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Obispos del Camino de Santiago en Francia y España alientan pastoral de los peregrinos

Santiago de Compostela (Jueves, 13-07-2017, Gaudium Press) «¿En qué se distingue o se puede distinguir la «hospitalidad cristiana» de la simple «hospitalidad»?». Esta es una de las preguntas que responde la nueva Carta Pastoral de los Obispos del Camino de Santiago de Francia y España, quienes alientan una reflexión sobre la pastoral de los peregrinos a su paso hacia la Basílica Catedral de Santiago de Compostela. Los Obispos se proponen aprovechar esta oportunidad única de reflexión y encuentro con la fe para facilitar que los peregrinos experimente la comunión y la presencia de Cristo en el Camino.

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Los prelados recuerdan que la hospitalidad tiene una larga tradición en la religión cristiana y en el Antiguo Testamento y una notable importancia: «La hospitalidad del extranjero o del peregrino no es una prescripción como las demás, sino una primicia del amor al prójimo que es la virtud de la caridad», enseñaron. «Jesús, anfitrión, imagen de todos los hospitaleros y voluntarios, personifica esta gracia y recapitula en Él la relación de acogida recíproca: ¡Acogeos unos a otros como Yo os acojo!».

Mantener la identidad religiosa de la peregrinación

En su Carta Pastoral, los Obispos destacan el encuentro con otros creyentes en el Camino como una necesidad esencial para mantener el sentido religioso del mismo. «Los signos externos de la hospitalidad cristiana deben ser visibles en los albergues, sin ser exagerados. Tiene que haber crucifijos en la entrada y en las salas, alguna imagen del apóstol Santiago, y folletos explicando su vida», recomendaron. «Alguna imagen de la Virgen, si es posible que sea la representación de alguna Virgen local. Biblias (en varios idiomas) y, si se quiere, ejemplares de los últimos escritos de los Papas».

«Si hay una iglesia no muy lejos del albergue, que sirva como lugar de oración. El hospitalero cristiano, con la ayuda de los feligreses locales, se encargará, de acuerdo con el cura, de mantenerla abierta a las horas adecuadas e invitará a sus huéspedes a acudir a ella para contemplar y meditar», dispusieron los Obispos. «Si es posible, se harán unas vísperas, una misa vespertina, y/o una bendición del peregrino cuando salga; y se
ofrecerá el sacramento de la Penitencia al que lo pida». Los peregrinos recibirán información sobre los horarios del templo y ésta se compartirá con otros hospitaleros para servicio de quienes no se hospedan en los albergues.

Los Obispos encomendaron a los Santuarios y parroquias ubicados a los largo del Camino acciones para facilitar el acceso de los peregrinos y disponer de ayudas como lugares preparados para la oración, publicaciones y libros de intenciones, entre otros. A los Monasterios que acogen a los peregrinos, los prelados pidieron invitar a los viajeros a unirse a los oficios religiosos y respetar el silencio mayor de los consagrados, aprovechando su presencia para presentar su carisma, dedicando a un religioso o religiosa especialmente a «la Acogida de los Peregrinos, de tal forma que a cualquier hora del día que lleguen al monasterio puedan ser acogidos como el mismo Cristo».

El hospitalero cristiano

La figura del hospitalero cristiano ocupa una sección del documento, en la cual se destaca la necesidad de una preparación espiritual especial para esta tarea, que le permita dar testimonio y razón de su fe, sin convertirse en un periodista que entreviste al peregrino ni un psicólogo o un asistente social. «El hospitalero cristiano tiene que dar testimonio de su fe de dos formas por lo menos. En primer lugar, por el ejemplo (…). Su acogida debe de ser abierta, fraternal y alegre para todos y cualquiera que llegue, sin distinciones, aunque el caminante esté de mal humor, tenga mal carácter, huela mal, sea hasta agresivo. En cada peregrino que aparezca, el hospitalero verá a Cristo, verá la obra del Creador, y lo acogerá en su casa».

«El hospitalero dará también testimonio de su fe escuchando al peregrino si ése quiere hablar. No forzará en ningún momento ese deseo de expresarse», indicaron los prelados, quienes aclararon que el hospitalero debe estar dispuesto a contestar las preguntas que el peregrino le haga sobre la fe, Dios, la historia del Apóstol Santiago y otros temas. » El hospitalero proseguirá así la misión del Apóstol, se hará apóstol del Evangelio, consciente de que sigue los pasos de uno de los Doce». El hospitalero invitará al peregrino a la reflexión personal, a la búsqueda de respuestas en su interior y a la experiencia del silencio, escasa en la actualidad.

Los Obispos recordaron en la parte final de la Carta Pastoral la importancia y protección especial de la Santísima Virgen para con los peregrinos del Camino de Santiago, así como la tradición de orar la Salve y otras oraciones, dos de las cuales fueron citadas en el texto de la Carta Pastoral. Finalmente recordaron algunos de los Santos que realizaron esta peregrinación, «como faros de luz que nos invitan a la santidad de vida, como eco y fin de la peregrinación jacobea». Los prelados finalizaron su Carta con su «agradecimiento, bendición y oración para que todos alcancemos, algún día, el Pórtico de la Gloria y Jesús nos reconozca como peregrinos del Señor Santiago».

Con información de Archidiócesis de Compostela.

 

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