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Sobreviviente de gulag soviético afirma que en ese lugar aprendió a aplicar el mandato de amar a los enemigos

Filadelfia (Viernes, 17-08-2018, Gaudium Press) Myroslav Marynovych, Vice Rector de la Universidad Católica Ucraniana de Lviv, Ucrania, recibió recientemente el Premio Charles J. Chaput 2018 del Instituto Napa de Estados Unidos, organización dedicada a la formación de líderes católicos. El testimonio del académico es notable, ya que tuvo que vivir de 1977 a 1984 en los campos de trabajo forzado y luego padecer el destierro a Kazajstán por denunciar los abusos del régimen comunista. En medio del ambiente más adverso, aprendió a aplicar los principios inculcados en su fe cristiana.

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Myroslav Marynovych, Vice Rector de la Universidad Católica Ucraniana de Lviv. Foto: ucu.edu.ua

«Honestamente puedo decir que el campo de trabajo fue el mejor lugar para entender lo que realmente significa ‘amar a tu enemigo'», indicó Marynovych, según reportó CNA. Tras enfrentarse a los guardias durante un confinamiento solitario, pensó en vivir de un modo distinto, más acorde a su fe. «Esta encarnación de la ira, ¿soy yo? ¿Qué hay de mi cristianismo? No quería convertirme en un ‘hombre de odio'».

Esta reflexión lo llevó a vivir su cautiverio inspirado en el ejemplo de Cristo. «Empecé a orar. Comencé a caminar en la celda de un lado a otro, y … decidí: No, no quiero que el odio supere mi corazón», recordó. En adelante se propuso dar un testimonio cristiano a los que lo rodeaban. «No necesito odiar a las personas para decir algo que tienen que escuchar».

En la reclusión, los creyentes se unían para celebrar las solemnidades, celebrando dos veces la Pascua de acuerdo a los calendarios romano y griego, a pesar de las amenazas de sanciones por expresar su fe. «Para nosotros los cristianos ser castigados por celebrar la Pascua está bien. Así que por supuesto ignorábamos las advertencias», relató Marynovych. Por reunirse y orar tuvieron que cumplir 15 días de celda de aislamiento.

«Esa fue la época en que en Europa las marchas de paz cristianas fueron muy populares, y la Unión Soviética apoyó estas marchas de paz cristianas porque representaban el desarme, etc. Fue útil para la propaganda soviética», expuso el académico. «La Unión Soviética apoyó los movimientos cristianos en Europa, por un lado, y castigó a los cristianos por solo celebrar la Pascua, por otro lado. Teníamos que informar al mundo sobre eso», por lo que decidieron escribir al Papa sobre su situación.

En poco tiempo, tuvieron la alegría de celebrar la elección de de San Juan Pablo II como Pontífice. «Todos entendimos que, como ciudadano polaco, conocía la naturaleza del comunismo desde adentro». A él dirigieron su carta . «Describimos la situación y le pedimos a Juan Pablo II que hiciera conocer este momento a los cristianos en el mundo, que fuimos castigados simplemente por celebrar la Pascua. Compartimos el texto de esta carta más tarde cuando fuimos liberados de esta celda de castigo, y el texto fue acordado por los otros presos».

La misiva pasó de manera clandestina a Moscú y de ahí fue enviada a Roma. Contactos secretos confirmaron que el Papa había recibido la carta y ofreció una Eucaristía por sus autores. «Hubo una tormenta de emoción positiva y gratitud a Juan Pablo II por eso, porque este apoyo fue muy importante para nosotros», recordó. «Se sugirió que la elección de Juan Pablo II como Papa fue el final del comunismo. Y en realidad sucedió durante su papado. La Unión Soviética se vino abajo». Marynovych pudo agradecer personalmente al Papa cuando fue liberado, después de más de diez años de confinamiento.

«Me privaron de muchas alegrías de la vida, solo imagínense, fui arrestado cuando tenía 28 años y fui liberado a los 38», relató. «Y sin embargo, soy una ilustración de una verdad muy importante: Dios nunca le quita nada a un ser humano sin compensarlo aún más abundantemente. Es por eso que nunca he considerado mi encarcelamiento como una maldición», concluyó en su alocución a los miembros del Instituto Napa. «El régimen soviético quería hacer de mi vida un infierno. Sin embargo, fue Dios quien transformó la experiencia del campamento en una bendición».

Con información de CNA.

 

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