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Obispos chilenos concluyeron su 109º Asamblea Plenaria

Santiago (Lunes, 20-04-2014, Gaudium Press) «El derecho humano a la vida, a una vida digna para toda persona» es el título del Mensaje Conclusivo de la 109º Asamblea Plenaria de Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) que se realizó entre los días 13 y 17 de abril. A través de una conferencia de prensa, los prelados hicieron pública su posición frente al proyecto de ley sobre despenalización del aborto que se está tramitando en el Congreso.

Como una aproximación al tema, los obispos declaran que sus planteamientos se enmarcan en un contexto de «respeto y consideración por las personas enfrentadas a la realidad del aborto, porque sabemos que casi siempre ella deriva de situaciones de gran sufrimiento y las expone a decisiones extremadamente difíciles».

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Cardenal Ezzati interviene durante rueda de prensa

Citando las palabras del Papa Francisco, recordaron que «hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor? (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 214)».

Y agregaron: «Una actitud auténticamente humanista, y con mayor razón una actitud verdaderamente cristiana, mirará siempre, en estos casos, la vida, la dignidad y el mayor bien de la madre y de su hijo, y jamás la exclusión y supresión deliberada de uno de ellos».

Es así como «la Iglesia como comunidad interesada en el futuro de nuestro país quiere contribuir en el debate que se ha abierto en razón del proyecto de ley, con visiones de valor universal compartidas por otras tradiciones cristianas, escuelas filosóficas y científicas, médicas y jurídicas, procurando la búsqueda del bien común, en el marco de un Estado no confesional como el chileno. Es cierto que nuestras reflexiones y conclusiones obtenidas mediante la razón natural se encuentran iluminadas por la fe. No obstante, ella no es el único fundamento de las verdades que defendemos y proponemos al país».

Precisando que «a ella se suman el conocimiento, la investigación y la opinión de personas e instituciones católicas, para quienes no pedimos otra cosa que acogida y respeto por parte de los legisladores, pues como ciudadanos de un mismo país todos tienen igual derecho a dar a conocer su opinión, y a que esta sea recibida, valorada y considerada en su justo mérito».

La vida y la dignidad de la persona humana

En relación al fundamento de estos temas tan sensibles, los Obispos de Chile manifestaron que «desde la antropología y la ética cristiana, la Iglesia Católica reconoce, respeta, defiende y promueve el valor de la vida y la dignidad de la persona humana como un fundamento esencial e irrenunciable de la vida en la sociedad. No matar deliberada y directamente al inocente es un absoluto moral cuyo reconocimiento y protección resulta indispensable para la vida en comunidad».

«Compartimos esa visión humanista con muchas instituciones políticas, religiosas, educacionales y sociales, y a partir de ella hemos articulado iniciativas que el país conoce y valora, como las vicarías de la Solidaridad, de la Salud y de la Pastoral de los Trabajadores, las redes de voluntariado solidario en situación de pobreza y vulnerabilidad, o el apoyo a los privados de libertad e inmigrantes, por mencionar solo algunas. Estamos trabajando por una decidida cultura de la prevención de abusos a personas», destacaron.

En este sentido, reafirmaron que como pastores de la Iglesia Católica, «reconocemos y promovemos el derecho a la vida de la persona humana, sin discriminación alguna, desde la concepción hasta su muerte natural. Pero este derecho y su ejercicio no puede reducirse a los hechos de nacer y morir en paz. Nuestra opción por la persona y su derecho innato a la vida supone procurar como sociedad, además de prohibir todo atentado injusto contra la vida inocente, para todas las personas y sus familias, sin ninguna exclusión, las condiciones de vida acorde con su dignidad personal: vivienda adecuada, educación de calidad, trabajo decente, remuneración justa, medio ambiente favorable a la vida, oportunidades de desarrollo integral, etc.»

Y precisaron: «Al respetar y promover la vida humana, en todas sus dimensiones, rechazamos el aborto, como asimismo las escandalosas e injustas desigualdades sociales, la usura, la eutanasia y la discriminación arbitraria. Sin embargo, es necesario señalar que el aborto concebido como acción directa que tiene por finalidad impedir el desarrollo de un ser humano ya en gestación, reviste una particular gravedad ética porque implica negarse de plano a buscar otras soluciones posibles ante un embarazo no deseado o fruto de una injusticia».

La vida, la dignidad y el mayor bien de la madre y de su hijo

Refiriéndose al proyecto de ley que pretende despenalizar el aborto en Chile, los obispos aclararon que «este proyecto de ley lo que plantea es despenalizar el aborto en determinadas circunstancias. El proyecto propone que en dichas circunstancias, quien aborta y quienes colaboran en la eliminación de esa vida humana no sean sometidos a una pena privativa de libertad. La regla general, por tanto, seguiría siendo la prohibición del aborto y la protección de la vida del no nacido. El aborto, cuando mucho, sería una conducta tolerada en casos excepcionales».

Sin embargo, «la realidad es otra, pues el mismo proyecto sostiene que el aborto debe consagrarse como una `legítima prestación de salud´, razón por la cual modifica el Código Sanitario y, solo accesoriamente, el Código Penal y el Código Procesal Penal. La verdad no coincide con la pretendida y proclamada `despenalización´: el proyecto deja claro que su real intención consiste más bien en legalizar el aborto, consagrándolo como un derecho cuyo ejercicio debe estar regulado y garantizado -y por ello regula la llamada objeción de conciencia-, tanto en el sector público como privado de los agentes de salud».

En esa línea, recordaron «que en numerosos países, estos proyectos conducen a la total consagración del `derecho´ al aborto, siempre partiendo por despenalizar algunas causales específicas, contribuyendo así a crear, poco a poco, una mentalidad favorable al aborto y contraria a la vida de la persona engendrada, como si el niño fuera una cosa o un enemigo, un agresor y no un ser humano, fin en sí mismo y maravilloso don de Dios».

«Como lo hemos expresado en documentos anteriores, las tres situaciones que plantea el proyecto son excepcionales y dramáticas. En cada situación particular puede ocurrir que el dolor se viva al límite. Lo sabe la Iglesia, porque parte de su misión es acompañar en el sufrimiento a esas personas y sus familias, antes, durante y después de una experiencia devastadora que nunca esperaron y que nunca olvidarán, en las cuales el aborto en ningún caso aporta sanación a dichas vivencias traumáticas. El aborto nunca es terapéutico», agregaron.

 

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