jueves, 28 de marzo de 2024
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Sin esta arma no hay victoria

Redacción (Viernes, 22-06-2018, Gaudium Press) En un momento en que, por todo el mundo, resuena la ‘palabra de orden’ del desarme, parece temerario hacer difusión de un arma…

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Estamos seguros que no es por causa de la célebre afirmación de la Escritura de que «si quieres la Paz, prepárate para la guerra» que difundimos esta arma.

Leyendo la materia que hoy traemos, usted verá el por qué…

Constante Lucha

– «La vida del hombre sobre la Tierra es una constante lucha» (Job 7, 1).

No hay un solo hombre que, en medio a las circunstancias de la vida, no encuentre batallas tenebrosas y enemigos voraces a enfrentar.
Entretanto, es realmente imposible entrar en una guerra sin conocer las tácticas de esta; no se estaría a la altura de un verdadero caballero.

Fue, sin duda, en vista de eso que quiso Nuestro Señor instituir el Sacramento de la Confirmación que nos hace verdaderos soldados de Cristo.

Así, la Santa Madre Iglesia, en este Sacramento, reuniendo todas las tradiciones antiguas, envía a su representante a armar, en una magnífica ceremonia, al joven caballero de Jesucristo.

«Hijo mío, debéis ser un soldado vencedor; vuestra carrera debe ser una larga sucesión de victorias. He aquí vuestros enemigos: el demonio, la carne y el mundo. He aquí vuestras armas: la vigilancia, la mortificación y la fe. Atleta de Dios, hijo de tantos héroes, es bajo la mirada de todos estos nobles vencedores, bajo la mirada de los Ángeles y de vuestra Madre que iréis a combatir. Sed digno del nombre que lleváis». [1]

Una vez hecho combatiente, fortalecido y robustecido por el inapreciable don del Espíritu Santo, pero conocedor de los riesgos por los cuales pasará durante los conflictos de su peregrinación terrena, el hombre depositará su confianza en el arma que le es ofrecida por el Supremo General.

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¿Qué arma es esta?

«Orad sin cesar» (I Ts 5, 17), he aquí la orden de comando para obtener el triunfo final. ¿Cuál es esta arma?

«La oración, que mueve de cierto modo la propia voluntad de Dios a fin de concedernos sus gracias, es una fuerza incomparablemente más formidable que todas las máquinas de guerra que se haya inventado o pueda inventar el hombre». [2]

Poseyendo esa artillería tan poderosa y valiosa, ¿qué podrá temer la milicia de Cristo?

Si queremos ser fieles soldados del Señor sin sucumbir en la batalla y, quizá, salir de ella vergonzosamente derrotados, recurramos ininterrumpidamente a esa milagrosa «ametralladora» de gracias, la cual nos concede la victoria en esa vida pasajera y, en consecuencia, en la eternidad.

«La oración […] es la más poderosa arma para defendernos de nuestros enemigos. Quien no se sirve de ella está perdido». [3]

Por la Hna. Lays Gonçalves de Sousa, EP

………………….

[1] GAUME, apud MORRAZZANI ARRAIZ, Teresita. Aula de Teologia Sacramental no Instituto Filosófico-Teológico Santa Escolástica – IFTE. Caieiras, [s.d.]. (Apostila).

[2] ROYO MARÍN, Antonio. Teología de la Caridad. 2.ed. Madrid: BAC, 1963, p. 16. (Tradução da autora).
[3] SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO. A Oração. Trad. Henrique Barros. 24. ed. São Paulo: Santuário, 2012. p. 22.

 

 

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