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La Revolución, siempre repetitiva y anticuada

Redacción (Viernes, 02-11-2018, Gaudium Press) La revolución en el sentido que usa ese término el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira en su libro Revolución y Contra-Revolución, es un proceso de descristianización que comenzó a fines de la edad media, por una explosión de orgullo y sensualidad que produjo por etapas 4 grandes sub-revoluciones: la primera la protestante, posteriormente la revolución francesa, a continuación, la revolución comunista y la última la revolución estructuralista-indigenista. Esa revolución procesiva ha llegado a modelar la sociedad contemporánea infectada de amoralidad, igualitarismo, ‘nadismo’, feísmo, comunismo y finalmente satanismo.

Los slogans dogmáticos que la revolución usa actualmente como ecologismo, comunismo, globalización de las religiones, etc., fueron ya usados hace cientos de años y son repetidos con aires de novedad de una forma caduca y utópica.

Veamos:

En el siglo XV Pico de la Mirándola incita a la armonización de todas las doctrinas y de todas las religiones para llegar a una paz sólida, una paz filosófica y a la concordia religiosa, sin primar ninguna de las doctrinas sobre las otras sino, a través de la ‘tolerancia’, superar las contradicciones y los enfrentamientos (1). El sustentaba que la verdad es la misma para todas, pero que existían diferentes vías que nos llevarían a ella. Para alcanzar la paz religiosa, es necesario que haya una convergencia de todas las religiones (2).

¡Actualmente cuántas voces, incluso religiosas, hablan al respecto!

Platón en los diálogos IV y V propone una comunidad de bienes y de mujeres en la línea de la concepción comunista. El sustenta que la familia es la institución sobre la cual gira la propiedad privada y todos los males que ésta trae consigo (3).

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Antístenes ya en la época griega proponía

como modelo a los animales

Antístenes, fundador de la escuela cínica, discípulo de Sócrates, afirmaba que la propiedad privada, el Estado y la familia eran productos de convenciones humanas que corrompían y sustentaba que el ideal era la vida de los animales (4).

Jean Paul Sartre (5) sustentaba que hay que conformar comunidades de amor de 25 a 50 personas sin autoridad, en comunidad de bienes y de relaciones: son las ideas de Platón y de Antístenes que se repiten sin originalidad. El filósofo Mafesoli, un post moderno italiano, sostiene que la sociedad indigenista es la modélica para nuestros días, primitiva, sin autoridad, sin capitalismo y en total igualitarismo.

En plena época del terror, en 1794, en los días de las persecuciones más cruentas que se han vivido, en nombre de la libertad, igualdad y fraternidad, Robespierre -que quería acabar con las convicciones y ceremonias religiosas católicas- implementó ritos, iglesia y ceremonias cívicas republicanas con culto al Ser supremo y a la Naturaleza, que según él se identificaban el uno con el otro (6). Bien se ve la idea religiosa y divina que tenía de la naturaleza, ciertamente no en cuanto reflejo del Creador sino con una concepción panteísta. Hoy vemos en muchos ecologistas radicales con esa posición, que nos hablan de la «madre tierra» como algo divino.

La revolución insisto se repite, sin originalidad. Para concluir quiero comentar la tesis que ya tenían los Pelagianos en el siglo IV, quienes sustentaban que el hombre era bueno en sí y que no necesitaba la ayuda de la gracia de Dios para salvarse.

Kant ya sustenta también en tu tesis del «imperativo categórico» que el ser hace el bien por sí, que no necesita de advertencias, de guías, autoridad, policía, porque hay una fuerza en él para hacer el bien; era esta una concepción que niega la tendencia al mal que hay en el ser, producto del pecado original. Y el conocido y controvertido filósofo alemán Frederick Nietzsche llegaba en esa línea a afirmar algo más radical: que el ser tiene un instinto de poder, de super hombre que hay que liberar y que la Iglesia católica, una secta perversa, es el gran obstáculo porque impide ese proceso, ya que enaltece a los pobres, la bondad, el perdón, etc.

Hoy hay corrientes del New Age, y sectores religiosos que sustentan ese aspecto divino del hombre, de su bondad natural e inmaculado, sin pecado original.

¡Oh ilusión¡ El mundo está llegando a la peor de sus crisis y por eso bien podemos afirmar como dice el Profesor Plinio Correa de Oliveira que estamos en el fin de éste mundo, por no haber vigilado y combatido los efectos del pecado original que crecieron en pasiones incontrolables hasta llegar a constituir cánceres morales; no es el fin del mundo, y sí en cambio el amanecer de un nuevo mundo Cristocéntrico y Marial, del triunfo del Inmaculado Corazón de María, como fue anunciado en Fátima por la Reina de los ángeles y de los hombres.

Será el reino de una sociedad en base al Evangelio: altamente sacral (sagrada), moralizada y sobrenatural, jerárquica, vigilante en relación al mal y al pecado original y sus consecuencias, sedienta de un santo ecumenismo en que todos se conviertan al bien y respetuosa de la naturaleza como reflejo de Dios

Por Gustavo Ponce Montesinos

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1. Tesis Doctoral UPB, 2012 Gustavo Ponce Montesinos, la Concordia social una vía para la paz, según la perspectiva de San Agustín, pág 124.
2. González García, 2003
3. Tesis Doctoral, pág. 125
4. Idem, pág 127
5. Sartre, 2008, p.64-69
6. Atlas histórico del cristianismo, de Juan Maria Laboa, ediciones Paulinas, Madrid, 1997, pág. 252.

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