{"id":53744,"date":"2014-05-30T13:06:47","date_gmt":"2014-05-30T12:06:47","guid":{"rendered":"https:\/\/qa.es.gaudiumpress.org\/content\/59342-la-alegria-y-la-belleza\/"},"modified":"2014-05-30T13:06:47","modified_gmt":"2014-05-30T12:06:47","slug":"59342-la-alegria-y-la-belleza","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/es.gaudiumpress.org\/content\/59342-la-alegria-y-la-belleza\/","title":{"rendered":"La alegr\u00eda y la belleza"},"content":{"rendered":"

Redacción (Viernes, 30-05-2014, Gaudium Press)<\/strong><\/p>\n

La alegría y la belleza<\/strong><\/p>\n

Arte -entendido en su acepción de ‘artístico’- ha tenido siempre el sentido de una expresión de la belleza, y por tanto de una búsqueda de ella. Entretanto, el término belleza es de los menos unívocos que registra la historia de la filosofía. Adentrémonos un poco en ese bosque, a ver si podemos al menos corretear al jabalí.<\/p>\n

La belleza sorprende, impacta de una forma agradable, causando alegría, a veces arrebatadora. Esto es lo ratificado y destacado por grandes mentes.<\/p>\n

Ya Hugo de San Víctor relacionaba hermosura y agrado: \u00abMira el mundo y todo lo que en él se halla: hay muchas cosas hermosas y agradables…\u00bb (Soliloquium de arrha animae, PL 176, cols. 951-952). Igual Guillermo de Auvergne, cuando contemplaba también \u00abla elegancia y la magnificencia el universo\u00bb y encontraba que \u00abeste mismo universo se parece a un cántico bellísimo… [y hallas que] las demás criaturas, que gracias a su variedad… concuerdan en una estupenda armonía, constituyen un concierto de maravillosa alegría\u00bb. (De anima V, 18, en Opera t. II, 2, supl., Orléans 1674, p. 143a en Pouillon 1946, p. 272.)<\/p>\n

Sin embargo el genuino artista no es un mero contemplativo de la belleza, ni siquiera un simple \u00abreproductor\u00bb del ‘pulchrum’ del cosmos, sino un verdadero creador de belleza.<\/p>\n

Entretanto, terminada la obra-creación, al final ¿sí es ella belleza? ¿Quién juzga de forma definitiva que una obra cualquiera es verdaderamente bella?<\/p>\n\n\n\n\n
\"1.jpg\"<\/td>\n<\/tr>\n
Atardecer en la Plaza de San Marcos, Venecia<\/em><\/span><\/td>\n<\/tr>\n<\/tbody>\n<\/table>\n

‘De gustibus non est disputandum’ decían antiguamente, o \u00abentre gustos no hay disgustos\u00bb se afirma hoy. No obstante, la belleza no es tan relativa.<\/p>\n

Es ella un resplandor.<\/p>\n

Resaltaba San Buenaventura que la belleza es el esplendor de los trascendentales del ser reunidos, es decir, el brillo de su unidad, bondad y verdad juntas. (Cfr. Umberto Eco. Arte y Belleza en la Estética Medieval. Lumen. p. 38). También según San Alberto Magno es la belleza un resplandor, pero de la forma: \u00ablo bello consiste en el resplandor de la forma sobre las partes proporcionadas de la materia o sobre las diversas fuerzas o acciones\u00bb. (Super Dionysium de divinis nominibus IV, 72 y 86)<\/p>\n

Este resplandor es percibido por la generalidad de los hombres, y si bien es cierto que hay diferentes gustos y sensibilidades legítimas, nadie en sus cabales dirá que un matizado atardecer caribeño es algo feo, o que la Plaza de San Marcos es un horror. Por el contrario, son un solaz para el espíritu y una ocasión para la restauración. En ese sentido, todo lo que realmente ‘brilla’ posee el ‘oro’ de la belleza.<\/p>\n

Por Saúl Castiblanco<\/em><\/p>\n

(Tomado de Razón y Fe, mayo de 2014)<\/p>\n

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