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Santa María Magdalena – II Parte

Redacción (Lunes, 27-07-2015, Gaudium Press) Sigue el artículo sobre María de Magdala, ejemplo del amor a Cristo:

¡En la Vía Dolorosa , en el Calvario,… de pie, con la Virgen María!

Esta mujer contemplativa estuvo en el Calvario. «Había allí algunas mujeres (…) que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas María Magdalena»(Mat. 27, 55-56) Es seguro que durante la peregrinación en la vía dolorosa Santa María Magdalena estuvo al lado de la Virgen Madre de Dios, Nuestra Señora, a quien ella admiraba y veneraba afectuosamente y que en aquél momento era quien más sufría espiritualmente los dolores por los cuales su Divino Hijo pasaba para la salvación de los hombres. Y esa, sin duda, fue una ocasión oportuna que aquélla que mucho había pecado encontró para consolar a quien nunca pecó. En el Calvario, cuando todos huyeron, «junto a la cruz de Jesús estaban de pie su Madre, la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y…María Magdalena.» (Juan 19,25).

Frutos del Amor a Dios

El amor contemplativo de María Magdalena le rindió los mejores frutos. Y estos frutos no fueron sólo el perdón de sus pecados y la gracia de su insigne y ejemplar arrepentimiento. Otras gracias espirituales le fueron concedidas por causa de su admiración y amorosa contemplación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad encarnada en la Humanidad Santísima de Nuestro Señor Jesucristo.

Tal vez la mayor de las gracias recibidas por ella haya sido dada por ocasión de la Resurrección del Divino Salvador: «Y después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios.» (Mar. 16-9)

Su amor a Nuestro Señor ya había hecho con que ella, después de la muerte del Salvador estuviese junto a Él también en su entierro. Y, después que la piedra fue movida, «Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.» (Mat. 27,61). ¿En qué pensaba ella ahí sentada? Nadie lo sabe. La seguridad que tenemos es que no pensaba en sí misma, pues, Su Señor era siempre el centro de sus pensamientos.

¡María!» Ella se volvió y exclamó: «¡Rabuní!», (Juan 20,16)

Se terminó el viernes y se pasó el sábado.

«Después del sábado, cuando amanecía el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro» (Mat. 28,1). Ella encontró el túmulo vacío y escuchó dos seres angélicos que anunciaban la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Ella sería el primer testimonio de la Resurrección del Señor y la primera en ver a Cristo más tarde en ese mismo día cuando el Maestro dio a ella el mensaje para ser entregado a los demás discípulos (Juan 20: 1,18).

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Y después de haber resucitado, muy temprano el primer día
de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena

Después de esto, ¿qué sentido tendría continuar viviendo en esta Tierra? Después de haber sido curada y que los demonios habían sido expulsados por Jesús, María Magdalena se puso al servicio del Reino de Dios, haciendo un camino de discipulado, siguiendo a Nuestro Señor en el amor y en el servicio.

A partir de este encuentro con Jesús Resucitado, María Magdalena, la discípula fiel, continuó viviendo entre los apóstoles y discípulos, siendo un ejemplo vivo de las gracias que el Señor dispensó a ella, llevando una vida de testimonio y de lucha por una santidad mayor.

La Historia de una Virgen

La tradición nos cuenta que junto con la Virgen María y el Apóstol Juan, ella fue a evangelizar en Efeso. Otra historia, que es muy común en Occidente, dice que ella viajó a Provenza, en Francia, junto a sus hermanos Marta y Lázaro y otros tantos discípulos para evangelizar Gaul. En este lugar pasó 30 años de su vida en la caverna de La Saint-Baume , en los Alpes Marítimos. Fue milagrosamente transportada, poco antes de su muerte, para la Capilla de Saint-Maximin, donde recibió los últimos sacramentos de la Santa Iglesia. Ella fue enterrada en Aix. En Vazelay, en Francia, todos afirman que sus reliquias se encuentran allí desde el siglo XI.

En Occidente, el culto a Santa María Magdalena se propagó a partir del Siglo XII. En el arte litúrgico de la Iglesia ella es representada con largos cabellos, sosteniendo una jarra propia para guardar óleos perfumados. Su fiesta es celebrada el día 22 de julio. Cuando rezamos la letanía de Todos los Santos encontramos el nombre de Santa María Magdalena como la primera de las invocaciones de las Santas Vírgenes.

Esto no es motivo de espanto para quien sabe que a Dios nada le es imposible. Es la belleza de la contrición y del perdón. Aquél que es capaz de «transformar las piedras brutas en Hijos de Abraham», puede perfectamente devolver la integridad a una pecadora. Y esto, especialmente si ella se arrepintió mucho, admiró mucho, amó mucho. Como fue su caso.

Santa Maria Magdalena, Virgen, ¡rogad por nosotros!

(Fuente: Biblia Sagrada – Editora Ave Maria – São Paulo – 2008)

 

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