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Iglesia en Cuba celebra dos ordenaciones sacerdotales y restauración de histórico templo

La Habana (Sábado, 18-08-2012, Gaudium Press) En menos de una semana, la Iglesia en Cuba celebró dos hechos de gran significado: la ordenación, el pasado 11 de agosto, de dos sacerdotes que habían sido educados bajo la imposición del ateísmo y la restauración de un histórico templo que alberga una de las 29 cruces que Cristóbal Colón plantó al llegar a América. Dos signos de renovación en una Iglesia que emprende un difícil camino de recuperación bajo la dictadura comunista.

Los trabajos en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Baracoa, culminaron oportunamente para su fiesta patronal celebrada el día 15. «Baracoa tiene a partir de hoy una iglesia parroquial más bella, más acogedora, como Dios y los baracoesos se merecen», afirmó el Obispo de Guantánamo-Baracoa, Mons. Willy Pino. «Una iglesia que deberá recibir a todos, amparar a todos y abrazar a todos bajo su sombra bienhechora».

La Iglesia sufre las restricciones del régimen

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Los trabajos de restauración en el templo de Nuestra Señora de la Asunción.

Mons. Pino aprovechó la ocasión para hacer notar la difícil situación de la Iglesia en la isla y las condiciones de los templos de muchas comunidades. En su diócesis, denunció, hay «más de 200 comunidades que esperan aún el permiso para construir su pequeña capilla de tablas de palma y techo de guano» (el método más humilde y tradicional de construcción). A los fieles, que aún padecen restricciones al libre ejercicio y testimonio público de la fe, el Obispo recordó que la Iglesia es mucho más que los templos: «tienen lo más importante: la Iglesia de las piedras vivas que son ustedes mismos».

El prelado destacó el compromiso de los presbíteros que deben ejercer su ministerio en medio de la austeridad y las limitaciones, «reuniéndose lo mismo debajo de una mata de mangos que junto a un río, que en la sala o el patio de una casa», describió Mons. Pino. «Dios les premiará a todos estos sacerdotes y a ustedes su paciente, pero activa esperanza».

La celebración fue concelebrada por el Nuncio Apostólico, Mons. Bruno Musaró, el Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, Mons. Dionisio García, cinco Obispos y más de 20 sacerdotes.

La fe vence la imposición del ateísmo

La escasez de templos y medios materiales es un reflejo de una grave situación espiritual: los estragos de la persecución comunista a la Iglesia y la educación radicalmente atea de varias generaciones. En medio de este ambiente hostil a la fe, la Diócesis de Santa Clara celebró la ordenación sacerdotal de dos presbíteros quienes en su juventud fueron víctimas de la imposición del ateísmo, pero cuya fe consiguió renacer y hoy da el fruto de la entrega al servicio de Dios y la Iglesia.

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Los ahora sacerdotes, en el día de su ordenación como diáconos (revestidos con el alba).

Ellos son los padres Neldo José Hernández y Maykel Águila Moya. Ambos tienen 33 años de edad y recibieron el bautismo en su adolescencia. «Manifestar ciertas creencias religiosas podría perjudicarnos en la sociedad», recordó en 2009 el P. Maykel en declaraciones difundidas por ACI Prensa. «Mi madre de pequeña visitaba la iglesia y recibió los sacramentos de iniciación cristiana, pero cuando las cosas fueron cambiando se fue quedando la fe solo en el recuerdo», afirmó.

El sacerdote narró que en su escuela tenía compañeros católicos, que padecían rechazo por parte de los demás alumnos, pero que daban un buen ejemplo: «Estos para mí eran los mejores estudiantes y los más educados». Tras la muerte de su padre, cuando apenas tenía 13 años, le obligó a pensar en el sentido de la existencia y la posibilidad de una vida después de la muerte. «Por invitación de unos amigos asistí a la Iglesia y (…) desde ese momento todo en mi vida cambió, fui conociendo quién es Jesús de Nazaret», relató. «He vivido mi juventud como un joven más, con ilusiones, esperanzas. He pasado trabajos, carencias como los demás cubanos, pero con la diferencia de que sé que tengo un Dios en quien confiar, y con Él no debo temer a nada ni a nadie, pues Él siempre está junto a mí».

Para el padre Neldo Hernández, las políticas antirreligiosas significaron que su abuela, que solía llevarlo a la Iglesia, se viera obligada a dejarlo en casa. «Me recuerdo sentado en el balcón llorando porque abuela se iba sin mí a cruzar la calle (ahí donde se ve a La Virgencita)», relató. Sin embargo, después de haber vivido alejado de la fe, a los 14 regresó a la Iglesia y pidió ser bautizado, «como el hijo pródigo, vapuleado por la vida, maltrecho por elecciones propias y otras ajenas».

El P. Hernández refirió la experiencia de la fe vivida en un ambiente completamente contrario: «he descubierto que Dios se vale incluso de los muros que otros levantan para salir a nuestro encuentro. Que el caído y lejano encontrará los brazos tendidos de un Padre y extendidos de un Hijo, lo mismo que experimenté yo».

Con información de ACI.

 

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