{"id":179647,"date":"2024-11-23T09:28:49","date_gmt":"2024-11-23T14:28:49","guid":{"rendered":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/?p=179647"},"modified":"2024-11-23T09:28:49","modified_gmt":"2024-11-23T14:28:49","slug":"san-columbano-regalo-de-dios-a-europa-desde-la-isla-de-los-santos","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/content\/san-columbano-regalo-de-dios-a-europa-desde-la-isla-de-los-santos\/","title":{"rendered":"San Columbano, regalo de Dios a Europa desde la Isla de los Santos"},"content":{"rendered":"
San Columbano, de entre los monjes misioneros que pasaron desde las islas brit\u00e1nicas al continente europeo, brilla como gran impulsor del monacato occidental.<\/em><\/p>\n Redacci\u00f3n (<\/strong>23\/11\/2024 09:21<\/strong>, <\/strong>Gaudium Press<\/strong><\/a>)<\/strong> Casi desconocida en el continente europeo hasta finales del siglo IV, Irlanda se hizo profundamente cristiana gracias a la evangelizaci\u00f3n iniciada all\u00ed por San Patricio.<\/strong> Y el extraordinario florecimiento de la vida religiosa visto en esas tierras le vali\u00f3 el nombre de Isla de los santos<\/em>.<\/p>\n Sin embargo, a principios del siglo\u00a0VI numerosos monjes la abandonaron para ir a evangelizar a los pueblos b\u00e1rbaros de la naciente Europa.<\/strong> \u00abEl monacato irland\u00e9s hizo as\u00ed de puente entre el Imperio romano y su cultura que desaparec\u00eda y el mundo nuevo que pugnaba por salir a la luz\u00bb.<\/a>1<\/sup><\/a><\/p>\n Entre todos los religiosos que salieron de la isla en aquella \u00e9poca, San\u00a0Columbano se destaca de un modo admirable como el misionero irland\u00e9s m\u00e1s insigne.<\/strong><\/p>\n Joven de una gran inteligencia y belleza<\/strong><\/p>\n Poco se conoce acerca de su nacimiento y primeros a\u00f1os de vida.<\/strong> Se sabe que naci\u00f3 en Leinster hacia el a\u00f1o 550, en torno al mismo per\u00edodo de la muerte del patriarca San\u00a0Benito.<\/p>\n Su educaci\u00f3n e instrucci\u00f3n fueron esmerad\u00edsimas desde su cuna, habi\u00e9ndole ejercitado sus padres en el aprendizaje de la Sagrada Escritura y de las ciencias literarias.<\/strong> \u00abEstudi\u00f3 Gram\u00e1tica, Ret\u00f3rica, Geometr\u00eda y otras disciplinas m\u00e1s adecuadas a la formaci\u00f3n de un joven culto, seg\u00fan la costumbre de aquellos tiempos y lugares\u00bb.<\/a>2<\/sup><\/a><\/p>\n Adem\u00e1s de dones espirituales, la Providencia lo dot\u00f3 de gracia y de particular belleza f\u00edsica,<\/strong> lo cual pod\u00eda ser motivo para abandonarse a las pasiones desordenadas y al pecado. De hecho, no faltaron j\u00f3venes vanidosas que, movidas por lascivia, trataron en vano de arrastrarlo a la perdici\u00f3n.<\/strong><\/p>\n Con 15 a\u00f1os, escandalizado con lo enga\u00f1oso de esta vida pasajera<\/strong> y sintiendo la necesidad de preservarse de los excesos del mundo, busc\u00f3 consejo en una virgen reclusa que viv\u00eda en olor de santidad en los alrededores.<\/strong> Le expuso sus tentaciones y le pidi\u00f3 que le indicara un remedio seguro para no caer en ellas. \u00abHuye; huye si quieres salvarte.