jueves, 18 de abril de 2024
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En la Audiencia General, Papa profundiza en el sexto mandamiento: "No cometerás adulterio"

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 31-10-2018, Gaudium Press)  «Completamos hoy la catequesis sobre el 6º mandamiento: «No cometerás adulterio», resaltando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Por más que es un mandamiento referido a los esposos, su llamada a la fidelidad está destinada a todos», expresó el Papa Francisco en la catequesis de la última audiencia general de octubre, donde continuó tratado el tema del sexto mandamiento, que ya había abordado en la catequesis del miércoles pasado.

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«No hay que olvidar, sin embargo – precisa el Papa – que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial, por lo que es bueno reflexionar más a fondo sobre su significado nupcial. ¡Este pasaje de la Escritura, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de la época, que el marido debe amar a su mujer como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Tal vez, en ese momento, fue lo más revolucionario que se dijo sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandamiento de fidelidad, ¿a quién va dirigido? ¿Sólo a los esposos? En realidad, este mandamiento es para todos, es una Palabra paterna de Dios dirigida a todo hombre y mujer», expresó el Pontífice.

El camino del amor es el camino de la madurez humana, señaló Francisco. Es ser verdaderamente adulto, y está relacionado con la entrega de sí. «Convertirse en hombres y mujeres adultos -resaltó el Papa- significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en diversas situaciones de la vida como la capacidad de tomar sobre sí el peso de otro y amarlo sin ambigüedades. Es, por tanto, una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y sabe entrar en una relación profunda con los demás».

El adulterio es inmadurez

Por el contrario, el adulterio revela una personalidad inmadura. «Es una persona inmadura, que mantiene su vida para sí mismo e interpreta las situaciones de acuerdo a su propio bienestar y satisfacción. Así que, ¡para casarse, no basta con celebrar la boda! – advierte el Santo Padre – es necesario hacer un camino del yo al nosotros, de pensar solo a pensar en ambos, de vivir solo a vivir en dos: es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentrarnos, es entonces que cada acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, nos encontramos con los demás con una actitud acogedora y oblativa».

En esta línea, el Pontífice señaló que toda vocación cristiana, por tanto también la de los consagrados, tiene carácter nupcial.

«El sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, sino hombres a los que el Espíritu Santo toca el corazón con un amor sin reservas por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. De la misma manera, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación nupcial y fecunda de maternidad y paternidad».

El Pontífice concluyó su meditación, mostrando como el cuerpo humano no es un intrumento de mero deleite físico, sino el ‘lugar en el que se desarrolla la vocación.

«El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra vocación al amor, y en el amor auténtico – subraya el Pontífice – no hay lugar para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen algo mejor! Por eso, la Palabra ‘No cometas adulterio’, aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada originaria, es decir, al amor nupcial pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y donado».

Con información de Vatican News

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