sábado, 20 de abril de 2024
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La Salvación exige esfuerzo, perseverancia en la fe y es para todos, dice el Papa, en el Ángelus

Ciudad del Vaticano (Lunes, 26-08-2019, Gaudium Press) Antes de iniciar la Oración del Ángelus que el Papa acostumbra rezar los domingos con los fieles reunidos en la Plaza San Pedro, en el Vaticano, Francisco comentó trechos del Evangelio de San Lucas (13,22-30) propuesto para la liturgia del XXI domingo del tiempo común.

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El Papa recordó que San Lucas «presenta a Jesús que pasa enseñando por las ciudades y pueblos, hasta Jerusalén, donde sabe que debe morir en la cruz para la salvación de todos los hombres».

Alguien del medio de sus oyentes preguntó al Señor si era verdad que pocos se salvarían.

El asunto era candente en la época y la respuesta de Jesús fue una invitación de Jesús a su interlocutor. Jesús lo invitó «a usar bien el tiempo presente» y haciendo «todo esfuerzo posible para entrar por la puerta estrecha».

El Papa explica que «con esas palabras, Jesús muestra que no es cuestión de número, ¡no existe el «número cerrado» en el Paraíso! Si no se trata de atravesar, desde ya, el pasaje correcto, y ese pasaje correcto es para todos, pero es estrecho».

Francisco continuó comentando: «Ese es el problema. Jesús no quiere ilusionarnos, diciendo: ‘Sí, quédense tranquilos, es fácil, existe una bonita estrada y, allá al final, un gran portón…'».

Pero Jesús «no dice eso: nos habla de la puerta estrecha. Nos dice las cosas como son: el paso es estrecho.

Y el Pontífice preguntó: «¿En qué sentido? ¡En el sentido que, para salvarse, es preciso amar a Dios y al prójimo, y eso no es confortable! Es una «puerta estrecha» porque es exigente, el amor es exigente siempre, requiere empeño, o mejor, «esfuerzo», esto es, una voluntad decidida y perseverante de vivir según el Evangelio. San Pablo llama eso de «el buen combate de la fe» (1Tm 6,12).
Es preciso el esfuerzo de todos los días, de cada día para amar a Dios y al prójimo».

El Señor nos reconoce por la vida humilde, buena, de fe, de obras

Francisco destacó que Jesús usa una parábola para explicar mejor su pensamiento y en ella el Señor insiste en la necesidad de hacer el bien en esta vida, independiente de lo que la persona sea:

«El Señor nos reconocerá no por nuestros títulos. ‘Pero mira, Señor, que yo participaba de aquella asociación, que yo era amigo de tal monseñor, de tal cardenal, de tal padre…’. No, los títulos no cuentan, no cuentan. El Señor nos reconocerá solamente por una vida humilde, una vida buena, una vida de fe que se traduce en las obras».

Camino recorrido todos los días

Continuó el Pontífice indicando un camino diario:

«Para nosotros, cristianos, eso significa que somos llamados a instaurar una verdadera comunión con Jesús, rezando, yendo a la iglesia, aproximándonos a los Sacramentos y nutriéndonos de su Palabra. Eso nos mantiene en la fe, nutre nuestra esperanza, reaviva la caridad. Y, así, con la gracia de Dios, podemos y debemos dedicar nuestra vida por el bien de los hermanos, luchar contra cualquier forma de mal y de injusticia.»

La Puerta del Cielo

Para encerrar sus palabras, el Papa indicó la primera persona que puede ayudarnos a dedicarnos al Bien: bien es Nuestra Señora.

«Ella atravesó la puerta estrecha que es Jesús, lo acogió con todo el corazón y lo siguió todo todos los días de su vida, inclusive cuando no entendía, inclusive cuando una espada perforaba su alma. Por eso la invocamos como ‘Puerta del cielo’:

María, Puerta del cielo; una puerta que refleja exactamente la forma de Jesús: la puerta del corazón de Dios, corazón exigente, pero abierto a todos nosotros.» (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)

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