jeans<\/em> sin planchar, a las T-Shirt de algod\u00f3n, a los tenis que ojal\u00e1 pronto no deban amarrarse sino que se puedan calzar con un simple desliz.<\/p>\nEs la ley de la moda, no promulgada ni fijada en ning\u00fan muro pero divulgada por m\u00faltiples canales, de obediencia f\u00e9rrea y forzosa, que ejerce efectiva su imperio dictador, a veces discreto a veces burl\u00f3n, sobre todo y sobre todos, y se vuelca agresiva hacia aquellos que osan cuestionarla: si en cualquier centro comercial de nuestros d\u00edas apareciera una dama con sus ni\u00f1os vestidos a la usanza medieval, ella de gorro c\u00f3nico del cual cae como nieve un suave velo de encaje, no con falda acampanada a lo Mar\u00eda Antonieta pero s\u00ed larga y de brocado, de colores vivos haciendo juego con sus sandalias de seda, no como quien va camino a una fiesta de disfraces sino como la que se traje\u00f3 para salir a la calle, ciertamente esa dama ser\u00eda el centro de las miradas de todos, ser\u00eda rayo en noche oscura, bastantes la contemplar\u00edan con admiraci\u00f3n, pero tras el estupor inicial en cierto momento no pocos dir\u00edan o pensar\u00edan cosas por el estilo de: \u2018qu\u00e9 incomodo ese traje\u2019, \u2018es rid\u00edculo ir as\u00ed en estos d\u00edas\u2019, \u2018esta se equivoc\u00f3 de \u00e9poca\u2019, \u2018eso debe costar un dineral\u2019, etc.\u2026 Ser\u00eda la manifestaci\u00f3n de la cruel dictadura del \u2018gusto colectivo\u2019, que busca forzar a que todo Vicente vaya para donde va la gente, y \u00a1ay del que se salga del camino!<\/p>\n
<\/p>\n
Es claro sin embargo que las modas no son enteramente arbitrarias, sino que acompa\u00f1an las apetencias de la gente, y es normal que personas m\u00e1s del estilo \u2018sexo, droga y rock and roll<\/em>\u2019 se correspondan con las modas apropiadas, y que quienes tuvieran ese lema por divisa detestasen los trajes medievales: a los hombres de la edad media podr\u00eda corresponder mejor el lema \u2018virtud, m\u00edstica y la\u00fad\u2019, u otro parecido. Por eso, muchos dif\u00edcilmente aguantar\u00edan a la dama medieval y sus ni\u00f1os en el centro comercial, pues su mera apariencia chocar\u00eda estruendosamente con varios de los \u2018mandamientos\u2019 de estos tiempos.<\/p>\nNo obstante, algo est\u00e1 cambiando…<\/p>\n
Ocurre que m\u00e1s o menos desde hace cinco siglos, creadores y corifeos de la moda vienen repitiendo el mismo eslogan, la misma cantinela, en versiones de ropajes diferentes pero en esencia iguales entre s\u00ed: \u2018Lib\u00e9rese. Lib\u00e9rese de los convencionalismos sociales, lib\u00e9rese de esas normas que la familia meti\u00f3 en su cabeza, lib\u00e9rese de las ataduras de una conciencia que lo aprisiona, le provoca sufrimiento, lo lleva al esfuerzo, lo hace infeliz. De rienda suelta a sus impulsos, a sus caprichos, a todos sus deseos, goce lo que se le antoje y viva el sexo, droga y rock and roll;<\/em> ver\u00e1 entonces c\u00f3mo usted ser\u00e1 feliz\u2026\u2019.<\/p>\nNo obstante desde hace cinco siglos el hombre se ha venido \u2018liberando\u2019 de esas \u2018cadenas\u2019, ya se ha \u2018liberado\u2019 de casi todo y ha probado lo que ha querido, y lejos de alcanzar el reino azul paz de la felicidad terrena m\u00e1s bien se siente desdichado, atacado con frecuencia de mortal tedio, cuando no sujeto esclavo de las cadenas de sus caprichos y pasiones. La promesa \u2018liberadora\u2019 se est\u00e1 revelando como mentirosa, enga\u00f1osa; ese susurro serpentino de felicidad result\u00f3 igual de falaz al de la serpiente hipnotizadora de lengua b\u00edfida del para\u00edso, que promet\u00eda a Ad\u00e1n y Eva ser dioses tras probar el rojo fruto prohibido, susurro que aceptado solo les trajo angustia, remordimiento y dolor, la infelicidad.<\/p>\n
Esa sensaci\u00f3n de desgracia, por m\u00e1s que los corifeos de la \u2018liberaci\u00f3n\u2019 insistan en convencernos de lo contrario, va extendi\u00e9ndose cual mancha de petr\u00f3leo derramado por todos los mares, y ya son muchos los \u2018liberados\u2019 que se sienten y se saben no felices.<\/p>\n
La gente vive en angustia, se deprime, se aburre, las personas pueden albergar la ilusi\u00f3n de que consiguiendo tal cosa, o gozando de ese nuevo placer podr\u00e1n alcanzar la felicidad esquiva, tal vez sea adquiriendo ese super smartphone <\/em>o ese traje o esa propiedad, o logrando tal cargo u honra, o realizando tal conquista (el abanico de opciones desplegado por el maligno es bien amplio), pero r\u00e1pidamente se decepcionan, el encantamiento dura cada ve menos. \u00a0La moda, la maldita tiran\u00eda de la moda, cada vez tiene menos recursos para enga\u00f1ar como flautista de Hamel\u00edn a sus incautos ratoncillos globales.<\/p>\nPor eso cada vez m\u00e1s va llegando el tiempo de la<\/em> Cath\u00e9drale engloutie<\/em>, la Catedral sumergida, seg\u00fan la met\u00e1fora del profesor Plinio Corr\u00eaa de Oliveira.<\/p>\nFoto: Matthew Feeney en Unplash<\/p><\/div>\n
