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Aparecida (Jueves, 07-04-2016, Gaudium Press) Los trabajos de la 54ª Asamblea General de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) fueron iniciados oficialmente este miércoles, 6 de abril, durante celebración eucarística realizada por la mañana, en la basílica de Nuestra Señora Aparecida.
El Arzobispo de Brasilia y presidente de la CNBB, Mons. Sérgio da Rocha, afirmó que «nuestros esfuerzos en favor de la unidad de la Iglesia, nuestro empeño por la justicia y la paz en Brasil y en el mundo deben ser acompañados de mucha oración y escucha de la Palabra para poder discernir los pasos a ser dados y tener la fuerza necesaria para caminar en la fidelidad al Señor».
En la ocasión, el momento de la procesión contó con la entrada de los presidentes de las 12 Comisiones Episcopales de Pastoral de la CNBB.
En su homilía, Mons. Sérgio resaltó las palabras misericordia, justicia, unidad y paz, al hablar acerca del sentido de la eucaristía en la vida eclesial.
«La Iglesia eucarística vive de la misericordia, que es fuente de paz. La Iglesia misericordiosa vive de la eucaristía, el alimento de los que promueven la paz. La eucaristía manifiesta y alimenta nuestra comunión con el Señor y la comunión entre nosotros».
Para el presidente de la CNBB, la ceremonia representaba una «señal y recordación de que la eucaristía es la fuente y el sustento permanente de la vida y la misión de la Iglesia, Iglesia que es llamada a experimentar y a testimoniar la misericordia divina, de modo especial en ese año santo».
«Nosotros necesitamos mucho de misericordia y de justicia, de unidad y de paz. Por tanto, nuestra mirada se vuelve al Señor resucitado en actitud de oración, suplicándole los dones de la unidad y la paz, como siempre hacemos al participar de la misa. Es de él que nos viene la esperanza, es de él que nos viene la fuerza para caminar y superar tantos desafíos. En él está nuestro refugio y nuestra fuerza como rezamos hoy con el salmista», explicó.
Mons. Sérgio resaltó además que debemos continuar creyendo en Nuestro Señor Jesucristo, y siendo así, «creemos en la victoria del amor sobre la violencia, en el triunfo de la misericordia sobre el rencor, de la gracia sobre el pecado, de la vida sobre la muerte».
«Somos llamados, cada día de nuevo a ser misericordiosos como el Padre, revelando su rostro misericordioso en la vida de la Iglesia que quiere ser, siempre más, madre misericordiosa y casa de puertas abiertas», dijo. (LMI)
De la redacción de Gaudium Press, con informaciones de la CNBB
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