{"id":176114,"date":"2024-08-24T16:10:21","date_gmt":"2024-08-24T21:10:21","guid":{"rendered":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/?p=176114"},"modified":"2024-08-24T16:10:21","modified_gmt":"2024-08-24T21:10:21","slug":"luis-xiv-precursor-de-la-revolucion-francesa","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/content\/luis-xiv-precursor-de-la-revolucion-francesa\/","title":{"rendered":"Luis XIV, \u00bfprecursor de la Revoluci\u00f3n francesa?"},"content":{"rendered":"
Cuando el poder se torna tir\u00e1nico, acaba explotando. Sin un v\u00ednculo moral, el poder no resuelve nada. De esa forma se explica la Revoluci\u00f3n Francesa.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Redacci\u00f3n (<\/strong>24\/08\/2024 15:54<\/strong>, <\/strong>Gaudium Press<\/strong><\/a>) <\/strong>A finales de la Edad Media, en la que ciertas virtualidades iban desbandadas, se produjo una situaci\u00f3n de caos en donde los grandes se\u00f1ores feudales, generalmente pr\u00edncipes de la casa reinante que gobernaban tierras con cierta autonom\u00eda respecto del rey, tendieron a rebelarse contra los monarcas. No para proclamar una rep\u00fablica aristocr\u00e1tica, sino con el fin de reducir el poder real.<\/p>\n Los reyes intentaron resistir. Y los nobles, muchos de ellos situados en la c\u00faspide de la nobleza, se levantaron culpablemente contra aquel a quien deb\u00edan lealtad, vasallaje y obediencia. No tuvieron m\u00e1s remedio que apoyarse en la plebe, en la clase m\u00e1s poderosa de \u00e9sta, que era la burgues\u00eda, para resistir y no quedar sumergidos.<\/p>\n Hab\u00eda, especialmente por parte de Luis XIV, una especie de horror de regresar al feudalismo; y un mal temor, porque, infundadamente, se identificaba al feudalismo con el caos y, por tanto, se quer\u00eda el absolutismo con orden.<\/p>\n El error de Luis XIV fue confundir absolutismo con orden. Ve\u00eda el problema as\u00ed: si estos nobles no necesitan del rey para vivir en sus feudos, tienen derechos propios que el monarca no puede eliminar y los transmiten por herencia a sus hijos, no hay fuerza que los obligue a obedecer. Entonces, para obligarlos a la obediencia sin destruirlos enteramente, esa fuerza ha de ser herc\u00falea. Avanzaremos o bien hacia la monarqu\u00eda herc\u00falea, o bien hacia la raqu\u00edtica.<\/p>\n En efecto, como la unidad de la naci\u00f3n proviene de la fuerza del monarca, o aquella se desintegra o su unum<\/em> ha de ser muy fuerte. Por eso el rey tiene que ser herc\u00faleo o, en este caso, absoluto: lo puede todo, es omnipotente.<\/p>\n Luis XIV pensaba establecer el orden en el reino vali\u00e9ndose de un medio en el que el orden no exist\u00eda: una nobleza intoxicada por los principios de una cristiandad decadente. De una nobleza en esas condiciones no pod\u00eda dejar de salir todo tipo de mal, pues ah\u00ed no estaba, en la totalidad de su poder, Cristo Rey, llevando al noble a amar su deber de lealtad, su sumisi\u00f3n al rey, como lo hab\u00edan hecho tantos y tantos se\u00f1ores feudales en el pasado. Sin un v\u00ednculo moral, el poder no soluciona nada.<\/p>\n Resulta que, para mantener el orden en esas condiciones, el poder se vuelve tir\u00e1nico. Y, a fuerza de ser tir\u00e1nico, acaba explotando. De este modo, se explica la Revoluci\u00f3n francesa.<\/p>\n A causa de ello, Luis XIV, que en ciertos aspectos simboliza lo contrario de la Revoluci\u00f3n francesa y a quien \u00e9sta odi\u00f3 con todo su odio, fue \u00e9l mismo un precursor de esa Revoluci\u00f3n.<\/p>\n Le faltaba al Rey Sol una concepci\u00f3n sagrada de la vida<\/strong><\/p>\n Era un rey cat\u00f3lico \u2014cometi\u00f3 pecados muy grandes y tambi\u00e9n tuvo lados muy buenos en su reinado\u2014, pero no pose\u00eda una concepci\u00f3n sagrada de la vida, no sab\u00eda ver los problemas temporales impregnados de la problem\u00e1tica espiritual. En cualquier caso, deber\u00eda haber prestigiado a los elementos de la Iglesia que reaccionaban contra los errores, para que, desde la Iglesia, cambiara esta situaci\u00f3n.