"Precisamos educarnos y reeducar para la misión", dice Obispo brasileño

Erexim – Río Grande del Sur (Jueves, 23-10-2014, Gaudium Press) Mons. José Gislon, Obispo Diocesano de Erexim, en Río Grande del Sur, y Administrador Apostólico de Chapecó, en Santa Catarina, Brasil, escribió el artículo «Familia en misión y misión de la familia», debido a la realización de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, que finalizó en el último domingo.

El Prelado inició su reflexión afirmando que cree en la familia como espacio de amor que acoge y protege la vida, como el lugar donde poco a poco vamos aprendiendo a relacionarnos con las personas, pero también como el lugar de nuestra primera catequesis, donde somos iniciados en un camino de fe.

Mons. José Gislon, Obispo Diocesano de Erexim.

Por eso, según él, la familia debe ser entendida en un contexto bien amplio en cuanto a su función o papel de transmisora de valores dentro de la sociedad. Para el Obispo, en el contexto de la fe, la familia cristiana es llamada a vivir una gran misión, que va mucho más allá de acoger la vida.

«La misión de transmitir o de ser la primera anunciadora de la Buena Nueva del Reino de Dios. Por tanto, toda familia cristiana debería también ser misionera, y protagonista de la transmisión del primer anuncio de los valores del Evangelio», agregó.

Mons. Gislon citó además al Papa Francisco, que ha reiterado la invitación para que seamos una Iglesia en salida, o sea, una Iglesia misionera. Conforme él, la misión de anunciar el Reino de Dios y su justicia está todavía muy asociada a los misioneros y misioneras que partían para otros lugares, para hacer el primer anuncio del Evangelio.

«La Iglesia será siempre grata a tantos hombres y mujeres que abrazaron la causa del Reino y por ella entregaron y continúan entregando la vida. Pero la Iglesia no puede vivir la misión que le fue confiada por el Señor Jesús si deja de ser misionera, en la familia y en las comunidades», evaluó el Obispo.

Para finalizar, el Prelado resalta que precisamos educarnos y reeducar para la misión, pues cuando entendemos que cada uno de nosotros es llamado por el Señor Jesús para ser su misionero o misionera, no tendremos más miedo, ni vergüenza de anunciar a Jesús, para nuestra familia, en la comunidad de la cual participamos y en el lugar donde trabajamos.

«Conocer a Jesús es el mejor regalo que cualquier persona puede recibir; haberlo encontrado fue lo mejor que ocurrió en nuestras vidas, y hacerlo conocer con nuestra palabra y obras es nuestra alegría» (DAp 29). (FB)