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Obispo de Phoenix publica segunda parte de artículo sobre la realidad del infierno

Phoenix (Martes, 26-06-2018, Gaudium Press) El Obispo de Phoenix, Estados Unidos, Monseñor Thomas Olmsted, publicó la segunda parte de su texto catequético sobre la realidad del infierno, el cual que hace parte de una serie de artículos sobre las cuatro últimas realidades según enseña la doctrina católica. El texto que lleva por título «Las puertas del infierno están cerradas por dentro» Reflexiona sobre la libertad humana y la compatibilidad del castigo eterno con la misericordia de Dios.

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Monseñor Thomas Olmsted, Obispo de Phoenix, Estados Unidos. Foto: Saint Joseph Maronite Catholic Church

«Puesto que Dios creó a los seres humanos con el don del libre albedrío, a pesar de que Él desea que todo el mundo esté feliz con Él por siempre en el Cielo, no obliga a nadie a aceptar Su amor», expuso el Obispo. «Por respeto a nuestra libertad, nos permite elegir la separación eterna de Él. Esto es el infierno». En la segunda parte de su artículo, el prelado contesta algunas preguntas frecuentes expresadas por los fieles cuando predica sobre este tema.

La primera incógnita tratada por Mons. Olmsted fue la duda de cómo pueden los creyentes ser felices en el Cielo si conocen que un ser querido no se encuentra en ese lugar. El prelado que aclaró que el misterio del Paraíso no puede ser entendido desde las realidades terrenales pero que la Teología sí da luces sobre este tipo de dudas. «Hay un principio teológico que dice: ‘Dios y el mundo no son mayor que Dios’, puesto que Dios es sí mismo en lugar de simplemente uno entre muchos», explicó el prelado. «Del mismo modo, podríamos decir que ‘Dios más nuestros seres queridos» no es mayor que Dios. En otras palabras, cuando estamos completamente unidos a Dios en el Cielo, tenemos todo que lo necesario para la perfecta felicidad».

Si bien esta realidad previene el sufrimiento de los fieles que gozan de la gloria del Cielo, también es cierto que la unión plena con Dios significa participar de su amor y de sus deseos, incluyendo de su voluntad que todas las personas se salven. «Es posible decir que, de alguna manera misteriosa, los que están en Cielo compartan en el ‘sufrimiento’ de Dios porque comparten tan perfectamente el amor de Dios, y todo este sufrimiento no disminuye la felicidad perfecta del Cielo que fluye de la completa comunión con Dios», indicó.

El Obispo también trató el tema de cómo poder sobrellevar la preocupación y el temor de que las propias imperfecciones planteen dificultades a la salvación propia y a la de otras personas. «Ante esta preocupación, Jesús nos invita a poner toda nuestra confianza en Él», motivó el prelado. «Jesús quiere que nosotros estemos llenos de Su paz, aun cuando somos conscientes de nuestros muchos propios fracasos (…). Mientras que ciertamente estamos llamados a buscar la perfección cristiana por amor a Dios con todo nuestro corazón y amar a nuestro prójimo como a nuestro ser, ayudando así a nuestro prójimo en el camino a la salvación, también confiamos en la amplitud de la misericordia de Dios cuando caemos por debajo de esta misión».

«Podemos tener gran confianza en Jesús, nuestro Señor y Salvador, porque ‘Dios amó tanto al mundo, que entregó a Su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna'», concluyó. «Como el Padre de la parábola dio la bienvenida a su hijo pródigo con los brazos abiertos a pesar de que su hijo había pecado gravemente, Dios nuestro Padre está siempre dispuesto a recibirnos en Su abrazo, siempre que volvemos a Él».

Con información de The Catholic Sun.

 

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