jueves, 28 de marzo de 2024
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Capellán recuerda los peores momentos de persecución a la Iglesia en Cuba

La Habana (Jueves, 22-03-2012, Gaudium Press) El capellán del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba, padre Jorge Palma, recordó los momentos más duros de la persecución comunista a la Iglesia Católica, en conversación con ACI. El sacerdote, nacido en Santiago de Cuba y ordenado sacerdote en 1972, vivió los primeros años del régimen de Fidel Castro y describió las dificultades que la Iglesia enfrentó bajo la opresión.

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Procesión de la Virgen de la Caridad del Cobre

Ante la situación de persecución, «lo primero era mantener la presencia del sacerdote en todos los rincones, aunque la gente no fuera a las capillas», aseguró el presbítero, para luego aclarar: «o a los restos de capillas que quedaban a veces porque estaban destruidas».

Aparte de los riesgos derivados de ejercer el sacerdocio en un país comunista, los sacerdotes tuvieron que sufrir la pérdida de las comunidades parroquiales y enfrentar la soledad en el ministerio. «Era una presencia muy simbólica», comentó el p. Palma, «porque las personas que se atrevían a ir a los pueblecitos pequeños se podían contar con los dedos de las manos, nada más». Sin embargo el compromiso permanecía: «Esto era indispensable: la presencia del sacerdote, vaya la gente o no vaya».

El Centro de la Fe en el país también sufrió represión

El Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, verdadero centro de la fe del país, también padeció las consecuencias de las políticas de represión. Durante años, permaneció «casi vacío porque había mucho temor de parte de los cubanos de perder el trabajo si se les relacionaba con la Iglesia», sostuvo el capellán.

Solo después de 27 años, la Iglesia cubana comenzó a salir de nuevo a las calles. El Encuentro Nacional Eclesial Cubano, que se realizó del 17 al 23 de febrero de 1986, marcó un nuevo inicio a las labores de evangelización, según refirió el padre Palma. Solo en 1997 la fiesta de Navidad fue reestablecida como día festivo y las procesiones se mantuvieron prohibidas hasta la visita de Su Santidad Juan Pablo II un año más tarde.

La fórmula para mantener la fe, aunque se viviera en condiciones de prohibición, fue para el padre Palma la educación religiosa en el núcleo familiar y la devoción a la Santísima Virgen. «Lo que crea comunistas, al igual que lo que crea católicos, es la familia», declaró, y resaltó además la identificación de la advocación de la Virgen de la Caridad con la tradición cultural del pueblo cubano. Un vínculo muy fuerte que pudo sobrevivir a la más dura represión.

En este sentido, el capellán del Santuario valoró la veneración que las familias cubanas emigrantes continuaron a su llegada a Estados Unidos, donde construyeron una capilla en honor a la Virgen de la Caridad. «Eso mantuvo la comunicación básica de los cubanos con sus familias en Cuba. Tenían un punto común de referencia a ambos lados del mar y en todos los países donde estuvieran, pues aunque no pudieran venir al Santuario, mantuvieron la devoción a la Virgen».

El paso del tiempo y la constancia de la devoción han ido derrumbando los obstáculos, y la peregrinación de la imagen de la Santísima Virgen por toda la isla demostró que su poder supera al de cualquier estado o dictadura. «Ahora recién, después de que la Virgen ha peregrinado, se rompieron absolutamente todas las barreras del temor y de venir aquí al Santuario» refirió el padre Palma. «Incluso hasta ateos y miembros del Ejército vienen por curiosidad».

Hoy, cuando el panorama para los católicos ha comenzado un proceso de cambio y la visita de Benedicto XVI trae nuevas esperanzas de libertad para la Iglesia, el Santuario de la Virgen de la Caridad sigue siendo una oportunidad y una plataforma de evangelización: «Para nosotros, los sacerdotes, la visita de los peregrinos es un reto para de alguna forma llevarlos al conocimiento de ese Niño que está en los brazos de la Virgen y el misterio de la Cruz», reflexionó el padre Palma. «Este es un reto que tiene cualquier sacerdote en Cuba, y de manera especial el reto que tiene el Cardenal o el párroco del Cobre».

Con información de ACI

 

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