jueves, 28 de marzo de 2024
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Papa a Catequistas: El anuncio principal de la fe es que el Señor resucitó

Ciudad del Vaticano (Lunes, 26-09-2016, Gaudium Press) El encuentro de los catequistas para la realización del Jubileo de los Catequistas tuvo inicio el último viernes y fue concluido este domingo, 25/09, en la Plaza San Pedro. Durante estos días en Roma, hubo momentos de reflexión y oración en varias iglesias romanas.

Los cerca de 15 mil catequistas provenientes de varias partes del mundo tuvieron el auge del encuentro en la Audiencia General cuando, antes de la oración del Ángelus, el Papa Francisco se dirigió especialmente a ellos.

Anuncio y Fe

El Pontífice inició su homilía mostrando que el Apóstol Pablo dirige a Timoteo y también a nosotros, algunas recomendaciones.

El Papa dijo que San Pablo pide para que sea guardado el «mandamiento íntegro y sin mancha» y que él habla apenas de un mandamiento para que nuestra mirada se mantenga fija en lo que es esencial para la fe:

«San Pablo no recomienda una multitud de puntos y aspectos, sino subraya el centro de la fe. Este centro en torno al cual todo gira, este corazón pulsante que da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: El Señor Jesús resucitó, el Señor Jesús nos ama y dio la vida por nosotros. Resucitado y vivo, está a nuestro lado y se interesa por nosotros todos los días. Nunca debemos olvidarnos de eso.»

El contenido de la Fe y Catequistas

«En este Jubileo de los Catequistas, nos es pedido que no nos cansemos de colocar en primer lugar el anuncio principal de la fe: el Señor resucitó. No existen contenidos más importantes, nada es más firme y actual. Todo contenido de la fe se torna perfecto si está ligado a este centro, si es impregnado por el anuncio pascual. Si queda aislado, pierde sentido y fuerza. Somos llamados continuamente a vivir y anunciar la Buena Nueva del amor del Señor.»

El mandamiento del que habla San Pablo nos hace pensar también en el mandamiento nuevo de Jesús: «Que os améis unos a otros como Yo os amé». «Es amando que se anuncia el Dios-Amor: nunca imponiendo la verdad ni obstinándose en torno a alguna obligación religiosa o moral», dijo el Papa.

El mensaje de Cristo se comunica a través del testimonio

«Se anuncia Dios, encontrando a las personas, con atención a su historia y su camino. Porque el Señor no es una idea, sino una Persona viva: su mensaje se comunica a través del testimonio simple y verdadero, de la escucha y acogida, de la alegría que se irradia. No se habla bien de Jesús, cuando nos mostramos tristes; no se transmite la belleza de Dios limitándonos a hacer sermones bonitos. El Dios de la esperanza se anuncia viviendo en el día a día el Evangelio de la caridad, sin miedo de testimoniarlo inclusive con nuevas formas de anuncio.»

Qué significa amar

El Papa dijo también que «el Evangelio de este domingo nos ayuda a comprender qué significa amar, especialmente a evitar algunos riesgos. En la parábola, hay un hombre rico que no se da cuenta de Lázaro, un pobre que «yacía en su portón». En realidad, este rico no hace mal a nadie, no se dice que es malo; y todavía tiene una enfermedad peor que la de Lázaro, a pesar de éste estar «cubierto de llagas»: Este rico sufre de una fuerte ceguera, porque no consigue mirar más allá de su mundo, hecho de banquetes y ropas finas. No ve más allá de la puerta de su casa, donde yacía Lázaro, porque no se importa con lo que sucede afuera. No ve con los ojos, porque no siente con el corazón. En su corazón, entró la mundanidad que anestesia el alma».

«La mundanidad es como un «agujero negro» que traga al bien, que borra el amor, que absorbe todo en el propio yo. Entonces solo se ven las apariencias y no nos damos cuenta de los otros, porque nos tornamos indiferentes a todo. Quien sufre de esta grave ceguera, asume muchas veces comportamientos «estrábicos»: mira con reverencia a las personas famosas, de alto nivel, admiradas por el mundo, y aleja la mirada de los innúmeros Lázaros de hoy, de los pobres y los enfermos, que son los predilectos del Señor.»

«Pero el Señor mira para quien es transcendido y rechazado por el mundo. Lázaro es el único personaje, en todas las parábolas de Jesús, a ser llamado por el nombre. Su nombre significa «Dios ayuda». Dios no lo olvida, lo acogerá en el banquete de su Reino, juntamente con Abraham, en una comunión rica de afectos. Al contrario, en la parábola, el hombre rico no tiene siquiera un nombre; su vida cae olvidada, porque quien vive para sí mismo no hace la historia. La insensibilidad de hoy escaba abismos insuperables para siempre», dijo además el Santo Padre.

Servidores de la Palabra: Pobreza, Dignidad, Esperanza, Alegría

El Papa describió un servidor de la Palabra de Jesús:

«Como servidores de la palabra de Jesús, somos llamados a no ostentar apariencia, ni buscar gloria; no podemos siquiera ser tristes y lastimosos. No seamos profetas de la desgracia, que se complacen en lobreguecer peligros o desvíos; no seamos personas que viven atrincheradas en sus ambientes, profiriendo juicios amargos sobre la sociedad, sobre la Iglesia, sobre todo y todos, llenando el mundo de negatividad. El escepticismo lamentoso no se coaduna con quien vive familiarizado con la Palabra de Dios».

Y el Santo Padre además afirmó que «quien anuncia la esperanza de Jesús es portador de alegría y ve lejos, porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas. Al mismo tiempo, ve bien de cerca, porque está atento al prójimo y a sus necesidades. Hoy el Señor nos pide eso: delante de los innúmeros Lázaros que vemos, somos llamados a inquietarnos, a encontrar formas de atenderlos y ayudarlos, sin delegar siempre a otras personas ni decir: «Te ayudo mañana». El tiempo gastado socorriendo es tiempo donado a Jesús, es amor que permanece: es nuestro tesoro en el cielo, que nos aseguramos aquí en la tierra».

Pedido final del Papa

Para concluir su homilía, Francisco hizo un pedido a Dios para que «nos dé la fuerza de vivir y anunciar el mandamiento del amor, venciendo la ceguera de la apariencia y las tristezas mundanas. Que Él nos torne sensibles a los pobres, que no son un apéndice del Evangelio, sino página central, siempre abierta delante de nosotros». (JSG)

 

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