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El día en que San Juan Pablo II dio como regalo los Misterios Luminosos del Rosario

Redacción (Viernes, 07-10-2016, Gaudium Press) «El Rosario de la Virgen María (…) es una oración apreciada por numerosos Santos y fomentada por el Magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad», así inicia San Juan Pablo II la Carta Apostólica ‘Rosarium Virginis Mariae’, que el Supo Pontífice presentó el 16 de octubre del año 2002, en la que habla sobre la belleza y gran significado del Santo Rosario.

En ella el Papa destaca que el Rosario, a pesar de dirigirse a la Madre Dios, es una oración centrada en la cristología, por medio de la cual el pueblo cristiano aprende de María «a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor», como lo recuerda en la Carta Apostólica.

Y es que San Juan Pablo II dese el mismo inicio de su Pontificado demostró siembre su gran amor a María, así como su devoción al Santo Rosario. No en vano el lema de su Pontificado fue «Totus Tuus», frase latina que significa «Todo Tuyo» para expresar su consagración personal y especial a la Madre de Dios.

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San Juan Pablo II decía que por medio del Rosario el pueblo aprender de María «a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor».

Fue él quien entregó como regalo a la Iglesia los Misterios Luminosos, añadidos a los demás misterios del Rosario -Gozosos, Gloriosos y Dolorosos-, que fueron confiados por la Virgen a Santo Domingo de Guzmán (Ver nota anterior: Las promesas del Santo Rosario). Desde el 2002, cuando el Santo Polaco confía a la Iglesia los misterios luminosos, éstos de rezan cada jueves.

Así se refirió Juan Pablo II a los Misterios de la Luz en la Carta Apostólica ‘Rosarium Virginis Mariae’: «Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial ‘misterios de luz’. En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es ‘la luz del mundo’ (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando indicar a la comunidad cristiana cinco momentos significativos -misterios ‘luminosos’- de esta fase de la vida de Cristo, pienso que se pueden señalar: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual».

En dicho documento pastoral, el Papa instruye sobre cada misterio luminoso, los cuales revelan el Reino ya presente en la persona misma de Jesús: «Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace ‘pecado’ por nosotros (cf. 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera. Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná (cf. Jn 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente. Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (cf. Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (cf. Mc 2, 3-13; Lc 7,47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia. Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo ‘escuchen’ (cf. Lc 9, 35 par.) y se dispongan a vivir con Él el momento doloroso de la Pasión, a fin de llegar con Él a la alegría de la Resurrección y a una vida transfigurada por el Espíritu Santo. Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad ‘hasta el extremo’ (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio».

De la redacción de Gaudium Press, con información de Carta Apostólica ‘Rosarium Virginis Mariae’ – Vatican.va.

 

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