jueves, 28 de marzo de 2024
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Papa, en homilía: Divisiones y dinero, armas del diablo para la destrucción

Ciudad del Vaticano (Martes, 13-09-2016, Gaudium Press) Este lunes, 12/09, día en que la Iglesia hace memoria del Nombre de María, en la homilía de la Santa Misa celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco afirmó que las divisiones destruyen la Iglesia y que el diablo intenta atacar la raíz de la unidad.

¡El diablo siembra celos, ambiciones, ideas, pero para dividir!

En la carta de San Pablo, leída en la liturgia de hoy, él llama la atención de los Corintios por causa de los desentendimientos y divisiones entre ellos.

Francisco, entonces reiteró que «el diablo tiene dos armas muy potentes para destruir la Iglesia: las divisiones y el dinero».
Y el Papa recordó que, lamentablemente, eso comenzó a suceder desde el inicio: «divisiones ideológicas, teológicas, que dilaceraban la Iglesia. ¡El diablo siembra celos, ambiciones, ideas, pero para dividir! Y siembra codicia».

Después del desastre que el maligno provoca, dice el Pontífice, «todo queda destruido. Y el diablo se va contento. Y nosotros – ingenuos, hacemos su juego».

«Las divisiones son una guerra sucia -repitió él- es como un terrorismo»: «lanza la bomba, destruye y permanezco»:

El Señor no es visto como él es

Prosiguió Francisco en la homilía de hoy: «las divisiones en la Iglesia no dejan que el Reino de Dios crezca; no dejan que el Señor sea visto como Él es. Las divisiones muestran esta parte, esta otra parte contra esta y contra alguien… ¡Siempre contra!»

«Pero el diablo va más allá, no solamente en la comunidad cristiana, va justamente en la raíz de la unidad cristiana.
Y eso es lo que sucede aquí, (en esta lectura) en la ciudad de Corintio, a los Corintios.

Pablo los reprende porque las divisiones llegan precisamente a la raíz de la unidad, esto es, a la celebración eucarística».

Pedido

«Yo les pido que hagan todo lo posible para no destruir la Iglesia con divisiones, sean ellas ideológicas como de codicia y ambición, o celos. Y principalmente para que recen y custodien la fuente, la raíz propia de la unidad de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo; y que nosotros – todos los días – celebremos su sacrificio en la Eucaristía». (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de RV)

 

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