<\/strong> Para tu edad y tus circunstancias no hay cautela que baste si te quedas en el siglo. No te pienses que puedes impunemente mirar, hablar y moverte en medio de las vanidades femeninas sin probar su veneno.<\/strong> [\u2026] \u00a1Huye, hijo m\u00edo querido!; \u00a1huye si quieres evitar ca\u00eddas y quiz\u00e1 la ruina eterna!\u00bb.<\/a>3<\/sup><\/a><\/p>\n El comienzo de una gran vocaci\u00f3n<\/strong><\/p>\n Las palabras de la venerable anciana resonaron hondamente en Columbano. Percibi\u00f3 que este era el llamamiento que Dios le hac\u00eda y huy\u00f3 del mundo y de sus peligros. Primero se retir\u00f3 a la casa de un santo var\u00f3n<\/strong> llamado Silene, muy piadoso y gran conocedor de los textos sagrados, y luego se march\u00f3 a un convento de Bangor,<\/strong> por entonces el m\u00e1s c\u00e9lebre de Irlanda.<\/p>\n Con tres mil religiosos imbuidos del primitivo fervor mon\u00e1stico, el cenobio brillaba iluminado por su abad, San\u00a0Congal, reputado por su austeridad y su paternidad para con sus disc\u00edpulos. Decidido a ser un verdadero santo, Columbano fue acogido benignamente por \u00e9l.<\/strong> Despu\u00e9s de haber recibido el h\u00e1bito, su esp\u00edritu inflamado encontr\u00f3 en ese lugar el alimento que tanto deseaba, y empez\u00f3 a dar pasos de h\u00e9roe en las v\u00edas de la renuncia y de la abnegaci\u00f3n. Permaneci\u00f3 all\u00ed algo m\u00e1s de diez a\u00f1os, y en ese tiempo fue ordenado sacerdote.<\/strong><\/p>\n No obstante, sent\u00eda que otras tierras y otros pueblos lo llamaban, y resolvi\u00f3 dirigirse hacia la Galia.<\/strong> San Congal, al ver en ese anhelo una inspiraci\u00f3n divina, le concedi\u00f3 el permiso para marchar con doce de sus condisc\u00edpulos, en honor a los doce Ap\u00f3stoles.<\/p>\n Abundantes frutos de su ardor apost\u00f3lico<\/strong><\/p>\n A los pocos d\u00edas de viaje desembarcaba ya en la Galia, a la que consagrar\u00eda la mitad de su vida. En aquella \u00e9poca se hablaba precisamente de una enorme decadencia del esp\u00edritu religioso,<\/strong> que hab\u00eda tenido tan buen comienzo un siglo antes con Clodoveo, a causa de las frecuentes invasiones de los enemigos externos o de la negligencia de los pastores.<\/p>\n En Borgo\u00f1a, el rey Gontr\u00e1n le ofreci\u00f3 un antiguo castillo romano en ruinas, en mitad del bosque, para que se estableciera. All\u00ed inici\u00f3 su primera fundaci\u00f3n,<\/strong> Annegray, que se hizo famosa en toda la comarca. Pas\u00f3 varios a\u00f1os entre sus severas paredes, llevando una vida ruda y austera, hasta que el excesivo n\u00famero de disc\u00edpulos le oblig\u00f3 a emprender una nueva fundaci\u00f3n:<\/strong> el monasterio de Luxeuil, que en siglos posteriores fue uno de los centros m\u00e1s pujantes e insignes de la cultura y de la civilizaci\u00f3n europeas, una especie de Monte Cassino franc\u00e9s. Luego seguir\u00eda la fundaci\u00f3n del de Fontaine.<\/strong><\/p>\n Inmensos beneficios sobrevinieron de estas iniciativas. Los bosques y terrenos bald\u00edos en los que se instalaban los monasterios enseguida eran cultivados y desbrozados. Numerosas regiones de la actual Francia fueron urbanizadas por los monjes,<\/strong> que \u00absab\u00edan realizar el pesado trabajo del campo con la misma perfecci\u00f3n con que escrib\u00edan los delicados pergaminos de sus c\u00f3dices y se esforzaban en guiar a las almas con su ardiente palabra\u00bb.