Reza una antigua leyenda de la Breta\u00f1a, que en frente de la costa de la isla de Ys sobreviven los restos de una catedral sumergida. Esa catedral, en momentos de bajamar, emerge de las profundidades, cobra vida y hace tocar sus campanas, a veces acompa\u00f1ada por el \u00f3rgano y hasta se alcanza a escuchar el canto llano, sencillo y solemne de algunos de sus religiosos.<\/p>\n
La leyenda \u2014motivo incluso en un preludio de Debussy\u2014 fue usada por el Dr. Plinio para crear la met\u00e1fora de la catedral sumergida en el fondo de cada alma.<\/p>\n
En todo hombre perviven catedrales g\u00f3ticas sumergidas, que de tanto en tanto hacen escuchar su voz, canto que habla de un pasado m\u00edtico, de tiempos lejanos y a la vez ah\u00ed presentes, en los que la divisa no era el sexo, droga y rock and roll<\/em>, sino la caballerosidad, el respeto a Dios, el amor por la sublimidad.<\/p>\nEsas catedrales del alma resuenan m\u00e1s cuando, cansados del mundanal ruido y de las falsas promesas, el hombre se pregunta por la raz\u00f3n de su existencia y por el destino de su vida. En esos momentos, mefist\u00f3feles y comparsas pueden aprovechar para causar la desesperaci\u00f3n que en su momento quisieron causar al Hijo Pr\u00f3digo. Pero tambi\u00e9n la Virgen y sus \u00e1ngeles har\u00e1n resonar los timbales de sus voces, que proclaman de forma delicada pero firme y serena:<\/p>\n
\u201cT\u00fa que te dejaste embaucar y enrumbaste ciego por la v\u00eda se\u00f1alada por los corifeos de la moda, tienes ahora a\u00f1oranza de algo que no viviste pero que habita en ti como si a ello pertenecieras, como si hubieses nacido en ese mundo de campanas, de torres y vitrales, de palacios y princesas de sombreros c\u00f3nicos, de riachuelos con sus puentes elegantes. No es este mundo sino otro mundo, un mundo de honra, de belleza, de nobleza, de principios, de lealtades, tambi\u00e9n de sacrificio. Ese mundo del Reino de Cristo, de la Civilizaci\u00f3n cristiana, la Civilizaci\u00f3n del Amor de Dios\u201d.<\/p>\n
\u201cAlma en tedio, alma angustiada: cree cada vez menos en la moda, y escucha esas voces que son ansias que te empujan a ese mundo ideal, que no conociste pero que sabes que existe, que existi\u00f3 pues de eso son testigos los monumentos de la Civilizaci\u00f3n, y que existir\u00e1, pues ya lo promet\u00ed en F\u00e1tima y lo que prometo se cumple: \u2018Por fin mi Inmaculado Coraz\u00f3n triunfar\u00e1\u2019\u201d.<\/p>\n
\u201cLa Catedral sumergida no es otra sino mi Inmaculado Coraz\u00f3n: ven alma, construyamos juntos no el Reino de la Moda, sino el Reino magn\u00edfico\u2026 de mi Inmaculado Coraz\u00f3n\u201d.<\/p>\n
Por Sa\u00fal Castiblanco<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"\u201c\u2026ven alma, construyamos juntos no el Reino de la Moda, sino un Reino magn\u00edfico\u2026\u201d Redacci\u00f3n (25\/11\/2024 15:33, Gaudium Press) \u00bfPor qu\u00e9 la gente se viste m\u00e1s o menos de la misma manera, crecientemente padronizada, a la manera de mu\u00f1equitos salidos en serie por la puerta de atr\u00e1s de la f\u00e1brica? Es cierto que cada tanto… Ver art\u00edculo<\/a>","protected":false},"author":8,"featured_media":179722,"comment_status":"open","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":[],"categories":[5],"tags":[386,10188,1758,5273,5600],"acf":[],"featured_image_src":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-content\/uploads\/2024\/11\/marek-studzinski-TE9qfpoOCzo-unsplash-700x474.jpg","newsletter_img":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-content\/uploads\/2024\/11\/marek-studzinski-TE9qfpoOCzo-unsplash-aspect-ratio-570-300.jpg","newsletter_date":"20241125","_links":{"self":[{"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/179721"}],"collection":[{"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/8"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=179721"}],"version-history":[{"count":5,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/179721\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":179732,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/179721\/revisions\/179732"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/media\/179722"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=179721"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=179721"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=179721"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}