que el Padre, es un solo Dios con el Padre.

Hoy son muchas las representaciones del antiguo bispo de Myra con el Señor a un lado y la Virgen a otro, cada uno portando los regalos que en una noche sublime dieron a San Nicolás.

No es esto una apología de la violencia física. Es una invocación a la manifestación de la fortaleza, cuando debe ser.

Por Carlos Castro

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