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Ciudad del Vaticano (Martes, 10-05-2016, Gaudium Press) Antes de ayer, VII Domingo de Pascua, durante la oración Mariana del Regina Coeli, delante de una multitud de fieles que llenaron la Plaza San Pedro, la reflexión del Papa Francisco fue a propósito del significado de la Ascensión del Señor en nuestros días:
Para Francisco, desde el día de la Ascensión, fue posible para todos los Apóstoles y discípulos habitar en cualquier ciudad del mundo, hasta incluso en las más afectadas por injusticias y violencias, porque encima de toda ciudad hay el mismo cielo, y cada morador puede levantar los ojos con esperanza, porque en aquel cielo habita Dios, que se reveló tan próximo de nosotros que asumió las características de un hombre, Jesús de Nazaret.
Testigos de la alegría de Dios
Y nosotros somos testigos de la alegría de Dios, no apenas con las palabras, sino con la vida cotidiana, afirmó el Papa: «Dios nunca nos deja solos. Este es el testimonio que debemos llevar durante la semana a las casas, oficinas, escuelas, a los lugares de encuentro y de diversión; a los hospitales, cárceles, casas de ancianos, periferias… y anunciar a todos la conversión, para el perdón de los pecados».
Para el Papa, esta misión anunciadora tiene un secreto: la presencia del Señor resucitado, que con el don del Espíritu Santo abre nuestras mentes y corazones para anunciar su amor y su misericordia, inclusive en los ambientes más adversos de nuestras ciudades.
Él es siempre el ‘Dios con nosotros’, recordemos: ¡Enmanuel, Dios con nosotros, que no nos deja solos!, exclamó el Pontífice, invitándonos a mirar adelante y reconocer nuestro futuro. «¡Él está vivo!», exclamó (JSG).
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