jueves, 28 de marzo de 2024
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Cardenal Rivera preside peregrinación de Arquidiócesis de México al Tepeyac

Ciudad de México (Martes, 12-01-2016, Gaudium Press) El Cardenal Norberto Rivera Carrera, Primado de México y Arzobispo de la capital mexicana, ha presidido el pasado sábado la peregrinación de la Arquidiócesis a la Basílica de Guadalupe. El purpurado dio inicio a la homilía de la misa de la peregrinación, hablando de la próxima visita del Papa a tierras aztecas.

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«Este año nuestra peregrinación a la casita del Tepeyac adquiere un sentido especial por el Año Jubilar de la Misericordia que ha convocado el Papa Francisco. El Papa viene especialmente a poner el año de la Misericordia precisamente en las manos de Nuestra Madre Misericordiosa, Santa María de Guadalupe, por ella recibimos al que es la Misericordia: Jesucristo nuestro Señor. Si aceptamos a Jesucristo, tendremos una experiencia de la Misericordia del Padre que impregnará nuestro camino personal y pastoral».

El Cardenal señaló que la vida espiritual es un vivir en Jesús redentor, «es un vivir en Cristo y de Cristo, o lo que es lo mismo, un dejar vivir a Cristo en nosotros (Cfr. Gal 2,20;4,6). Es también un vivir en el Espíritu, un marchar en él (Cfr. 1Cor 12,3-11). El evangelio ha sido y será siempre el fundamento de la vida en el Espíritu. Sólo quien permanece en Cristo produce los frutos del Espíritu (Cfr. Gal,5,22)».

El Señor no es un personaje del pasado, sino alguien vivo en nuestra historia. Una Persona que nos llama a vivir en la caridad, cuyo fundamento es la compasión, algo muy apropiado de recordar en este Año de la Misericordia. «La compasión es el fundamento de la caridad de Jesús. Es el primer sentimiento que debe adueñarse también de nuestra alma cuando vemos a cualquier persona en desgracia. Quien permanece frío, insensible ante los males, es incapaz de toda obra solidaria y misericordiosa. Algo le hace a Jesús, ver a esa mujer llorar por su hijo que estaba siendo sepultado. Algo le hace ver llorar a Martha y a María a causa de la muerte de su hermano Lázaro y Jesús, a su vez, no puede contener sus propias lágrimas. Algo le hace también ver a toda esa gente que corre detrás de él, porque venidos de todos lados, ya no saben a quién encomendarse y necesitan oír palabras de esperanza. Algo le hace ver a Jerusalén, la ciudad santa, su ciudad, cerrarse al mensaje de paz que habría podido procurarle felicidad».

«Es importante para nosotros mirar así a Jesús y aprender de él. El camino de Jesús es el camino de la Encarnación. Es el camino de un Dios que se hizo carne, que se puso a sí mismo en movimiento a la manera de los hombres, a partir de nuestros sufrimientos y de nuestras angustias».

El Cardenal Rivera invitó a obispos y presbíteros a «encabezar con humildad el servicio al evangelio en las comunidades». A los consagrados los convocó a «fortalecer la vida de nuestra Arquidiócesis». A los laicos los instó a seguir madurando como discípulos misioneros de Jesús.

Finalmente volvió a aludir a la inminente llegada del Papa.

«Les invito a vivir la próxima visita del Papa Francisco como un acontecimiento de gracia. Todos ustedes conocen la profunda devoción que el Papa Francisco tiene a Santa María de Guadalupe y también son conocedores de la admiración que tiene a San Juan Diego a quien considera no solo agraciado por la elección que recibió de la Señora del Cielo, sino porque considera a nuestro Indígena Santo como un modelo de Laico Evangelizador, pues por El recibimos el Evangelio que nos trajo nuestra Morenita del Tepeyac. Abramos nuestros corazones a su mensaje de unidad y compromiso evangélico. La experiencia de recibirlo en la ciudad y luego en la zona metropolitana nos podrá ayudar a encontrar vínculos cada vez más fuertes para actuar en comunión pastoral interprovincial».

Con información y foto de Siame

 

 

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