<\/a>4<\/sup><\/a><\/p>\n Lumbrera de virtud y santidad<\/strong><\/p>\n En poco tiempo la acci\u00f3n de Columbano dio un fuerte impulso a la vida religiosa y la temporal en Europa,<\/strong> porque \u00abde m\u00e1s de cincuenta [de los conventos] de todo el continente se puede probar que estuvieron bajo el influjo de los monjes tra\u00eddos por \u00e9l. Por otro lado, precisamente ese plantel incomparable de monasterios fue en los siglos siguientes la base de todo lo que significa civilizaci\u00f3n<\/strong>\u00bb.<\/a>5<\/sup><\/a><\/p>\n Igualmente poderosa fue su influencia personal. Sus fogosos discursos parec\u00edan transmitirles a los hombres la voz del Alt\u00edsimo,<\/strong> y en su rostro brillaba visiblemente la fuerza de Dios. Los obispos lo miraban con admiraci\u00f3n y respeto, reyes de todas partes acud\u00edan a consultarle y el pueblo lo veneraba. Cuando sal\u00eda del monasterio para visitar una provincia, las vocaciones brotaban a su paso.<\/strong><\/p>\n El Se\u00f1or le comunic\u00f3 tambi\u00e9n el don de imprimir en el coraz\u00f3n de los j\u00f3venes el m\u00e1s puro y elevado esp\u00edritu monacal,<\/strong> y desarrollarlo en ellos de una manera incomparable. Los ni\u00f1os eran entregados por sus progenitores para que los educara en la piedad y en las letras, y los formara en la disciplina mon\u00e1stica.<\/p>\n Regla y disciplina, veh\u00edculos de atracci\u00f3n hacia la vida mon\u00e1stica<\/strong><\/p>\n En las vigorosas manos de este santo prior el trabajo y la oraci\u00f3n alcanzaron proporciones sin precedentes hasta entonces. La muchedumbre de monjes formada tanto por siervos como por nobles ascendi\u00f3 r\u00e1pidamente a seiscientos;<\/strong> favorable ocasi\u00f3n que supo aprovechar para instituir el llamado laus perennis<\/em>, una serie de oraciones e himnos rezados a lo largo del d\u00eda y de la noche, durante los cuales los religiosos elevaban sus voces, \u00abtan infatigables como las de los \u00e1ngeles\u00bb,<\/a>6<\/sup><\/a> en alabanza a Dios pidi\u00e9ndole por los pecadores, por la cristiandad y por la concordia entre los reyes.<\/p>\n El incansable abad tambi\u00e9n escribi\u00f3 en Luxeuil, donde residi\u00f3 casi veinte a\u00f1os, un conjunto de normas<\/strong> \u2014la Regula monachorum<\/em>, que durante cierto tiempo lleg\u00f3 a ser m\u00e1s difundida que la benedictina\u2014, como cimiento y sost\u00e9n del edificio espiritual iniciado por \u00e9l.<\/strong><\/p>\n Asimismo, redact\u00f3 De p\u0153nitentiarum misura taxanda<\/em>,<\/strong> obra mediante la cual \u00abintrodujo en el continente la confesi\u00f3n y la penitencia privadas y reiteradas; esa penitencia se llamaba \u201ctarifada\u201d por la proporci\u00f3n establecida entre la gravedad del pecado y la reparaci\u00f3n impuesta por el confesor. Estas novedades suscitaron sospechas entre los obispos de la regi\u00f3n,<\/strong> sospechas que se convirtieron en hostilidad cuando San Columbano tuvo la valent\u00eda de reprochar abiertamente las costumbres de algunos de ellos<\/strong>\u00bb.