martes, 23 de abril de 2024
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"La eficacia espiritual es obra de la gracia", afirma el Obispo de Frederico Westphalen, Brasil

Frederico Westphalen (Miércoles, 12-11-2014, Gaudium Press) «La Soberanía de Dios.» Este es el título del artículo de Mons. Antônio Carlos Rossi Keller, Obispo de la Diócesis gaucha de Frederico Westphalen, en Brasil. El Prelado afirma que la Palabra de Dios nos habla sobre la soberanía de Dios, refiriéndose al las lecturas del 29º domingo del tiempo ordinario: la primera lectura y el Evangelio reflexionan sobre la soberanía de Dios en la conducción de la historia del mundo; la segunda lectura, de la soberanía de Dios en la vida espiritual y en la acción pastoral de la Iglesia.

1.jpgSegún el Obispo, la primera lectura, sacada del libro del Profeta Isaías (Isaías 45,1.4-6), nos da un ejemplo de esa soberanía en la liberación del Pueblo de Dios del cautiverio de Babilonia. Para él, humanamente hablando, ese cautiverio terminó porque un rey extranjero conquistó Babilonia y dio la libertad a los prisioneros. Mons. Keller destaca que el profeta Isaías enseña que ese rey, Ciro, fue el instrumento de que Dios quiso servirse para realizar sus planes, y sin haber conocido al verdadero Dios, Ciro entra en el plan de Dios al liberar del cautiverio de Babilonia al Pueblo de Israel.

«Por eso, el profeta le llama de Ungido del Señor. La Providencia de Dios está dentro y arriba de las acciones de los hombres. La acción constante de la providencia no se capta en la hora de su ejecución, es algo en que se cree, y solo más tarde, a mirar los acontecimientos del fin para el principio, es que se descubre que anduvo allí la mano de Dios. ‘Él es, en todo y siempre, el Señor'», completa.

Todavía, conforme el Prelado, el texto del Evangelio, sacado de San Mateo (Mateo 22,1521), relata otra faceta de esa soberanía absoluta de Dios: dos partidos opuestos (fariseos y herodianos) intentan comprometer a Jesús en la relación entre la fe y la política, presentándolas como actitudes antagónicas. El Obispo resalta que Jesús afirma que una no excluye la otra: Dios es el Señor de todo y solo a Él adoramos, y no es ajeno de la actividad cívica y política, y el cristiano debe ver ahí un medio de ayudar a construir un mundo más justo.

«No aleja a Dios de su corazón cuando da su voto y la contribución de los impuestos justos. Hace todo eso con los ojos en Dios, único juez y Señor de la historia. Mantiene, sin embargo un espíritu lúcido y autónomo acerca de los actos gobernativos y, cuando siente que ellos se alejan de la ley de Dios y de la justicia social declara su oposición a tales actos. Al destruir la divinización de la política, el cristiano hizo caer uno de los más poderosos ídolos de la antigüedad y tornó humana la actividad política», evalúa.

Por último, Mons. Keller menciona la segunda lectura, sacada de la 1ª Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5b, que nos invita a hacer una reflexión sobre la soberanía de Dios en la vida espiritual y en la acción pastoral de la Iglesia. Pablo recuerda que todo lo que pasó con los tesalonicenses, desde su predicación inicial hasta su desarrollo, es obra del Espíritu Santo. Para el Obispo, nosotros somos siervos necesarios en la predicación de la Palabra y en la administración, pero la adhesión interior de las personas y la eficacia espiritual es obra de la gracia.

«La Iglesia es la viña querida por Dios, como recordamos hace días, pero el viticultor es Dios. En ese aspecto, confesamos la soberanía de Dios y nos reconocemos a nosotros como siervos inútiles. También aquí, solo Dios es el Señor, solo Él es santo. Es esa soberanía que proclamamos en el Himno de Alabanza de la Misa (Gloria) y que cantaremos en el Santo y en la doxología conclusiva de la Prece eucarística», concluye. (FB)

 

 

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