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"Ser confesores no se improvisa": concluye en Madrid encuentro sobre el ministerio de la confesión

Madrid (Miércoles, 24-02-2016, Gaudium Press) Desde el pasado lunes 22 hasta este miércoles 24 de febrero tuvo lugar en Madrid el encuentro de reflexión «Ser confesores no se improvisa», sobre el ministerio de la confesión. El evento, organizado por la Vicaría Episcopal para el Clero de la Arquidiócesis de Madrid con la colaboración de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, ocurrió en el Seminario Conciliar como parte de las actividades que este año tienen lugar en la capital española con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

Las jornadas de trabajo, que se desarrollaron cada día desde las 11:30 hasta las 13:00 horas, fueron inauguradas por el Vicario Episcopal de Evangelización, Carlos Aguilar, quien presentó el tema «El Sacramento de la Penitencia y su incidencia en el ministerio de confesor».

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«Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre»: Papa Francisco / Foto: Hernán Piñera.

El martes 23 fue el turno de la conferencia «La acogida del penitente y el acompañamiento del itinerario de su conversión» que presentó el Padre Germán Arana, SJ, rector del Colegio Mayor y Seminario Pontificio de Comillas.

El encuentro fue clausurado este 24 con la ponencia «La facultad concedida a todos los sacerdotes de perdonar el pecado de aborto durante el Año Jubilar», a cargo de Roberto Serres López de Guereñu, Vicario Judicial y decano de la Facultad de Derecho Canónica de la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

Confesores: signo de misericordia

El Santo Padre Francisco, en la Bula «Misericordiae Vultus», con la que convocó el Año Santo de la Misericordia, hizo un especial énfasis en la importancia del ministerio del confesor recordando que él ha de ser un auténtico signo de misericordia. «Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón».

Dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa también dice: «Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios».

Luego, agrega: «Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido ante la misericordia del Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia».

Con información de Infomadrid y Vatican.va.

 

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