<\/a>7<\/sup><\/a><\/p>\n Acci\u00f3n que no dej\u00f3 de despertar enemigos<\/strong><\/p>\n Cuando estuvo en Austrasia, regi\u00f3n que se extend\u00eda a ambos lados de la frontera de las actuales Francia y Alemania, se vio envuelto en un conflicto con la reina Brunegilda,<\/strong> abuela del joven monarca Teoderico\u00a0II, por el honor de la moral cristiana.<\/p>\n La ambici\u00f3n de gobernar en solitario llev\u00f3 a Brunegilda por mal camino, pues, al temer que su nieto se casara con una princesa que eclipsara su poder, lo influenci\u00f3 para que viviera con concubinas.<\/strong> Movido por su celo pastoral, el santo abad logr\u00f3 que contrajera matrimonio l\u00edcitamente,<\/strong> pero tanta fue la presi\u00f3n ejercida por su abuela que en menos de un a\u00f1o Teoderico repudi\u00f3 a su leg\u00edtima esposa y comenz\u00f3 una vida de adulterio.<\/p>\n Cierta vez, estando de visita en la corte, el monje se encontr\u00f3 con esa indigna mujer, quien le present\u00f3 a los cuatro bastardos de Teoderico:<\/strong><\/p>\n \u2014Estos son los hijos del rey, fortal\u00e9celos con tu bendici\u00f3n.<\/p>\n \u2014\u00a1No! \u2014le contest\u00f3 Columbano\u2014. No van a reinar.<\/strong><\/a>8<\/sup><\/a><\/p>\n A partir de ese momento, Brunegilda le jur\u00f3 una guerra a muerte contra \u00e9l.<\/strong> Prohibi\u00f3 que sus monjes salieran del monasterio y recibieran ayuda de quien quiera que fuese. El intr\u00e9pido irland\u00e9s fue entonces al encuentro de Teoderico,<\/strong> para tratar de iluminarlo y conducirlo de vuelta a las buenas costumbres. Al enterarse de que el abad hab\u00eda llegado, pero que no quer\u00eda entrar en el palacio, el rey hizo que le llevaran una comida suntuosamente preparada a fin de conquistarlo.<\/strong> Columbano se neg\u00f3 a aceptar alimentos que ven\u00edan de la mano de aquel que acababa de permitir tan duro golpe contra sus hijos espirituales. Tan s\u00f3lo traz\u00f3 una se\u00f1al de la cruz sobre las bandejas que conten\u00edan los diversos platos y todas se rompieron milagrosamente.<\/strong><\/p>\n Teoderico se asust\u00f3 mucho con el prodigio y fue a pedirle perd\u00f3n, prometi\u00e9ndole enmendarse.<\/strong> Pero el rey, en su desenfreno y, presionado por su abuela, expuls\u00f3 brutalmente al santo de sus territorios, amenaz\u00e1ndole incluso con violar la regla de los conventos. Columbano, sin embargo, le advirti\u00f3, con su habitual audacia: \u00abSi ven\u00eds aqu\u00ed para destruir nuestro monasterio, sabed que vuestro reino, con toda vuestra raza, ser\u00e1n destruidos\u00bb<\/strong>.<\/a>9<\/sup><\/a><\/p>\n Injusto destierro<\/strong><\/p>\n Columbano fue trasladado de su comunidad a la ciudad de Besanz\u00f3n, hasta que decidieran su destino.<\/strong> No obstante, el valeroso guerrero de Cristo tom\u00f3 de nuevo el camino de Luxeuil para estar con sus monjes. El rey, cegado por la ira, envi\u00f3 emisarios para que lo llevaran de vuelta, aunque fuera por la fuerza.