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Obispo de Erexim, Brasil: "Que Dios suscite en la Iglesia nuevas vocaciones"

Erexim (Viernes, 14-08-2015, Gaudium Press) Mons. José Gislon, Obispo de la Diócesis de Erexim, en Río Grande del Sur, Brasil, escribió un artículo titulado «Vida consagrada, don de Dios». En el texto, él afirma que la Iglesia está celebrando, en todo el mundo, el Año de la Vida Consagrada y, en este tercer domingo del mes vocacional, cuando celebramos la solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, en todas las Diócesis de Brasil, hay una celebración especial con la participación de las religiosas y los religiosos.

De acuerdo con el Prelado, la celebración destaca que la consagración de cada uno es don de Dios en la vida de la Iglesia. Él resalta también que, en este año dedicado a la Vida Consagrada, no podemos dejar de mirar con gratitud el pasado por todo lo que ella hizo por el querido pueblo de Dios en la Diócesis de Erexim.

«Precisamos ver a la luz de la fe que la acción de Dios, por el Espíritu Santo, enriqueció nuestra Iglesia Diocesana por la presencia de los carismas de varias Congregaciones e Institutos religiosos. Al mismo tiempo, a la luz de la fe, y teniendo presente que el Dios de la esperanza camina con su pueblo, queremos manifestar a los consagrados y consagradas nuestra solidaridad para que puedan vivir con pasión el presente y abrazar con esperanza el futuro», completa.

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Además, el Obispo refuerza que la vida consagrada es vocación y es donación personal a Dios para vivir una dimensión especial de amor entre los hermanos. Conforme él, el punto de partida de toda vocación es Cristo Jesús, pues es a Él que se busca servir mediante el carisma de la Congregación, Orden o Instituto a que pertenecemos. «Nosotros nos consagramos para el servicio al Reino en la Iglesia pueblo de Dios, teniendo presente que los carismas son dones que revelan la ternura de la Trinidad Santa por la humanidad afligida y muchas veces herida en su dignidad», dice.

Para Mons. Gislon, los carismas son dones de Dios que enriquecen la Iglesia en su misión de Evangelizar, de llevar dignidad a las personas teniendo presente la mirada de compasión de Jesús, que trató a todos con dignidad. Según él, Jesús, en su misión de anunciar el Reino de Dios, vio con los ojos de la compasión y del corazón, aquello que no era visto ni percibido con la mirada de la indiferencia y la exclusión.

El Prelado cita además que el Papa Francisco, en un encuentro con religiosos, recordó que «la mujer consagrada es el rostro de María y de la Madre Iglesia. Ella ofrece un acompañamiento tierno y materno sobre todo a los enfermos y más necesitados de nuestra sociedad. El papel de la mujer en la Iglesia representa la profunda expresión del genio femenino».

Por último, el Obispo reitera que, en este día, no puede dejar de recordar, con gratitud y estima, a los consagrados y las consagradas ancianos y enfermos, por el testimonio de vida hecha ofrenda, muchas veces dedicada en los trabajos simples, en la lavandería, la huerta, la portería, la cocina, el cuidado a los enfermos y la catequesis.

«Lo hicieron con gran pasión, como parte de la vocación y la entrega a Dios. Que Él suscite en la Iglesia nuevas vocaciones que puedan continuar testimoniando a Jesucristo, con la consagración y misión junto al pueblo de Dios», concluye. (FB)

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