viernes, 29 de marzo de 2024
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Santa Sede a la ONU: No se puede combatir la droga con droga, sino con prevención

Nueva York (Martes, 11-10-2016, Gaudium Press) El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Mons. Bernardito Auza, se dirigió a la sesión número 71 del Tercer Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas para recordar que la batalla contra la drogadicción no puede ganarse a través de las drogas, sino a través de una decidida acción de prevención en la cual las familias tienen un papel fundamental. «Mi delegación desea reafirmar la oposición de la Santa Sede a la legalización del uso de drogas como medio para combatir la drogadicción», afirmó el prelado quien recordó las palabras del papa Francisco sobre el tema en 2014: «La lucha contra las drogas no puede ser ganada con drogas. Las drogas son un mal, y con el mal no puede haber rendición ni compromiso».

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Mons. Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas. Foto: #WeAreN2016

El Observador Permanente valoró la determinación de la comunidad internacional en la lucha contra el narcotráfico y recordó que el tráfico de estupefacientes es «una nueva especie de guerra contra la sociedad» que frecuentemente se acompaña del tráfico de personas y de armas, la explotación de niños y otras formas de corrupción. El Arzobispo insistió en que «la producción y el tráfico de drogas ilícitas obedece la ley de la oferta y la demanda: el narcotráfico existe porque hay un mercado lucrativo creado por individuos adictos» y recordó que la manera más efectiva de erradicarlo es la prevención del consumo.

Mons. Auza recordó que la lucha contra la droga debe seguir los principios del «respeto por la dignidad humana, la primacía de la prevención y el papel de la familia como baluarte para la prevención de las drogas y el tratamiento de las adicciones». Las acciones de prevención deben incluir la educación desde la infancia contra la tentación del placer temporal y del dinero fácil del tráfico. «La Santa Sede no puede poner suficiente énfasis en la importancia de la familia como piedra angular de las estrategias de prevención, tratamiento, rehabilitación, reintegración y salud», afirmó el Observador Permanente.

El prelado recordó que la drogadicción no es un mal únicamente individual: «la familia es la primera en sufrir por parte de sus miembros abusadores de las sustancias, con consecuencias como la violencia doméstica, el colapso económico y otras disfunciones que pueden llevar a la ruptura familiar». Por este motivo manifestó su apoyo a los programas que fortalecen la familia y las habilidades de los padres en la prevención, recordando que la familia es la base de la sociedad y su destrucción a causa de las drogas lleva a la desestabilización social. «Para prevenir la drogadicción no sólo es necesario decir ‘no’ a las drogas», concluyó Mons. Auza. «Es también esencial decir ‘sí’ a la vida, al amor, a la familia, a todo los que es positivo y saludable para el disfrute pleno de la vida».

Con información de Zenit.

 

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