viernes, 19 de abril de 2024
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El Papa meditó en la esperanza cristiana, aquella que nunca defrauda

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 15-02-2017, Gaudium Press) El Papa meditó sobre ‘la esperanza que no defrauda’, en la Audiencia General de hoy en el Aula Pablo VI, ante miles de fieles de diversos lugares del mundo, para lo que usó un texto de la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos: «Desde pequeños se nos enseña que no es bueno enaltecerse, porque vanagloriarse por lo que se es o por lo que se tiene, además de cierta soberbia, demuestra una falta de respeto con respecto a los demás, especialmente con quienes son menos afortunados», introdujo el Pontífice.

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Entretanto, el Papa entró en matices sobre el importante tema de la gloria y de la vanagloria.

«Pablo quiere hacernos entender que, si aprendemos a ver los acontecimientos a la luz del Espíritu Santo, ¡percibimos que todo es gracia! Si prestamos atención, quien actúa en la historia así como en nuestra vida, no estamos nosotros solitos sino que sobre todo es Dios. Él es el protagonista absoluto que crea todas las cosas como un don de amor, que teje la trama de su designio de salvación, llevado a la plenitud en Jesús». Entonces, si tenemos claro que todo depende de Dios y los bienes son dones de Dios, pues no hay espacio a la vanagloria personal. Y este depender en todo de Dios hace que experimentemos «una paz que se extiende a todas las dimensiones de nuestra vida».

Una paz que no es ausencia de problemas

La paz que promete Dios no es la ausencia de problemas, pues en esta vida siempre los vamos a tener. La paz que Dios nos ofrece «es un don que nace de la experiencia de saber que somos amados por Él, que siempre nos acompaña y nunca nos abandona. Eso hace con que seamos pacientes en las tribulaciones, pues la misericordia de Dios es mayor que todo». Estas certezas generan la paciencia, pues se sabe que en los momentos más duros, ahí está el Señor para ayudarnos.

Este esperar en el auxilio de Dios «no decepciona. Su fundamento no está en lo que nosotros podemos o no hacer, y ni en lo que podemos creer. Su fundamento es lo que de más fiel y seguro pueda existir, o sea, el amor de Dios por nosotros». Es esa «la raíz de nuestra seguridad, la raíz de la esperanza».

Este amor de Dios por todos nosotros es algo de lo que sí podemos vanagloriarnos: «Me vanaglorio del amor de Dios, porque Él me ama. La esperanza que nos fue dada no nos separa de los demás y mucho menos me lleva a desacreditarlos o marginalizarlos», expresó el Papa, que concluyó su meditación invitando a todos a ser canales de esperanza para nuestros semejantes.

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