<\/strong><\/p>\n Los hombres llegaron cuando estaba rezando los salmos con la comunidad y le ordenaron que regresara a Besanz\u00f3n, desde donde tendr\u00eda que abandonar el continente. Les respondi\u00f3 que, tras haber dejado su patria para el servicio de Jesucristo, sab\u00eda que no era voluntad de Dios que volviera all\u00ed.<\/strong> Ante tal manifestaci\u00f3n de fidelidad y firmeza, los emisarios se arrodillaron, le imploraron perd\u00f3n y le dijeron que su rechazo significar\u00eda la muerte de todos\u2026<\/p>\n Ante la injusticia que ser\u00eda cometida contra ellos, \u00abel intr\u00e9pido irland\u00e9s cedi\u00f3, y abandon\u00f3 el santuario que hab\u00eda fundado, en el que hab\u00eda vivido durante veinte a\u00f1os y que nunca volver\u00eda a ver\u00bb.<\/strong><\/a>10<\/sup><\/a> Un escalofr\u00edo de tristeza y aprensi\u00f3n se apoder\u00f3 de los monjes y muchos se dispusieron a acompa\u00f1arlo en el destierro; intenci\u00f3n, no obstante, enseguida frustrada debido a la prohibici\u00f3n real de marcharse del monasterio, aplicada a quienes no fueran irlandeses.<\/p>\n En su exilio, Columbano recorri\u00f3 varias regiones de la Galia, en las cuales realiz\u00f3 milagros y portentos. En cierta ocasi\u00f3n, reafirm\u00f3 la maldici\u00f3n que el Alt\u00edsimo hab\u00eda decretado contra la familia real,<\/strong> orden\u00e1ndole a uno de sus guardias que le transmitiera a Teoderico este mensaje: \u00abVe y dile a tu amigo y se\u00f1or que dentro de tres a\u00f1os \u00e9l y sus hijos ser\u00e1n aniquilados, y que toda su raza ser\u00e1 exterminada por Dios\u00bb.<\/strong><\/a>11<\/sup><\/a><\/p>\n Columbano pas\u00f3 por la corte de Clotario II, rey de Neustria \u2014al norte de la Francia hodierna\u2014, y all\u00ed predijo que un d\u00eda \u00e9l reinar\u00eda sobre todos los francos.<\/p>\n \u00daltimos a\u00f1os de un arduo combate<\/strong><\/p>\n Decidi\u00f3, finalmente, dirigirse a Italia,<\/strong> f\u00e9rtil terreno para el apostolado, donde el paganismo y el arrianismo amenazaban la expansi\u00f3n de la Iglesia. Aunque arriano, el rey de los lombardos, Agilulfo, lo recibi\u00f3 benignamente. Tan pronto como lleg\u00f3 a Mil\u00e1n, Columbano se puso a escribir contra la p\u00e9rfida herej\u00eda, que se impon\u00eda principalmente entre la nobleza lombarda.<\/strong><\/p>\n El rey no le retir\u00f3 su amistad por esto, sino que le don\u00f3 tierras<\/strong> en una zona llamada Bobbio, donde el abad restaur\u00f3 una antigua iglesia dedicada a San Pedro<\/strong> y construy\u00f3 su \u00faltimo monasterio, que durante mucho tiempo fue el baluarte de la ortodoxia<\/strong> contra los arrianos y un foco de ciencia y ense\u00f1anza que iluminaba toda la Italia septentrional. Su escuela y su biblioteca, rica en c\u00f3dices, se hicieron las m\u00e1s famosas de la Edad Media.<\/p>\n Durante los tres a\u00f1os que estuvo en Bobbio se cumpli\u00f3 la profec\u00eda que hab\u00eda hecho sobre la familia de Teoderico:<\/strong> \u00e9ste muri\u00f3 repentinamente con 26 a\u00f1os, la reina Brunegilda fue asesinada brutalmente y los dos ni\u00f1os mayores, hijos del rey, fueron masacrados. En cuanto a Clotario II, se convirti\u00f3, a hierro y sangre, en el \u00fanico rey de todos los francos, como hab\u00eda predicho el santo.<\/strong><\/p>\n