sábado, 20 de abril de 2024
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En su mensaje para la Jornada Mundial del enfermo, el Papa invita a seguir el ejemplo de la Virgen en las Bodas de Caná

Ciudad del Vaticano (Jueves, 28-01-2016, Gaudium Press) Hoy de mañana fue dado a conocer el mensaje del Papa para la XXIV Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el próximo 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes. El texto tiene como título «Confiar en Jesús misericordioso como María: ‘Hagan lo que Él les diga’ » (Jn 2,5). La principal celebración de esta Jornada, se realizará en Nazaret, donde «la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Justamente el título del mensaje del Papa muestra la línea central del documento: Como la Virgen, es preciso pedir la acción misericordiosa de Dios, y confiar totalmente en que ella llegará, tal como ocurrió en las Bodas de Caná.

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Representación de las Bodas de Caná

«La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…». Entretanto, en estas situaciones, de una fe puesta a prueba, podemos ver también que «la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz. Y esta clave nos la proporciona María, su Madre, experta en esta vía». Es lo que hizo María Santísima en las Bodas de Caná: ante una necesidad, buscó acercar más los hombres a su Hijo-Dios.

En el centro está Jesús misericordioso

«El banquete de bodas de Caná es una imagen de la Iglesia: en el centro está Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las primicias de la nueva comunidad; y cerca de Jesús y de sus discípulos está María, Madre previsora y orante. María participa en el gozo de la gente común y contribuye a aumentarlo; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados. Y Jesús no rechazó la petición de su Madre. Cuánta esperanza nos da este acontecimiento. Tenemos una Madre con ojos vigilantes y compasivos, como los de su Hijo; con un corazón maternal lleno de misericordia, como Él; con unas manos que quieren ayudar, como las manos de Jesús, que partían el pan para los hambrientos, que tocaban a los enfermos y los sanaba», expresa el Papa. Una Virgen que abre las puertas del Corazón de Jesús.

¿Y quién es Jesús? «Él es Aquel que socorre al que está en dificultad y pasa necesidad. En efecto, en su ministerio mesiánico curará a muchos de sus enfermedades, dolencias y malos espíritus, dará la vista a los ciegos, hará caminar a los cojos, devolverá la salud y la dignidad a los leprosos, resucitará a los muertos y a los pobres anunciará la buena nueva (cf. Lc 7,21-22). La petición de María, durante el banquete nupcial, puesta por el Espíritu Santo en su corazón de madre, manifestó no sólo el poder mesiánico de Jesús sino también su misericordia». A Él nos debemos entregar.

También estaban los sirvientes

Pero no es sólo el Señor y su Madre; también están los «sirvientes», los que ayudaron a la Virgen y al Señor en el pasaje de las Bodas de Caná. «En la escena de Caná, además de Jesús y su Madre, están también los que son llamados «sirvientes», que reciben de Ella esta indicación: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Naturalmente el milagro tiene lugar por obra de Cristo; sin embargo, Él quiere servirse de la ayuda humana para realizar el prodigio. Habría podido hacer aparecer directamente el vino en las tinajas. Sin embargo, quiere contar con la colaboración humana, y pide a los sirvientes que las llenen de agua». Nosotros, como los sirvientes de las Bodas de Caná, también estamos convocados a ser canales de la misericordia de Dios hacia los hombres, y particularmente hacia los enfermos. Y si seguimos la indicación de la Virgen, «Haced lo que él os diga», también «Jesús transformará siempre el agua de nuestra vida en vino bueno».

«A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, les deseo que estén animados por el ejemplo de María, Madre de la Misericordia», concluye el Pontífice en su mensaje, para después impartir su Bendición Apostólica.

Con información de Radio Vaticano

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