<\/p>\n En las memorias que le dej\u00f3 a su hijo reconoce que, en las querellas religiosas de su tiempo, no intervino porque ignoraba por completo los problemas de car\u00e1cter religioso. Luego no era apto para ser rey.<\/p>\n \u00a0<\/strong>No obstante, con Luis XIV el arte, la cultura, la civilizaci\u00f3n alcanzan su apogeo. Busca construir el palacio esplendoroso del rey absoluto, que represente la gloria de la naci\u00f3n, su lujo, su fausto, su poder. Es el monarca que brilla como un sol y en cuya presencia las estrellas desaparecen; no es un rey feudal que ilumina las estrellas, pero no las devora.<\/p>\n Seg\u00fan se dice, Luis XIV era bajito. Una gran estatura, herc\u00falea o leonina, le habr\u00eda aventajado mucho. Sin embargo, con su estatura no alta impon\u00eda distancia, sabiendo aserrar desde arriba con tal majestad que, cuentan sus entusiastas \u2014o, seg\u00fan otros, sus aduladores; en un r\u00e9gimen de monarqu\u00eda absoluta estas cosas se confunden\u2014, empezaron a llamarlo Apolo, el dios del Sol. Era le roi Apollon, el sol en medio de los hombres: le roi soleil. Y Versalles, le palais-soleil, el palacio-sol, todo soleado, magn\u00edfico, brillante. Es dentro de este palacio donde brilla la figura de Luis XIV.<\/p>\n Majestad esplendorosa y sonriente<\/strong><\/p>\n Todo en Versalles estaba adornado con un buen gusto extraordinario, indefinible, que da una idea de proporci\u00f3n ligeramente alegre y festiva, pero grande y poderosa.<\/p>\n La f\u00f3rmula de Luis XIV y del Antiguo R\u00e9gimen en materia de poder p\u00fablico era exactamente \u00e9sa: poderoso y majestuoso, pero risue\u00f1o \u2014no en el sentido de re\u00edr, sino de sonre\u00edr\u2014; tal vez ser\u00eda mejor decir sonriente y charmant<\/em>.<\/p>\n Consideremos, por ejemplo, el parque de Versalles.<\/p>\n Escaleras, agua, c\u00e9spedes, arboledas. Con estos cuatro elementos, dispuestos sobre una superficie no del todo llana, pero s\u00ed sabiamente graduada, tiene su belleza.<\/p>\n Al ver los dibujos que se repiten en un parterre y en otro, y c\u00f3mo cada parterre es la r\u00e9plica del otro, se nota el amor a la simetr\u00eda, que constituy\u00f3 uno de los rasgos caracter\u00edsticos del esp\u00edritu, del sistema de gobierno y del arte en tiempo de Luis XIV.<\/p>\n Luego, formando un agradable contraste con estas parcelas, nos encontramos de repente con una dulce arboleda, donde se descansa de lo que aquella superficie tiene de demasiado plantado, de artificial y de dise\u00f1ado. Se trata de la noble y suave espontaneidad de una naturaleza ultracivilizada y bendecida.<\/p>\n Estos \u00e1rboles son para los \u00e1rboles comunes lo que una persona bien educada es para alguien vulgar. Son \u00e1rboles aristocr\u00e1ticos; se dir\u00eda que tomaron t\u00e9 de peque\u00f1os o que los regaban con champ\u00e1n.<\/p>\n Y no pensemos que ese parque fue hecho para estar vac\u00edo. Al contrario, estaba abierto a todo el mundo. Para entrar bastaba con pedirle prestada una espada a cualquier hombre que estuviera fuera del palacio, ajust\u00e1rsela a la cintura y adentrarse, aunque no fuese noble. Se pod\u00eda pasar la tarde all\u00ed.<\/p>\n Ese parque refleja propiamente una majestad esplendorosa y sonriente. Hay una majestad indiscutible, con algo de triunfal. Por eso sonr\u00ede confiada en su triunfo, pero sonr\u00ede con grandeza.<\/p>\n Por Plinio Corr\u00eaa de Oliveira<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"Cuando el poder se torna tir\u00e1nico, acaba explotando. Sin un v\u00ednculo moral, el poder no resuelve nada. 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