viernes, 19 de abril de 2024
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Santa Edwiges: el matrimonio de la vida religiosa con la vocación fue la matriz de su feliz matrimonio – II Parte

Redacción (Viernes, 23-10-2015, Gaudium Press): A continuación la segunda y última parte de la maravillosa historia de Santa Edwiges, duquesa de Silesia:

«Estuve preso y Me visitaste»

Los encarcelados y condenados eran motivo de especial atención de Edwiges. Durante los varios años en que fue construido el monasterio de Trebnitz ningún condenado a la muerte fue ejecutado: la duquesa consiguió que ellos fuesen a trabajar en las obras, permitiéndoles enmendarse de sus faltas y llegar a la conversión. Y durante los largos años en que vivió en este mundo dirigió ella la mirada a los que se encontraban privados de libertad, visitándolos y proporcionándoles ropas y alimentos, siendo varios de ellos adversarios de su marido.

1.jpgEn diversas ocasiones intercedió ella junto a Henrique pidiendo que sus desafectos encarcelados volvieran a su favor, consiguiendo así para ellos la alegría de la libertad (y para Henrique la posibilidad de, junto con ella, hacer el bien).

En cierta ocasión un clérigo cometiera un crimen de sacrilegio, siendo sentenciado por el juez a la pena capital. La duquesa se conmovió profundamente por lo que ocurría con el infeliz, pero al mismo tiempo mirando a una santa institución, la Iglesia Católica, en la cual el actuaba: un electo de Dios condenado a una muerte infame. A pesar del crimen, Edwiges consideraba el estado clerical digno de gran veneración: pidió, suplicó y oró por el condenado, consiguiendo finalmente librarlo de la sentencia fatal, y después se empeñó en la conversión de aquel cuya vida había salvado.

Protectora de las viudas, huérfanos, pobres, peregrinos y endeudados

Para las viudas y huérfanos Edwiges era una madre, abogada y consoladora. A los peregrinos que se dirigían a los Lugares Santos, Edwiges contribuía con dinero para sus necesidades de viaje, sintiéndose así participante de las peregrinaciones y de sus méritos.

Cierto día se demoro ella más tiempo en las oraciones, que hacía en sus aposentos. Mendigos, al lado de afuera, después de larga espera pasaron ellos a lamentarse, en alta voz: «hoy la señora se escondió de nosotros», y otras blandas manifestaciones de pedidos de limosnas. Una de las siervas informó a Edwiges que los pobres estaban allí quejándose de que la duquesa no les diera todavía las limosnas, a lo que ella determinó: «ve deprisa, agarra el cofre donde está el dinero para los pobres, y de a cada uno conforme el Señor la inspire».

Santa Edwiges adquirió fama como protectora de los endeudados porque, cuando algunas personas estaban en esa situación (o presos, no pudiendo pagar los débitos financieros que habían contraído), ella saldaba las deudas con su propio dinero, o obtenía el perdón para los deudores.

Parte para el Paraíso

Edwiges, duquesa de Silésia y de Polonia, acostada en un pobre lecho entregó su alma a Dios en el año 1243, el día 15 de octubre. Esa fecha, como es habitual en la Iglesia, pasó a ser el día de su festividad litúrgica, la cual fue después mudada para el día siguiente (para dar lugar a la conmemoración de Santa Teresa de Ávila, patrona de los profesores). Habiendo siempre sido humilde y dotada de gran perfección en vida, Santa Edwiges se habrá alegrado, en el paraíso, en ver concedida la precedencia a esa otra gran santa de la constelación de la Iglesia.

Por el P. Rodrigo Solera, EP

Fuentes: Vida de Santa Edwiges (Pe. Ivo Montanhese CSSR, Editora Santuário, 1884); Dix Mille Saints (Les Bénédictines de Ramsgate, Brepols, 1991); Heavenly Friends (Rosalie Marie Levy, St. Paul Editions, 1984).

 

 

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