viernes, 29 de marzo de 2024
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Cuando San Juan Pablo II habló sobre la dignidad y la vocación de la mujer

Redacción (Miércoles, 08-03-2017, Gaudium Press) El 15 de agosto de 1988, en la solemnidad de la Asunción de la Virgen María y con motivo del Año Mariano, San Juan Pablo II dedicó un documento especial a la mujer, que hoy -cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer- traemos a la memoria. Se trata de la Carta Apostólica ‘Mulieris Dignitatem’, que habla sobre la dignidad y la vocación de la mujer.

«Ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple a plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres, llenas del espíritu del Evangelio, pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga», así comenzaba el Papa la Carta Apostólica al citar el mensaje final del Concilio Vaticano II, donde el rol de la mujer dentro de la vida humana y cristiana, fue tema de re flexión.

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María «es el nuevo principio de la dignidad y vocación de la mujer, de todas y cada una de las mujeres»: San Juan Pablo II / Foto: Cathopic.

María, modelo de mujer y corazón del acontecimiento salvífico

El Santo Pontífice resalta a la Virgen María como modelo de mujer, destacando el rol que tiene en el misterio de la salvación: «María -esta ‘mujer’ de la Biblia- pertenece íntimamente al misterio salvífico de Cristo y por esto está presente también de un modo especial en el misterio de la Iglesia. Puesto que ‘la Iglesia es en Cristo como un sacramento (…) de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano’, la presencia especial de la Madre de Dios en el Misterio de la Iglesia nos hace pensar en el vínculo excepcional entre esta ‘mujer’ y toda la familia humana».

Señala que la mujer se encuentra en el corazón mismo del acontecimiento salvífico, especialmente en la Anunciación de Nazaret. Sobre lo cual plantea la siguiente pregunta: «¿No se encuentra quizás en la Anunciación de Nazaret el comienzo de aquella respuesta definitiva, mediante la cual Dios mismo sale al encuentro de las inquietudes del corazón del hombre?».

«Aquí no se trata solamente de palabras reveladas por Dios a través de los Profetas, sino que con la respuesta de María realmente ‘el Verbo se hace carne’. De esta manera, María alcanza tal unión con Dios que supera todas las expectativas del espíritu humano», agrega.

Dignidad y vocación de la mujer determinada por María, Madre de Dios

Para referirse de la dignidad y vocación de la mujer, el Papa dice que la realidad «mujer-Madre de Dios», es lo que determina «el horizonte esencial» de dicha reflexión, puesto que tal dignidad y vocación -propia de cada ser humano, sea éste hombre o mujer- encuentra su realización definitiva en la «unión con Dios».

Al respecto, subraya que es precisamente María, como mujer, «la expresión más completa de esa dignidad y de esta vocación»; y dice que María, quien es llamada «Nueva Eva», «es el nuevo principio de la dignidad y vocación de la mujer, de todas y cada una de las mujeres».

Cristo, promotor de la verdadera dignidad de la mujer

En el capítulo quinto de la Carta Apostólica, San Juan Pablo II señala que Cristo fue ante sus contemporáneos «el promotor de la verdadera dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta dignidad».

«En las enseñanzas de Jesús, así como en su modo de comportarse, no se encuentra nada que refleje la habitual discriminación de la mujer, propia del tiempo; por el contrario, sus palabras y sus obras expresan siempre el respeto y el honor debido a la mujer. La mujer encorvada es llamada ‘hija de Abraham’, mientras en toda la Biblia el título de ‘hijo de Abraham’ se refiere sólo a los hombres. Recorriendo la vía dolorosa hacia el Gólgota, Jesús dirá a las mujeres: ‘Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí’. Este modo de hablar sobre las mujeres y a las mujeres, y el modo de tratarlas, constituye una clara ‘novedad’ respecto a las costumbres dominantes entonces», subraya el santo Pontífice.

Maternidad y Virginidad: dimensiones de la realización femenina

Para Juan Pablo II la realización de la mujer se halla a partir de dos dimensiones: la maternidad y la virginidad, que se encuentran de manera perfecta en María quien «como Virgen, llega ser Madre del Hijo de Dios». Por lo cual, la Madre de Dios ayuda a las mujeres «a vislumbrar el modo en que estos dos caminos de la vocación de la mujer (…) se explican y complementan recíprocamente».

La vocación al amor

Culminando el documento pastoral, el Papa señala que la vocación y la dignidad de la mujer están directamente relacionadas con el amor: «La dignidad de la mujer se relaciona íntimamente con el amor que recibe por su femineidad y también con el amor que, a su vez, ella da».

Dice que «la mujer no puede encontrarse a sí misma si no es dado amor a los demás», debido a que su fuerza moral y espiritual «se une a la conciencia de que Dios le confía, de un modo especial, el hombre, es decir, el ser humano».

Con información de «Mulieris Dignitatem» – Vatican.va

Gaudium Press / Sonia Trujillo

 

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