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Ciudad del Vaticano (Martes, 17-05-2016, Gaudium Press) El Día Mundial de las Misiones será celebrado en el tercer domingo de octubre, que este año cae el día 16.
El Santo Padre dio a su mensaje el título de «Iglesia misionera, testigo de misericordia».
En la oración del Regina Coeli de este domingo de Pentecostés, el Papa tuvo oportunidad de expresarse a propósito de su mensaje junto a los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro:
«Hoy, en el contexto muy apropiado de Pentecostés, es publicado mi mensaje para el próximo Día Mundial de las Misiones, celebrado cada año en el mes de octubre.
Que el Espíritu Santo dé fuerza a todos los misioneros ad gentes y apoye la misión de la Iglesia en el mundo entero.
Y que el Espíritu Santo nos dé jóvenes – muchachas y muchachos – fuertes, que tengan voluntad de anunciar el Evangelio.
Pidamos esto hoy al Espíritu Santo».
Fragmentos del Mensaje
«El Jubileo Extraordinario de la Misericordia proporciona una luz particular también al Día Mundial de las Misiones de 2016: nos invita a mirar la misión ad gentes como una grande, inmensa obra de misericordia ya sea espiritual ya sea material.
En este Día Mundial de las Misiones, todos somos invitados a «salir», como discípulos misioneros, poniendo cada uno a rendir sus talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia para llevar el mensaje de la ternura y compasión de Dios a la familia humana entera».
La Iglesia «tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón pulsante del Evangelio» (Bula Misericordiae Vultus, 12), y anunciarla en todos los rincones de la tierra, hasta alcanzar toda mujer, hombre, anciano, joven y niño».
«La misericordia genera íntima alegría en el corazón del Padre», «el Dios benigno, solícito, fiel; se aproxima a quien pasa necesidad para estar cerca de todos, sobre todo de los pobres; se envuelve con ternura en la realidad humana, tal como harían un padre y una madre en la vida de sus hijos (cf. Jr 31, 20)».
«Dios es «misericordioso para con todos, su amor es para todos los pueblos y su ternura se extiende sobre todas las criaturas (cf. Sal 144, 8-9)».
«La misericordia encuentra su manifestación más alta y perfecta en el Verbo encarnado. Él revela el rostro del Padre, rico en misericordia: ‘no solamente habla de ella y la explica con el uso de comparaciones y parábolas, pero sobre todo Él mismo la encarna y la personifica’ (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia, 2)».
«Aceptando y siguiendo a Jesús por medio del Evangelio y de los Sacramentos, con la acción del Espíritu Santo, podemos tornarnos misericordiosos como nuestro Padre celestial, aprendiendo a amar como Él nos ama y haciendo de nuestra vida un don gratuito, una señal de su bondad (cf. Bula Misericordiae Vultus, 3)».
«La Iglesia puede ser definida «madre», incluso para aquellos que podrán un día llegar a la fe en Cristo. Espero, pues, que el pueblo santo de Dios ejerza el servicio materno de la misericordia, que tanto ayuda a los pueblos que todavía no conocen al Señor a encontrarlo y amarlo. En efecto la fe es don de Dios, y no fruto de proselitismo; sino crece gracias a la fe y la caridad de los evangelizadores, que son testigos de Cristo.»
«Cada pueblo y cultura tiene derecho de recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos.»
«El mandato del Evangelio – «Id, pues, haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolos a cumplir todo cuanto os he mandado» (Mt 28, 19-20) – no terminó, antes al contrario nos impulsa a todos, en los escenarios presentes y desafíos actuales, a sentirnos llamados para una renovada «salida» misionera, como indiqué en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: «Cada cristiano y cada comunidad ha de discernir cual es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y tener el coraje de alcanzar todas las periferias que precisan de la luz del Evangelio» (n. 20).»
«En el Año Jubilar, celebra su nonagésimo aniversario el Día Mundial de las Misiones, promovido por la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe y aprobado por el Papa Pío XI en 1926. Por eso, considero oportuno recordar las sabias indicaciones de mis Predecesores, estableciendo que fuesen destinadas a esta Opera todas las ofrendas que cada diócesis, parroquia, comunidad religiosa, asociación y movimiento, de todo el mundo, pudiesen recoger para socorrer a las comunidades cristianas necesitadas de ayuda y revigorar el anuncio del Evangelio hasta los últimos confines de la tierra.»
«Santa María, ícono sublime de la humanidad redimida, modelo misionero para la Iglesia, enseñe a todos, hombres, mujeres y familias, a generar y guardar por todos lados la presencia viva y misteriosa del Señor Resucitado, que renueva y llena de jubilosa misericordia las relaciones entre las personas, las culturas y los pueblos».
Vaticano, 15 de mayo – Solemnidad de Pentecostés – de 2016. (JSG)
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