jueves, 28 de marzo de 2024
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"Somos llamados a llevar a todos el abrazo de Dios", dice Obispo de Erexim, Brasil

Erexim (Jueves, 23-04-2015, Gaudium Press) Con el título «Llamados a la misión», Mons. José Gislon, Obispo de Erexim, Brasil, habla en reciente artículo sobre la 52ª Jornada Mundial de Oraciones por las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas, a ser celebrada en este domingo.

Para él, la figura de Cristo, Buen Pastor, que da la vida para defender y conducir el rebaño, pueblo de Dios hacia la casa del Padre, es el modelo y la razón del «sí», de la entrega, la disponibilidad en el seguimiento y la respuesta vocacional para vivir el llamado y la misión, como sacerdote, como religioso o religiosa.

Un aspecto resaltado por el Obispo es que las familias religiosas, con sus carismas específicos, son una bendición de Dios para la Iglesia Diocesana, pero para dar continuidad al carisma, ellas precisan, además del soplo renovador del Espíritu de Dios, de nuevas vocaciones.

Según el Prelado, la vocación, don y llamado de Dios, tiene la familia humana como su sementera por excelencia. Para él, es en la comodidad y la simplicidad de la familia y la comunidad que Dios se hace presente, llama, toca el corazón e invita a los jóvenes a vivir la vocación de seguir a Jesucristo, nuestro Maestro y Señor.

Además, Mons. Gislon destaca que vocación y compromiso nacen del encuentro con Cristo Jesús. «De la alegría del encuentro con el Señor y de su llamado brota el servicio en la Iglesia, la misión: llevar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo el consuelo de Dios, testimoniar su misericordia. En un mundo que vive la desconfianza, el desaliento, la depresión, en una cultura en la cual hombres y mujeres se dejan envolver por la fragilidad y la debilidad, por individualismos e intereses personales, los sacerdotes, los consagrados y las consagradas, pueden transmitir a la sociedad la confianza de que es posible vivir una felicidad verdadera, donde es posible vivir la esperanza, que no se apoye exclusivamente sobre talentos, sobre cualidades, sobre el saber, sino sobre Dios. A todos es dada la posibilidad de encontrarlo, basta buscarlo con el corazón sincero.»

Para concluir, el Obispo afirma que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo esperan palabras de consuelo, de proximidad, de perdón y de alegría verdaderas. De acuerdo con él, por la consagración y misión somos llamados a llevar a todos el abrazo de Dios, que, con ternura de madre, se inclina en nuestra dirección para consolarnos. (FB)

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