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Arzobispo de Puerto Alegre: "La sobriedad es una manera de vivir en equilibrio"

Puerto Alegre (Jueves, 17-09-2015, Gaudium Press) Mons. Jaime Spengler, Arzobispo Metropolitano de Puerto Alegre, en el Estado de Río Grande del Sur, escribió un artículo sobre la Pastoral de la Sobriedad. En el texto, él afirma que la Iglesia demuestra solicitud con las cuestiones sociales y, por eso, a lo largo del tiempo, se fueron desarrollando servicios para atender categorías de personas y situaciones específicas de la realidad social.

De acuerdo con el Prelado, tales servicios son expresión de la fe que anima las distintas comunidades. Él explica que los servicios desarrollados quieren ser expresión de la necesaria sintonía existente entre fe y vida, oración y acción, representando una contribución válida para, a partir del Evangelio de Jesucristo y de la tradición de la Iglesia, cooperar en la transformación social.

«Existe en la Iglesia una verdadera red de servicios prestados a los más frágiles. Son iniciativas marcadas por poca visibilidad o publicidad, pero que alcanzan porciones de la sociedad a veces no reconocidas, promovidas, protegidas, cuidadas, amparadas por esa misma sociedad. Hay una multitud de mujeres y hombres de buena voluntad, que creen en el valor de la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, y que se empeñan por favorecer mejores condiciones de subsistencia, especialmente para aquellos que la sociedad considera sobras y residuos», evalúa.

Para el Arzobispo, entre las sobras y residuos de hoy, ocupan lugar de destaque los dependientes químicos. Él afirma que hay sectores de la sociedad que, infelizmente, promueven la dependencia química, especialmente entre adolescentes y jóvenes -pero no solo- y esa realidad es una tragedia social. Mons. Spengler afirma que la dependencia química representa uno de los grandes problemas de salud pública y de seguridad en Brasil.

Según el Prelado, la dependencia química obstaculiza el siempre necesario equilibrio psíquico y espiritual, físico y social. Él destaca que cuando la sobriedad cede lugar a la dependencia, surgen expresiones de dolor y sufrimiento para el individuo y para las personas con las cuales convive, y los ejemplos próximos o distantes hablan por sí solos.

«Teniendo presente tal realidad, la Iglesia buscó responder al desafío: la Iglesia, que quiere actuar -y es su propio deber- en la sociedad como fermento evangélico, está y continuará siempre junto a los que enfrentan con responsable dedicación la plaga social de la droga y el alcoholismo, para alentarlos con la palabra y la gracia de Cristo. La droga es un mal y al mal no se da tregua (Juan Pablo II). Surgió, así, la Pastoral de la Sobriedad, hoy presente en innúmeras comunidades», completa.

Mons. Spengler enfatiza que esa Pastoral quiere ser una acción concreta en la prevención y la recuperación de la dependencia química, pues actúa en cinco frentes de trabajo: prevención, recuperación, reinserción familiar y social y actuación política. Conforme el Arzobispo, se desea así promover, con mirada solidaria, la recuperación del dependiente químico y sus familiares en sociedad con entidades gubernamentales y no gubernamentales, haciendo acogida, orientación y encaminamiento antes, durante y después del necesario tratamiento.

«La Pastoral de la Sobriedad busca implantar grupos de autoayuda buscando el desarrollo de acciones en la prevención de la dependencia química, en el trabajo junto a quien ya hizo uso ocasional, sin, entretanto, haberse tornado dependiente, y en la recuperación del dependiente químico y su reinserción familiar y social.»

Por último, el Prelado resalta que en el trabajo de recuperación del dependiente, está presente una acción conjunta entre quien cuida, quien es cuidado y las personas próximas del dependiente. Además, él agrega que se hace necesario atentar al ser humano en su integralidad física, psíquica y espiritual.

«Siendo una pastoral de la Iglesia, está presente la convicción de que no basta la necesaria actuación de profesionales de la salud para auxiliar al dependiente; urge también cuidar de las relaciones familiares del individuo, además de la dimensión religiosa con su carga simbólica en el proceso de recuperación a la persona en cuestión. Esta Pastoral nos recuerda que la sobriedad es una manera de vivir en equilibrio, y que ella es fundamental para todas las personas y todas las categorías sociales», concluye. (FB)

 

 

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